06. But I never really had a doubt

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La relación entre Hande y su hijastro Mehmed era tensa y fría, caracterizada por un mutuo desprecio que resonaba en los pasillos del palacio. Se decía que se odiaban el uno al otro, y sus interacciones apenas si mostraban un mínimo de cortesía.

Sin embargo, en un giro repentino de los acontecimientos, el príncipe Mehmed comenzó a aceptar a la sultana de una manera diferente. A diferencia de sus hermanos, no la veía como una madre, pero tampoco la trataba con desprecio. En las múltiples cartas que intercambiaban, Mehmed se refería a Hande con un título peculiar y casi poético: "La sultana de hermosa sonrisa". Este gesto, aunque sutil, revelaba una nueva dinámica en su relación, una señal de que quizás, entre ellos, había comenzado a florecer un vínculo diferente y más profundo.


Topkapi, 1535

—Selim, Bayaceto.—Regaño la joven.—Basta de discusiones, Raziye se pone de malhumor cuando gritan.

La sultana almorzaba en los jardines del palacio, rodeada de sus hijastros, cuya rivalidad era palpable incluso en esos momentos de aparente tranquilidad. Hande luchaba por contener la tensión entre ellos, consciente de la importancia de mantener la armonía en la familia, especialmente ahora que el sultán se preparaba para partir en una campaña militar junto a Mustafá, dejando a Mehmed como el protector de los terrenos en su ausencia.

A pesar de sus esfuerzos por establecer una buena relación con Mehmed, la sultana encontraba obstáculos en el camino. El joven había estado distante últimamente, absorbido por sus responsabilidades como gobernador de una provincia. Hande se preguntaba si Mehmed seguía siendo el mismo niño con la voz temblorosa que recordaba, o si la distancia y las responsabilidades habían transformado su carácter. Tal vez esta vez, con el peso de la autoridad sobre sus hombros, las cosas serían diferentes entre ellos.

—Hande, quiero una concubina.—Habló Selim de repente haciéndola reír.

—¿Algo más? ¿Quieres algo en especifico o cualquier mujer del harem está bien?

—Confío en tu buen gusto.—Habló el pelirrojo.

—Esta noche recibirás a Afife Hatun en tus aposentos, entonces.—Habló provocando el desagrado del menor, con eso no volvería a pensar en concubinas un buen tiempo.—Cuando sea el momento tendrás a las mujeres que quieras, no te apresures.

Entre las quejas constantes de Selim, quien parecía estar en desacuerdo con todo lo que se le ofrecía en el almuerzo, y Bayaceto, quien entre risas y juegos con Raziye llenaba el ambiente de alegría, Mihrimah y Hande encontraban un momento para charlar tranquilamente.Sin embargo, la calma se vio interrumpida cuando un hombre se acercó a su grupo. Su presencia repentina y su mirada seria hicieron que el aire se cargara de tensión, mientras todos se preguntaban qué podría significar su llegada.

—Bali bey.—Saludó la pelirroja.

—Sultanas, principes.—Saludó de regreso con una reverencia.—Su majestad pide la presencia de su familia, pronto partiremos.

—Mihrimah, lleva a Raziye contigo. Los alcanzaré enseguida.—La joven le pasó su pequeña hija a la sultana del sol y la luna quien estaba embelesada observando a Bali Bey.

Hande y Bali Bey caminaban a paso lento por los intrincados pasillos del castillo, inmersos en una conversación que abarcaba temas diversos, aunque la política ocupaba la mayor parte de su diálogo. Conscientes de que cualquier palabra podía ser escuchada por oídos indiscretos, eligieron sus palabras con cautela mientras se adentraban más y más en el laberinto de pasillos del castillo, disfrutando de ese breve momento de intimidad que se les había otorgado.

—Vas a marcharte por mucho tiempo. ¿No sientes tristeza en alejarte de mi?—Preguntó mirándolo entristecida.

Bali Bey se detuvo frente a ella, sus ojos contemplaban el rostro de Hande con admiración y deseo. El brillo en su mirada revelaba la intensidad de sus emociones, mientras que su cabello de fuego avivaba en su mente el recuerdo de incontables fantasias llenas de pasión y fervor.

—Mi sultana, debo recordarle que soy un guardia y usted la esposa del sultán. No deberíamos estar teniendo esta conversación.

—Pero ¿acaso eso importa cuando nuestros corazones claman por liberarse? ¿No podemos ser honestos el uno con el otro, al menos en este momento?

—Es cierto que mi corazón no puede negar lo que siento por usted...

Finalmente, Bali Bey no pudo contener más sus sentimientos. Aunque había tratado de ocultar su vulnerabilidad tras una apariencia de hombre duro y reservado, ante Hande se vio obligado a abrir su corazón. Reconoció que, a pesar de sus esfuerzos por mantenerse firme, ella tenía el poder de manejarlo a su antojo con solo una mirada o una palabra.

—Pero debemos ser prudentes. Las consecuencias de ceder a este deseo podrían ser catastróficas.

En un instante cargado de tensión y anhelo, Hande posa con delicadeza sus manos en el rostro de Bali Bey, acariciando suavemente sus mejillas con los pulgares. Sus dedos tiemblan ligeramente por la emoción que recorre su cuerpo, mientras se sumerge en la profundidad de sus ojos oscuros. Puede sentir la aceleración del corazón de Bali Bey bajo su tacto, percibiendo los nervios y la incertidumbre que lo embargan en ese momento tan íntimo.

—No temas, Bali Bey. Confía en mí tanto como yo confío en ti.

El guardia, por su parte, experimenta una mezcla de emociones abrumadoras. Sus manos se tensan ligeramente a los costados de su cuerpo, sintiendo la calidez y la suavidad de la piel de Hande contra sus labios. Los latidos de su corazón resuenan en sus oídos, mientras se sumerge en el dulce torbellino de sensaciones que el beso despierta en él. Aunque su mente le advierte sobre las consecuencias de sucumbir a esta pasión prohibida, su corazón anhela más de la cercanía de Hande, anhelando perderse en el abrazo de su amor prohibido.


El príncipe Mehmed, dotado de una apariencia atrayente y un porte distinguido, era el sueño de todas las mujeres del harem. Sin embargo, tras su período de servicio custodiando el imperio, sorprendentemente, Mehmed decidió no tomar a ninguna otra concubina.

Aunque su belleza y encanto seguían siendo objeto de deseo entre las mujeres del palacio, su atención y afecto parecían estar reservados para otros asuntos más importantes o quizás para alguien.

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⏰ Última actualización: Mar 10 ⏰

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