Mejillas gordas

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Habían pasado más o menos unas horas(o al menos eso creo Minho) cuando el lindo castaño entro a la habitación nuevamente, tomando la silla para jalar de ella hasta que estuvieran lo suficientemente cerca cuando el pudiera estar sentado.
Parecía masticar algo, dejando que sus mejillas se inflaran un poco en el proceso, dejando que sus brillantes ojos chocarán con los ojerosos y cansados de Lee.

¿Te golpee muy fuerte, conejito? Perdóname, por favor —. susurró acariciando la sangre seca que había de los labios superiores del azabache, notando el tiempo que había pasado.

Sueltame, maldito. No me toques —refunfuño con su entrecejo fruncido, intentando alejar lo más posible su rostro del suave tacto como el de Han.

El castaño, le regaló esa sonrisa tan dulce y adorable, pasando el hecho que le había lastimado el tabique de su nariz un par de horas atrás.

No deberías de tratarme así, Minhonnie. Ya no tenemos 15 años, ahora somos adultos, debemos ser más inteligentes y dejar de ser así —. Aquel hombre hablaba con una confianza, mientras acariciaba el cabello con suavidad.
Si minho no estuviera secuestrado y atado a una silla, tenía dos respuestas a esa acción.

O lo golpeaba por tocarlo.
O aceptaba las caricias con gusto.

Pero, vamos, ese chico no estaba mal.

Tenía ojos brillantes, cabello castaño, piel blanca como si fuera porcelana, una sonrisa grande y hermosa y esos labios tan rosas.
Dios, Minho estaba enloqueciendo si creía todo eso de un maldito loco.

Ni siquiera se quién eres, maniático —El castaño suspiro, llevando sus ojos a las mejillas ajenas para que esté le mirase fijamente, buscando la máxima atención del azabache —. Mírame, Minho. Mira estos cachetes y dime si no recuerdas al maldito puerco de tu clase quien le tiraba todas las bebidas que tuvieras en la mano solo para verlo llorar —Aquellas palabras tan profundas y con esa mirada llena de rencor hizo que en su mente se hiciera un ligero Tic en ella, tan rápido como un pestañeo.

Han <puerco> Jisung ¿Eres tú? —pregunto con sus ojos entrecerrados intentando encajar el rostro que él recordaba con el de ahora.
Hasta la voz había cambiado ¿Cómo podía saber quién era?
El mismo y unico. Soy el maldito puerco con mejillas gordas y cada redonda de quién te burlabas todos los días. ¿Cuánto teníamos? ¿16 años? Si, fue una época divertida —comento con voz pausada como si de un hermoso recuerdo de los años de antaño, soltó un buen suspiro que pareció liberar todo el aire en sus pulmones antes de continuar.

Ahora... Ahora estamos juntos lindos conejito. Ya no puedes golpearme y yo ahora puedo decirte que siempre me gustaste —un escalofrío recorrió su espalda dorsal, al sentir la confesión pasar por sus tímpanos, cerro sus ojos y negó, maldijo y se quejo al mismo tiempo.

Dios mío, ahora sabía porque estaba aquí.

—Tengo que trabajar, conejito travieso. No grites mucho —. Una pequeña palmada cayo en la mejilla ajena, con una carcajada que cambio de amabilidad a sorna, dándole una mirada de que se burlaba en su cara y él no podía hacer nada más que quejarse, que gritarle y maldecirle, una y otra y otra y otra vez.

Después de esto vienen los flashbacks de Han, para que no se confundan 🫵🏻

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Nos vemos mañana, byeee

¿Estocolmo? [Minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora