doce.

732 38 0
                                    

Despierto con dificultad, pero la luz cegadora que tengo justo delante de mis ojos hace que cierre los ojos otra vez.

-Eh, Martin. Martin, ¿estás bien? Tranquilo, voy a llamar a un médico- me dice una voz familiar que no soy capaz de identificar. Miro hacia los lados y solo veo paredes blancas y un gotero a mi lado. También veo que estoy lleno de cables. ¿Qué narices ha pasado?

Entra una doctora que me examina. Me está mirando los ojos con una linterna, también los oídos.

-Hola, Martin. Soy la doctora Rodriguez. ¿Sabes lo que ha pasado? - no, no lo sé, pero sé que Juanjo no está a mi lado.

-¿Y Juanjo? ¿Dónde está Juanjo? ¿JUANJO? - miro hacia mi derecha y ahora si puedo reconocer a Paul. Lo miro, casi rogándole que me diga dónde está mi novio- Paul. Por favor. Dime dónde está.

-Martin, tranquilo. Juanjo está bien. Habéis tenido un pequeño accidente. Todo está bien. Has recibido un golpe en la cabeza, pero está todo controlado, aunque te tengas que quedar unos días aquí. Juanjo está en quirófano porque se ha partido la muñeca.

-Pero, ¿cómo ha sido? ¿Qué ha pasado? No me acuerdo de nada. Solo sé que íbamos saliendo de Madrid dirección Magallón, y le pregunté que... -lo recuerdo. Le pregunté si quería vivir conmigo. Una sonrisa se había formado en su cara y aparto la vista un segundo para darme un beso y...- Joder, fue mi culpa.

-Oye, no fue tu culpa, Martin. Son cosas que le pueden pasar a cualquiera, y los dos estáis bien. Solo son lesiones leves. Me ha dicho el médico que traerán a Juanjo a esta planta para que estéis juntos.

-Sí es mi culpa, Paul, joder. Que llevaba pensando en preguntarle tres semanas y no se me ocurre otro momento que cuando vamos en el coche- la puerta se abre y aparece el maño en la camilla. Me intento levantar para ver cómo está, pero me mareo demasiado y vuelvo a caer en esta.

-Martin...-su voz suena muy preocupada y muy flojita-. Martin, ¿cómo estás?

-Juanjo -comienzo a soltar las lágrimas que había retenido desde que desperté. El enfermero coloca la camilla de Juanjo pegando a la mía, sin un milímetro de distancia. Lo tengo a dos centímetros y parece que lo tengo a dos metros. No me puedo mover mucho-. Lo siento, ha sido mi culpa. Yo... Yo debería haber esperado a llegar a Magallón o yo que sé, joder.

-Martin, mírame, mírame, por favor. Nada de esto ha sido culpa tuya. Son cosas que pasan. Estamos bien- miro a Juanjo detenidamente y veo que tiene el ojo un poco morado y en labio tiene un pequeño punto de sutura. Me levanto despacio y voy al cuarto de baño. Me observo en el espejo y puedo ver que tengo la nariz rota y un derrame en el ojo. Me siento en el borde de la bañera. No sé cuánto tiempo pasa, pero Chiara aparece por la puerta, mirándome preocupada.

-Martin, cariño. Todo está bien. Vamos, sal. Estamos todos, y Juanjo no para de preguntar por ti- me tiende la mano que acepto con mucho cuidado y me levanto. Salgo del servicio y, sin mirar a nadie, me voy a la camilla de Juanjo, lo abrazo y me duermo mientras que me estrecha con el brazo que no tiene escayolado.

No sé qué hora es, pero me despiertan unos susurros. No abro los ojos, solo escucho detenidamente.

-Nieves, ¿tenéis sitio para dormir? Mi hermano tiene una casa aquí al lado. Nosotros nos vamos a quedar allí para no tener que estar cogiendo noches de hotel.

-Muchas gracias, Rebeca, de verdad. Creo que voy a aceptar vuestra oferta, porque estoy un poco cansada del viaje. Y ellos se ven que están bien, y sobre todo tranquilos.

-Claro que sí, mamá. Martin está bien, y yo también, solo que un poco manco. Pero no os preocupéis, que nosotros nos apañamos.

Abro los ojos y veo a Nieves y a mi madre mirándome con ternura. Juanjo me está acariciando el pelo, pero para cuando nota que me he movido.

Aguasal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora