capitulo 2

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Quién iba a pensar que con el tiempo nos íbamos a volver aún más inseparables? Nuestra amistad se convirtió en algo así como una conexión única que nos unía en las buenas y en las malas. Las personas a nuestro alrededor siempre bromeaban diciendo que formábamos una linda pareja, ¡pero qué va! Éramos solo dos amigos disfrutando de la vida, sin pensar mucho en lo que el futuro nos deparaba.

Recuerdo esa vez en la que estábamos con nuestros amigos y uno de ellos comenzó a contar una historia de terror que nos puso los pelos de punta. En un acto de pura travesura, apagué la luz y nos abrazamos del susto. La tensión duró solo unos segundos porque casi al instante, la luz se encendió y nos miramos a los ojos antes de soltar carcajadas. Esa broma fue épica.

Pero no todo dura para siempre y esta vez no era la excepción

llegó el día en que tuvimos que despedirnos. La noticia de que mi padre sería transferido a otra ciudad nos cayó como un balde de agua fría. Nos miramos con los ojos llenos de lágrimas, incapaces de contener la tristeza que nos invadía. Me abracé a él con fuerza, sintiendo cómo el dolor se apoderaba de mi pecho. Mis sollozos se mezclaban con los suyos, creando una sinfonía de tristeza y desolación.

Cada paso que me alejaba de él parecía una puñalada en el corazón. Mis pensamientos se nublaban con la incertidumbre del futuro y el vacío que dejaba su ausencia. El día que nos separamos se convirtió en el más doloroso que había experimentado hasta ese momento, dejando un hueco en mi vida que parecía imposible de llenar.

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