CAPITULO 8

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CUERVO

Me giro sobre mis talones y me alejo de ella. La he estado siguiendo todos estos días, cuidando de ella, cerciorándome de que esté a salvo, que ningún imbécil pueda ir tras ella.

Tras lo que es mío.

He notado que sale a altas horas de la noche y no tiene sentido de la preservación, es descuidada. Por eso entré a su casa e instalé cámaras, eso me permite tenerla bajo control, saber cuando llegue y cuando sale, que está haciendo y quien llega a visitarla. Claramente hice ese movimiento cuando ella no estaba en su apartamento.

Me muero por sacarla de ese barrio, la he investigado y sé que viene de una buena familia, es hija de uno de los dueños de una multinacional, pero no ha querido hacerse cargo de ella.

No he dormido una mierda, entre cuidar de mi gacela, estar persiguiendo al hijo de perra que está por toda la maldita ciudad eliminando mujeres como si fueran una plaga de ratas que hay que sacarlas del medio.

Dejo el lugar y el bullicio del lugar, me duele la cabeza, odio los lugares con tanta gente, odio sentir sus olores, saber que respiran mi mismo aire, que no puedo simplemente chasquear los dedos y hacer que desaparezcan.

Camino hacia mi Aston Martin Valkyrie que he dejado estacionado en la parte de atrás del lugar.

Queria quedarme mas tiempo con mi gacela, cerciorarme de que no vendría otro imbécil a intentar poner sus asquerosas garras sobre ella.

La iría vuelve a invadir mi cuerpo, la había seguido después de salir del trabajo, vi como salió con su amiga y se dirigieron a ese puto lugar, entré detrás de ella y me hice a una distancia considerable, cuidé cada uno de sus movimientos, me fijé de todo aquel que la miraba y me encargué de que nadie se le acercara, pero el hijo de perra, se movió rápidamente llegando a ella, cuando vi como la miraba, como le sonría, como intentaba tocarla. La ira y los celos me invadieron y no pude seguir ocultándome, tenia que llegar a ella y alejarla de él.

Ella es solo mía.

Mi presa.

Mi gacela.

La razón por la que no he perdido la cabeza por completo.

Me acerque y me aseguré de que supiera que ya tiene dueño. Que no debe dejar que nadie mas la toque, pero al parecer eso a ella se le ha olvidado y tendré que volver a recordárselo.

Las castigaré por ponerme celoso.

Le recordaré a quien pertenece.

Antes de llegar a mi auto, con la cabeza le hago seña al hombre que traje.

-Mi señor – El hombre que mide mas de 1.90, es pura testosterona y masa muscular, se acerca.

-Cuídala, asegúrate que llegue a casa a salvo y que nadie se le acerque – Le ordeno – El hombre que intente hablarle lo embolsas y lo llevas a la bodega. No quiero que nadie la mire y le respire cerca.

Mi segundo al mando, encargado de mi seguridad asiente con la cabeza. Es callado, rara vez le escucho decir mas de una frase, tiene el cabello rubio cenizo, unos grandes ojos azules, es corpulento y lo que le da el aspecto aterrador es la cicatriz que le adorna el rostro. va desde la ceja hasta la mandíbula. Nunca le he preguntado como se la hizo.

Realmente me tiene sin cuidado.

Solo me importa que es un tipo leal, me ha cuidado las espaldas y ha estado conmigo hace mucho tiempo. Es la segunda persona en quien mas confío y por eso le deje a cargo de mi mas preciada obsesión. Sé que va a cuidar de ella con su vida.

OBSESIÓN (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora