III

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El capítulo contiene discriminación,  violencia verbal e intento de suicidio.

Esta historia no apoya ni fomenta ninguna de estas conductas.

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Un silencio tenso invadió la oficina, ninguno de los presentes decía nada.

El señor Fukuda observó atentamente a su empleado.

—No pareces arrepentido — habló de manera inexpresiva.

Katsuki frunció un poco más su ceño —Es porque no lo estoy — dijo con simpleza.

Fue el turno de su jefe de fruncir el ceño —Deberías — dijo en un tono molesto —Ese hombre es un cliente frecuente —

—¡Agredió a Kaneko! — interrumpió con enojo.

—La culpa es de ella por ser ineficiente — dijo con simpleza.

Katsuki gruñó ante la indiferencia de su jefe —Ella cumplió con su trabajo, la puta sopa estaba hirviendo —

—Ese no era asunto tuyo — dijo como si ese fuese el verdadero problema.

—¡Yo hice lo correcto! — exclamó mientras se ponía de pie —Si no hubiera interferido, ese maldito le habría lanzado la sopa hirviendo a ella —

Fukuda rió de manera burlona —¿Esperas una medalla de héroe sólo por eso? —

Katsuki tensó su mandíbula en un intento por reprimir su enojo. Su estúpido jefe era bastante consciente de su pasado como estudiante de la UA.

De nuevo un tenso silencio llenó el lugar.

Fukuda suspiró —Bakugo — llamó la atención del rubio —¿Sabes porqué te contraté? — preguntó serio.

Bakugou desvió la mirada, claro que sabía la respuesta.

Su jefe sonrió —Porque nadie más va a hacerlo — dijo con simpleza —Todos ustedes son un montón de estorbos en la sociedad. Seres deformes que no benefician a nadie, nada más que oxígeno desperdiciado — suspiró —Pero son mano de obra barata, aceptarían cualquier trabajo sólo por migajas — dijo sonriente.

Katsuki sintió sus dientes doler por la presión que ejercía en ellos. Quería gritarle tantas cosas a ese maldito, pero, sabía muy bien que todo aquello era verdad.

Todo lo mencionado formaba parte de su nueva vida, a la cual, lastimosamente, ya se había acostumbrado.

Fukuda volvió a sentarse —Pero tú — dijo para llamar la atención del rubio —No importa lo barato que sea pagarte, no vales la pena —

Se miraron mutuamente, con seriedad y enojo contenido.

—Estás despedido, Bakugo — dijo con simpleza —Tú sola presencia trae más problemas que beneficios — explicó.

La respiración de Katsuki se detuvo.

El trabajo era horrible y su jefe era un cretino tan grande como los clientes, pero era el único trabajo que había logrado conseguir.

—Yo no — intentó hablar, pero su jefe lo interrumpió.

—Lo que sea que tengas que decir no me interesa — habló en tono desinteresado —No me importan tus carencias o las necesidades de tu patética vida — agitó su mano para expresar su desinterés —Debiste pensar antes de meterte en problemas — abrió un cajón de su escritorio y sacó una cajetilla de cigarros —Puedes pasar por tu último pago el fin de semana — dijo mientras colocaba un cigarro entre sus labios —Ahora, lárgate de mi vista — dijo para después tomar un encendedor y prender su cigarro.

Sueños Rotos & Esperanzas Vacías Donde viven las historias. Descúbrelo ahora