Una cita de amigas

18 5 2
                                    

La mañana pasa volando hasta que llega la hora del patio. A media mañana, hacemos un pequeño descanso de veinte minutos donde podemos quedarnos en clase o salir a un patio interior que hay en la planta baja. Me giro en el pupitre y miro a Lía que está hablando con Liam, y por la sonrisa que ambos tienen en la cara, prefiero no interrumpir. Decido salir a tomar el aire sola. Mi compañero de pupitre hoy no se ha presentado a clase, así que no puedo "acorralarlo" como llevo intentando hacer los últimos dos días. 

Salgo de la sala y bajo por las escaleras sin girarme para ver si alguien viene detrás de mí; tengo la sensación de que así es, pero la ignoro. Acelero mi paso para llegar lo antes posible al pequeño oasis que se encuentra en el centro del edificio. Abro la puerta de madera pesada y salgo al exterior. 

Me encuentro con un porche igual que el de fuera del instituto, todo echo de piedra blanquecina y un poco desgastada. Con unos enormes arcos que dan a la plaza. Hoy hace mucho sol y los alumnos, como yo, han decidido que lo mejor era salir a tomar un poco de aire. 

Salgo del porche y ando por el camino de piedra que lleva al centro de la plaza, en la cual hay una fuente sin agua. Está seca y, aunque no tenga nada especial, encaja perfectamente con el estilo del convento. Monótono, aburrido, pero curiosamente armonioso y precioso arquitectónicamente hablando. Sería un lugar que, si no fuera, porque, estoy encerrada en él, vendría a visitar. 

Escucho unos pasos detrás de mi y me pongo tensa. Sé que no es ninguna amenaza y que no debo de estar en estado de alerta constante, pero no se me puede pedir eso. No cuando, hace tan poco he estado en una situación tan... complicada, por llamarlo de alguna manera.

No me doy la vuelta. Me resisto a la tentación ya que, si es alguien que quiere acercarse, ya lo hará. No me apetece mucho mantener una conversación ahora mismo, y mucho menos voy a ser yo quien dé el primer paso. Así que cierro los ojos y dejo que los rayos de sol penetren en mi piel y me hagan sentir la felicidad momentánea que siempre me crean. A los pocos segundos alguien a mi espalda carraspea, intentando llamar mi atención y yo, algo molesta por la interrupción me doy la vuelta con el ceño fruncido, un gesto característico mío. 

—¡Ey! —Me saluda Kalah con una mano encima de sus ojos a modo de visera. Repito su saludo y lo acompaño levantando la barbilla. No estoy muy habladora y debe de notarlo porque, cuando continúa, utiliza un tono mucho más triste.  —No quería molestarte, perdón.

Descanso los músculos de la cara y pongo una sonrisa. No soy borde, solo lo parezco. La morena imita mi cara y veo como se relaja. No he tenido momento para hablar con ella desde el accidente, y a decir verdad, he sido yo quien la ha estado evitando. Siento que tanto ella como Haim me están ocultando información y es algo que me molesta; me hace sentir tonta. 

—¿Cómo estás? —Pregunto después de un silencio demasiado largo. Está claro que no quiere que me sienta incómoda y ha preferido que sea yo quien siga hablando cuando me apetezca, un gesto que sin duda; me gusta. Miro el modelito de chica mala/lesbiana perdida que lleva hoy y no puedo evitar derretirme internamente. Hoy ha elegido unos pantalones anchos de cintura baja que hace que parte de su piel quede a la vista. La camiseta de tirantes que lleva no le cubre lo suficiente para que no pueda fijarme en su pronunciada forma de del vientre bajo. 

—Ahora que estoy contigo... Mejor. —Suelta entrecerrando los ojos de una manera encantadora. ¿Está ligando conmigo o solo son las ganas que tengo de que lo haga? 

Abro la boca para contestar pero me quedo en blanco, no me esperaba esa respuesta. Vale sí, sentía que la atracción era mutua, pero, estos últimos días siento que está siendo mucho más directa. No me quejo, me gusta. Aunque ahora que sé lo de Katia, un poco si que me quejo internamente. Cambio el peso de pie y pienso qué decir.

PENUMBRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora