capítulo 5

13 1 0
                                    

El eco de mis palabras no dichas retumba en el vacío, y la ausencia de Liam es el cruel recordatorio de un amor no confesado, un remordimiento eterno que me consume.

Con el paso del tiempo, Liam y yo desarrollamos una estrecha amistad que parecía crecer con cada día que pasaba. Sin embargo, a medida que mis sentimientos hacia él se intensificaban, me invadía una profunda incertidumbre. ¿Era bueno o malo permitir que esos sentimientos florecieran? El miedo se apoderaba de mí, temiendo las consecuencias de dejarme llevar por emociones tan abrumadoras.

Comenzamos a pasar más tiempo juntos como amigos, disfrutando de la cercanía y la complicidad que compartíamos. Cada sonrisa suya, cada relato de sus vivencias diarias, alimentaban mi corazón de una manera indescriptible. Me encantaba escucharlo hablar sobre su día a día, sumergirme en su mundo y sentirme parte de él.

En uno de esos días en los que la complicidad reinaba entre nosotros, una pregunta inesperada rompió la armonía: "¿Alguna vez has imaginado un futuro juntos, tú y yo?" Mis palabras se quedaron atrapadas en mi garganta ante tal confesión. Mentí al responderle que no, aunque en realidad mi mente ya había tejido innumerables escenarios donde él y yo éramos protagonistas. Sabía que eran solo fantasías lejanas, destinadas a permanecer en el reino de lo irrealizable.

A medida que el tiempo transcurría, mis sentimientos hacia Liam se fortalecían sin tregua. Cada día lo quería más, cada gesto suyo resonaba en lo más profundo de mi ser. La idea de perderlo se volvía insoportable, pero nada podía detener el torrente arrollador de emociones que me consumían.

Un año había pasado desde que nuestros caminos se entrelazaron, y mi amor por él seguía creciendo imparable. Sin embargo, un giro inesperado del destino truncó mis esperanzas. Al llegar a la escuela un día cualquiera, su ausencia me golpeó con fuerza. Mis amigos me revelaron la verdad: Liam había partido a otro continente para reunirse con su madre, dejando atrás todo lo conocido.

Intenté mantener la compostura frente a mis amigos, pero al llegar a casa, las lágrimas brotaron sin control. El dolor de su partida no residía en la distancia física que nos separaría, sino en la certeza de lo que nunca sería. Aquel día planeaba confesarle mis sentimientos después de años de silenciosa devoción, pero ahora era demasiado tarde.

El remordimiento y la tristeza se apoderaron de mí al comprender que la oportunidad perdida jamás volvería. El valor para declararle mi amor se desvaneció junto con su partida, dejándome sumida en un mar de emociones encontradas y un profundo vacío en el alma.

fragmentos de romanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora