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Nuevo amanecer, nueva vida, nuevo trabajo.

Que podía esperar para salir, para respirar aquella brisa del viento andante en el exterior.

Sería maravilloso, pero no tanto por esa parte de mí, que en el fondo aún tiene miedo.

Nerviosa me levanté de la cama, no iría sola, Nora me llevaría, al final ella no se quedaría preocupada y decidió llevarme. Tengo mucho que agradecerle a ella.

Rápido y algo temblorosa me duche y busqué mi ropa.

7:00 AM en punto.

La camioneta ya se escuchaba estacionada fuera de mi casa, salí lo más rápido y ahí estaba ella, Tom, y el pequeño Nico.

No demoramos en llegar a aquel hospital, Nora me despidió con un abrazo y entre lágrimas me dió un pequeño beso en la frente.

-Cuídate mucho-...dijo.

Me despedí y caminé directo hacia dentro. Algo nerviosa con el sobre en las manos, e incluso algo mareada.

Respiré profundo, los enfermeros me miraron y sonrieron.

Pregunté dónde debía de entregar mis papeles, ellos muy amables me indicaron dónde.

Algo temerosa caminé hasta donde ellos me indicaron, con mis manos temblorosas tomé el cerrojo de la puerta abriéndola lentamente. Suspiré un poco...

- Hola cirujana-... habló.

Reconocí aquella voz, mi piel se erizó al instante y mis manos temblaron.

Era... Sofía.

Suspiré...

- Pasa-... habló de nuevo.

Lentamente caminé sin dirigirle la mirada, pero podía sentir su mirada en mí. Cómo había llegado ella hasta aquí???...me pregunté a mí.

Mi miedo incremento, ella me miraba algo desafiante.

Entregué los papeles, ella aún me miraba.

- Empiezas mañana mismo-... espetó.

La miré por un segundo.

- Está bien-... respondí algo temerosa.

Salí lo más rápido de ahí, sentía miedo otra vez, ella había estado con ellos. Ella había sido su alida, no una víctima. Una cómplice y no podía confiar mucho.

Tenía que hablar con Nora sobre esto.

Caminé de regreso a mi casa, me sentía observada. Mi respiración falseaba un poco y mi piel se erizaba, mis ojos buscaban aquella mirada posada en mí, pero no encontraba nada.

Caminé lo más rápido que pude, pero al llegar a mi casa...

Había algo posado en mi puerta, me acerqué poco a poco con algo de miedo. Mis manos temblaron y mis piernas falsearon en aquel momento, me quedé en shock. Totalmente bloqueda y mis lágrimas sin darme cuenta descendieron por mis mejillas.

Una chica, sentada en la puerta, sangre, mucha sangre en la entrada. Aquellos órganos sobresalientes de su estómago me hicieron marearme. Con asco me agaché y débilmente caí al suelo, vomitando. Sacando todo, tan débil y sin fuerzas.

La sangre esparcida por toda la entrada me causaba tanto asco. Aquella chica, su cabeza hacia abajo y sus brazos refirmados a mi puerta.

Adolorida y débil me arrastré un poco intentando levantarme, lastimando mis muñecas. Tan cerca de ella un cartel, pequeño y con letras grandes.

CICATRICES EN SILENCIO (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora