¿Ahora Qué Hiciste?

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— ¡¡Noooooooo!! ¡Esto no puede estar pasándome a mi!

La joven kido estaba arrodillada, con manos extendidas al cielo como reclamándole a alguien de arriba.

Sus ojos se enfocaron de nuevo en aquella canasta con una pequeña y fina manta.

Volvió a levantar la manta para ver al interior, pero nuevamente empezó gritar al cielo, jalando su cabello en desesperación y finalmente tirándose en el pasto del jardín.

— ¡¿Por qué tenías que hacer, específicamente a mi, esta terrible atrosidad?!

Si volvemos unos momentos atrás podremos entender la situación de saori.

La joven diosa estaba en el Olimpo, la verdad al descubrir su poder no pudo evitar experimentar y saber más de él, pero si quería hacer eso no tendría que estar en el santuario, pues tenía miedo de causar alguna explosión o lago por el estilo, y no podía hacerlo en su mansión por las mismas razones, así que decidió acudir a otro lugar, ¿y qué mejor que el Olimpo?

Sin que se diera cuenta sus acciones solo asustaba a las pobres ninfas que iban a refugiarse a los brazos de algún dios.

Ya eran varios días en que la pelilila siguiera en lo mismo, al ver bien la situación, cierto Dios decidió jugarle una "pequeña" broma.

— ¿qué tanto haces, athena?

— padre. — se arrodilló en señal de respeto al líder de los dioses; zeus.

— me han llegado reportes de que andas jugando a las brujas, ¿es eso cierto?

—... Yo no lo diría de esa forma... — la joven bajó el rostro avergonzada. — sólo quería saber hasta donde puedo ser capaz de llegar.

Ante tal respuesta, el Dios Sonrió con malicia, sin que la chica lo notara, claro. Acarició suavemente su cabello en señal de comprensión.

— ya, ya, no tienes de que avergonzarte. Todos lo hacemos, querida. Pero si tanta es tu curiosidad te propongo un reto.

— ¿un reto? — saori vio extrañada ante aquella palabra; zeus no era un dios con ese tipo de cosas, pero al ser su hija favorita quizás haya una excepción.

El Dios asintio sonriendo de oreja a oreja. — mhmm. Sé que eres capaz de llegar a donde te propongas, pero este reto implica sellar tus dones divinos, si es que querés hacerlo. — concluyó al ver la expresión de athena.

La diosa se desconcertó por aquello. ¿Entonces cómo chingados haré el reto si no tengo mi don divino? Ése era su pensamiento interno, no quería gritarle a su padre. Aunque la verdad sospechaba de algo, lo malo que no sabía qué era.

— tu reto será en la casa que tienes en la tierra, y como sé que eres la más sabía y talentosa entre todos los olimpicos, lograrás acabarlo en poco tiempo.

Saori sonrió emocionada y orgullosa ante el alago, desechando cualquier sospecha. Sin ser consiente de que en ese juego estaban incluido su más leal y tierno amigo.

Fue de vuelta a su mansión en Japón, sin imaginar lo que la esperaba en el camino.

Y ahora si, volvimos al principio.

— ikki va a matarme... — se dijo así misma al ver de nuevo la canasta. — ¡Aagh! ¡Mendigo zeus, viejo panzon!

— ¿señorita saori, esta bien?

La pobre saltó del gran susto al escuchar la voz de uno de sus guerreros. Rápidamente cubrió la canasta con su grueso vestido, no podía permitir que lo viera, la verdad jabu era muy chismoso y no quería sufrir las llamas del Fénix.

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