All My friends Say "fuck You"..
but i can't even help but
love You.....
Después de aquella noche normal, supuso que sus preocupaciones iban a desparecer, pero no hacian nada más que empeorar con el pasar de los días. Estaba harto de fingir que no.
Algo pasaba con Suguru y no podía simplemente ignorarlo como lo había hecho en tiempos pasados, vidas pasadas. Lo veía perder el sueño, estaba más apagado, delgado. Estaba muy preocupado por el estado en el que lo veía. No era el Suguru que había conocido y amaba.
Trataba de hablar con él y simplemente se alejaba de su lado una y otra vez cuando intentaba hablar. La frustración que sentía le hacía doler la cabeza de nuevo y lo odiaba.
-Suguru -lo llamaba de la distancia cada vez que lo veía decaído, sentado solo en su banco durante las clases. Pero casi siempre era ignorado.-Estoy bien -susurró el pelinegro agachando la cabeza para hundir su mirada entre sus libros.
Lo irritaba, pero sabía que solo había con culpable para esa actitud. En ese momento no pensó de manera clara y sacó de su bolsillo su celular. Aún tenía el mensaje que Mahito le había enviado días antes días antes así que entró al chat y escribió.
"necesitamos hablar."
"¿cuando?"
"Hoy, a las 3 en la biblioteca."
Guardó de nuevo su celular y suspiró frustrado pensando en qué era lo que iba a decir una vez que llegara la hora de confrontar a ese asqueroso ser humano. Pero sabía que no lo dejaría irse hasta dejarle en claro que no podía seguir haciendo sentir a Suguru de esa manera.
Pasaron las horas de manera lenta, intentó buscar una excusa con sus amigos para que no lo siguieran una vez que la campana de las 3 sonara.
-voy a hablar con un profesor -les dijo despidiéndose con la mano, caminando rápido hacia el lado contrario que sus compañeros. Suguru lo miró extrañado al verlo tan nervioso pero Shoko alzó los hombros antes de irse.
Caminó y caminó hasta detenerse en la puerta de la biblioteca. Allí tomó el aire suficiente y entró al lugar, caminando hasta el fondo donde vió esa figura conocida. La biblioteca a esas horas estaba vacía, ni siquiera estaba la bibliotecaria.
-Asi que al fin llegas -se rió la voz, Mahito estaba de brazos cruzados recargandose en una de las librerías del fondo, esperándolo con una sonrisa desagradable -¿Me quieres explicar para qué me pediste venir aquí?
-Tu sabes muy bien porqué te dije que vinieras aquí, así que borra esa sonrisa de tu estúpida cara.
Mahito fingió una expresión de estar herido pero luego soltó una carcajada maliciosa que le revolvió el estómago.
-¿Lo sé? Deberías ser más específico.
-Suguru.
-Mi novio.
-No. Suguru, la persona, no lo que seas que creas que es de tu propiedad -odiaba con toda su alma que el hombre frente a él no paraba de referirse a Suguru de esa manera, como si fuera una forma de marcarlo como suyo. Y sabía que lo hacía a propósito. Solo para molestarlo.