04. They didn't even make a sound

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En los primeros meses tras la tragedia, Mahidevran se regocijó. Se dice que en Manisa se celebró una festividad en honor a su hijo, cuyos ecos de triunfo resonaron por los pasillos del palacio. En su mente, los vástagos de Hurrem quedaban desprotegidos, vulnerables ante sus estrategias y maquinaciones.

No obstante, su júbilo pronto se vio eclipsado por una noticia que llegó como un vendaval inesperado: el nacimiento del primogénito de Hande. Una hermosa niña llegó al mundo, acarreando un cambio de fortuna que Mahidevran no había previsto.En un instante, Mahidevran se vio obligada a inclinar la cabeza al descubrir que Hande se convertía en la protectora de los hijos de Hurrem. La joven acogió bajo su amparo a Mihrimah, Selim y Bayaceto.

Topkapi, 1532

Hande no podía más con los dolores que su propio cuerpo le ocasionaba, sentía como el bebé saldría de ella pronto y claro que las criadas al verla de tal manera acudieron a su ayuda.

—¡Llamen a la doctora! ¡La favorita del sultán está por tener al príncipe!

Gritos de dolor desgarraban el silencio de la habitación, cada uno resonando como un eco de la lucha interna que Hande libraba contra las contracciones que apretaban su vientre. Las criadas acudieron presurosas, rodeando a la joven con gestos de apoyo y palabras de ánimo, pero para Hande, en ese momento, el mundo entero parecía reducirse a la agonía de su parto. A pesar de su juventud, su determinación y valentía superaban cualquier temor, enfrentándose al desafío con una fortaleza que no había conocido antes.

Con apenas 18 años, estaba a punto de dar a luz, una responsabilidad que pesaba sobre sus hombros con el peso de la historia y las expectativas de un harén. Los minutos parecían horas mientras el dolor alcanzaba su punto máximo, pero finalmente, con un último esfuerzo desgarrador, el llanto de un bebé rompió la tensión del ambiente. Mihrimah, la joven hija de Suleiman y Hurrem, suspiró aliviada al escuchar el anuncio del sexo del recién nacido. Menos competencia para sus hermanos, pensó, y más atención de Hande para con ellos. El nacimiento de la nueva princesa traía consigo un nuevo capítulo en la historia del harén, uno lleno de esperanza y posibilidades aún por descubrir.

—Tu nombre es Raziye, tu nombre es Raziye, tu nombre es Raziye.—Suleiman arrulló a su hija dándole su nombre.

—Mi dulce niña.—Ahora Hande la recibió en sus brazos viéndola con amor, nunca esperó sentir felicidad ante el nacimiento del bebé que repudiaba.

Un cálido beso en la cabeza de su favorita fue el gesto que Suleiman ofreció como regalo a Hande después del parto, una muestra de afecto que llenó de gratitud el corazón de la joven. Sus hijastros observaban con ojos curiosos, cada uno procesando de manera distinta la llegada de su nueva hermana. Hande les sonrió en un intento de transmitir paz y aceptación, pero sus esfuerzos no lograron calmar el resentimiento en el corazón de Mehmed, el hijo de 15 años que aún no había superado la pérdida de su madre y hermano. Para él, Hande era la causa de su ausencia, y en su mirada había un peso de desconfianza que no podía ignorarse.

—Su majestad.—Una de las criadas rompió la tensión del momento.—Bali Bey ha llegado.

—¿Bali Bey?—Preguntó la agotada Hande al mayor.

—Uno de mis hombres de confianza.—Explicó.—Descansa querida, haz hecho mucho esfuerzo.

Tras el Mehmed, Selim y Bayaceto se marcharon dejando a la concubina y princesas a solas, Mihrimah se acercó con recelo a su hermanita pensando en que podría ser desplazada por su padre, pero Hande calmó sus pensamientos.

—Si algún día mi padre y tu invitan a cenar a Bali Bey, invítame por favor.—Suplicó la joven con un puchero.

—Así que Bali Bey es el hombre que tu corazón anhela.—Sonrió enternecida.

—Desde el primer día que nuestros caminos se cruzaron no paro de pensar en el, ¿Es así el amor?—Preguntó ilusionada.

Hande desvió la mirada y su sonrisa se desvaneció, muchas veces se preguntó ¿Cómo se sentía el amor? Lo único que sentía por Suleiman era rechazo, por su posición como madre para ella el pensar en otro hombre estaba prohibido, ella pensaba que nunca conocería el amor, ni la verdadera pasión. Pero por alguna extraña razón aquel nombre resonó en su cabeza como un eco. "Bali Bey"

—Si, es lo que yo siento por el sultán.—Mintió sin querer quitarle la ilusión.—Te prometo Mihrimah que si al crecer lo sigues amando, haré lo posible para que su unión sea un hecho.

Mihrimah sonrió complacida, en más de una ocasión se imaginó a si misma casada con el hombre que a más de una le sacaba suspiros.

Halo | El SultánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora