10. Dovios!

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JUANJO

Como es obvio llegamos tarde y como también es obvio nos echaron la bronca. Pero me la sudaba, estaba feliz después de la mierda de noche que había pasado. Martin era mi novio, mi chico.

Las clases se pasaron a cámara rápida entre sonrisas tontas y roces inocentes. Bea me había intercetado a media mañana para preguntarme y yo solo le sonreí diciendo que todo estaba bien, más que bien.

A la hora de comer Martin no aparecía por ningún lado así que cogí un plato para el y le serví la comida. Apareció al poco rato de sentarnos todos en la mesa riéndose con Ruslana y Chiara.

- Ya te cogí comida - le dije cuando pasó a mi lado, ganándome un beso en la mejilla mientras me abrazaba de lado.

- Gracias - susurró en mi oido y se fue a por un vaso.

- Veo muchos favoritismos por aquí eh - dice Ruslana al sentarse con su plato en tono de broma, a lo que yo me encojo de hombros.

La comida se pasa hablando todos con todos de temas banales, pero mi atención estaba centrada en el chico que tenía delante, seguía sin creerme que fuese mi novio, que yo tuviera las cojones de habérselo preguntado. Si le dicen esto al Juanjo de hace unas semanas ni de coña se lo creería.

- Chicos, que en unos días nos vamos a casa - la voz de Violeta trayéndome de vuelta a la realidad.

Mis padres tampoco se esperarían hace unas semanas que estuviera con un chico, y ahora se lo tenía que contar, tenía que reunir todo el valor que tenía para decirles que me estaba enamorando de una persona de mi mismo sexo. Llevaba días pensándolo y auto convenciéndome de que no les importaría, eran mis padres, me querían y eso era lo único que debía importar.

Sentí una patada bajo la mesa y al levantar la vista me encontré a Martin con cara de preocupación, me gesticuló con la boca un estas bien a lo que le respondí asintiendo con una sonrisa.

Como para no quererlo.

- Ver a mis padres va a ser el chute de energía que necesito, dios - le contestó Salma ganándose varios asentimientos.

Mientras continuaban hablando de la vuelta a casa yo me levanté para recoger mi plato, cuando Martin me vio hizo lo mismo para después cogerme la mano y llevarme hasta la sala de Abril, yo no dije nada solo me deje llevar.

Se tumbó en el sofá y tiro de mi para que hiciese lo mismo. Estábamos apretados (tampoco me iba a quejar) y un silencio cómodo reinaba en la sala, baje mi mano hasta la suya y entrelace nuestros dedos dando un pequeño apretón. Martin me miró con una sonrisa para después esconder su cara en mi cuello subiéndose un poco encima de mi.

Nuestras manos seguían enlazadas y nuestras piernas enredadas cuando me di cuenta que le venció el sueño.

Creo que fue en ese momento en el que decidí que no me importaba nada si podía tener a Martin así, tumbado en mí pecho durmiendo, trasmitiéndome esa paz que solo el consigue darme y haciéndome sentir el chico más afortunado del mundo. Que dijeran lo que quisieran, que si el estaba a mi lado no me importaba, estaríamos los dos juntos apoyándonos contra todo lo que se nos venga.

Sono el timbre y el se acomodó murmurando algo indescifrable.

- Martin - le caricie el pelo - venga va, que hay clases.

Sacó la cabeza de mi cuello murmurando - me quedaría así contigo toda la vida - y yo solo pude sacar el labio inferior poniendo cara de cachorro, muerto de ternura.

- Como puedes ser tan mono - le digo con voz de bebe. Algo que me daría mucho lache escuchar a otra persona, pero con el me salía natural y me parecía de lo más bonito.

Do! - Juantin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora