𝗱𝗶𝗲𝘇

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— te preparé la cena. — dejo la bandeja con la comida en la mesa al lado de la cama y espero, anhelo, una reacción de su parte. él nada más me mira con tristeza, esa mirada que no ha abandonado sus ojos desde esa anoche.

— no tengo hambre. — murmura, aún escondido entre las sábanas gruesas de mi cama. apenas puedo ver su rostro desde que está tapado de pies a cabeza.

— qué lastima... compré tarta de fresas. — me inclino un poco y busco su mirada. estoy tan necesitado porque deje de sentirse así que siento que en cualquier momento voy a desmoronarme. siento que me tiembla la voz. — sé que es tu favorita.

— no quiero. — replica, él también parece estar al borde del llanto de nuevo. espero que diga algo más, lo que sea desde que no ha hablado casi desde que lo traje aquí y por lo menos escuchar una oración de su parte, así sea rechazando groseramente la comida que le ofrezco, estaría bien para mí. pero eso es todo lo que dice. no hay más.

— bueno... la guardaré por si te provoca después, ¿bien? — una vez más, no responde. eso le he dicho de todas las comidas que le he hecho, pero siempre termino comiéndomelas yo porque se ponen frías y casi se dañan.

— yeonjun. — justo cuando estoy frente a la puerta, a punto de ir hacia la cocina, su voz me detiene. me mira con los ojos llorosos. — no te vayas... por favor...

y yo simplemente no puedo decirle que no, no ahora. dejo la bandeja en mi escritorio esta vez y me siento a la orilla de la cama, a su lado. han pasado cinco días desde esa noche y beomgyu se rehusaba a salir de mi habitación, mucho menos de mi cama. al principio yo me quedé durmiendo en el sofá, pero él comenzó a despertarse a medianoche, asustado y agitado por pesadillas que lo dejaban llorando siempre. eso comenzó tan pronto como llegó, desde entonces preferí dormir con él. dejarlo solo comenzaba a aterrarme más a mí.

él no estaba comiendo, no se bañaba, vomitaba de vez en cuando y ni siquiera había pensado en fumar. lo que más hacía era llorar, todo el tiempo. tenía que obligarlo a beber agua, que era lo único que aceptaba que le diera.

recuerdo que el día siguiente a lo que pasó, cuando estaba lavando su ropa, no encontré en su chaqueta el paquete de los cigarrillos. creí que seguramente se le habrían caído, realmente era lo que menos me importaba en ese momento y no lo pensé demasiado entonces.

cuando se sienta sobre la cama una vez yo estoy ahí, veo lo desaliñado que está y se me parte el corazón. su cabello está despeinado, sus ojos hinchados y rojizos de tanto llorar, tiene unas crecientes ojeras debido a la falta de sueño y me siento tan culpable por lo que le pasó. pienso que en ese momento debí haber insistido y él quizás me habría dejado ir... no, beomgyu nunca habría accedido a que lo acompañara. de todas formas, debí seguirlo. si me hubiera asegurado que él estaría bien... quizás nada de esto hubiera pasado.

— no te conté... lo que me pasó, ¿verdad? — su voz atrae mi atención y de repente siento miedo. esa noche beomgyu todo lo que podía hacer era llorar sin cesar y sus palabras se sentían difusas. aunque yo no necesitaba que él me dijera nada, tengo en mi cabeza una idea que espero sea la equivocada... porque no podría soportar saber que lo supongo es cierto.

— no... no tienes que...— toma mis manos entre las suyas, pero las suelto y pongo las ajenas debajo de las mías. se sienten frágiles y están frías, ásperas. — no tienes que decírmelo... en serio...

— quiero decírtelo— solloza. los ojos se le vuelven a empañar en lágrimas gruesas. —, eres... la única persona a la que siento que puedo decírselo...

— no quiero oírlo. — aunque parezca egoísta, es la verdad. mi corazón se encoge en mi pecho ante la simple idea de escuchar esas palabras salir de su boca. me destrozaría. y siento que también estoy a punto de llorar. — por favor, yo... no podría soportarlo...

él me mira como si estuviera seguro que yo ya sé todo, como si me hubiera enterado de alguien más. y recuerdo esa mirada, fue la misma que me dio la última vez que lo encontré en el callejón. él se siente... humillado, avergonzado de que yo lo haya visto así. pero a mí eso es lo que menos me importa; yo no podría sentir asco de beomgyu, simplemente no podría.

— no se lo dirás a nadie, ¿verdad? — paso saliva, porque no sé si pueda mantener algo así. soy básicamente un adulto y tengo entre mis manos la responsabilidad que conlleva cuidar de beomgyu, prometerle eso es... demasiado para mí.

— beomgyu, yo no...

— por favor, jun. te lo suplico...— parece comenzar a llorar con más intensidad. acuna entre sus manos mi rostro y él realmente parece necesitar que le responda lo que quiere oír. — no vayas a decirle a nadie esto... por favor...

— está bien... no se lo diré a nadie. — intenta sonreírme, pero él no puede. suelta sus manos de mi rostro y se abraza a mí, su cabeza recostada sobre mi pecho. tan cerca que puedo sentir como solloza y lo único que quiero es que olvide todo lo que pasó.

daría todo lo que tengo, todo lo que soy y todo lo que amo si así pudiera hacer que beomgyu olvidara lo que le pasó esa noche.

porque él sólo tiene dieciséis años y lo único que merece es ser feliz. que haya sido violado en ese callejón no fue su culpa, yo debí haber estado ahí para evitarlo.

𝘀𝗼𝗹𝗲𝗱𝗮𝗱 𝗲𝗻 𝗰𝗼𝗺𝗽𝗮ñí𝗮. yeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora