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Caminaba con rumbo a su hogar (si es que así podía llamarle a ese lugar) después de salir de su trabajo, ya había oscurecido y leves gotas de lluvia caían del cielo.

Solo era una leve brisa, incapaz de empapar por completo a los transeúntes.

Katsuki estaba a tan solo unas 8 cuadras de llegar a su destino, pero la avenida por la que transitaba estaba inusualmente llena de gente.

Aquello lo confundió un poco, pues a esta hora no suele haber tanto tráfico de personas.

Se acercó con la intención de enterarse de lo que sucedía.

Un problema con un villano, nada del otro mundo.

Escuchó a varias personas murmurar acerca del enfrentamiento de un héroe y un villano, algo que debería acabar rápido, pero que curiosamente le ha tomado demasiado tiempo controlar al héroe en cuestión.

Katsuki bufó por lo bajo, preguntándose quién sería el lento que estaba manejando aquella situación.

Un brillante destello que iluminó la oscuridad de la noche le dió la respuesta.

El maldito Héroe brillante: Can't Stop Twinkling.

Katsuki frunció su ceño.

No era que la bola de disco con patas le molestara, en realidad era de esos compañeros que le daba igual, el tipo había sido literalmente un extra en su vida.

Pero verlo le era frustrante.

El solo pensamiento de que el maldito traidor de la UA durante la guerra había logrado convertirse en un héroe hacía estrago dentro de su cabeza.

"Hasta un traidor puede ser un héroe"

Aoyama Yuga era un héroe muy famoso y reconocido, si bien no entraba en la lista de héroes más populares de Japón, estaba dentro de la lista de héroes mejor vestidos.

El tipor incluso había modelado para sus propios padres.

Mitsuki Bakugo adoraba confeccionar ropa para el héroe brillante.

Katsuki mordió su labio inferior hasta que un delgado hilo de sangre descendió en un intento por alejar los pensamientos que comenzaban a llenar su cabeza.

Simplemente dio media vuelta y comenzó a caminar.

Esta noche tomaría el camino largo a casa.

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La puerta de la entrada se abrió con un horrible rechinido.

Katsuki hizo una mueca por el irritante sonido, pero rápidamente aquella mueca se convirtió en un ceño fruncido al escuchar el sonido que provenía del interior del departamento.

Sonoros y fuertes gemidos acompañados por el sonido de cuerpos al chocar era lo que llenaba el interior del departamento.

Chasqueó la lengua y entró, cerrando la puerta detrás de él.

Caminó hacia la cocina con la intención de encerrarse ahí y tratar de ignorar los agudos e irritantes gemidos de la zorra de turno.

Su compañero de apartamento tenía la costumbre de llegar a casa con una tipa diferente cada día, al principio era incómodo, ahora solo es fastidioso.

Abrió el refrigerador y sus ojos rápidamente buscaron algo para comer.

Por suerte aún había algo del curri que preparó hace dos días... ¿O eran tres?

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