Capítulo 18

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Poché

Escuché que se cerró la puerta y me puse a llorar, lloré como nunca lo había hecho por una mujer, ni siquiera por... ella.

De tanto llorar solo me quedé dormida. Cuando desperté Vale tenía los ojos abiertos así que me acerqué a ella.

—Hola pulga ¿Despertaste hace mucho?—

—Hola, no, recién lo hago. Estabas muy dormida—

—El cansancio me ganó— dije con una sonrisa —¿Cómo estás? ¿Te duele algo?— negó.

—Estoy bien ¿Tú?— fruncí mi ceño —Por el tamaño de tus ojos me doy cuenta que lloraste ¿Estás bien?— le di un beso en la frente.

—Estoy bien, no te preocupes—

—Si no me dices me voy a preocupar, así que empieza a hablar— suspiré fuerte.

—Digamos que anoche Daniela y yo nos depedimos y dimos por terminado lo que sea que teníamos. Esa es la realidad—

—Lo siento mucho— asentí y acaricié sus manos.

—Lo importante ahora es que te recuperes hermanita, el doctor dijo que todo había salido bien, dentro de unos meses volverás a caminar— dije emocionada y ella sonrió.

—¿De verdad?— asentí —Ahora mas que nunca quiero poner de mi parte— alcé mis cejas.

—¿Y eso?—

—Solo es un decir Poch— besé su mano y en eso se escuchó la puerta.

—Hola ¿Puedo entrar?— era Leo.

—Claro pasa— se acercó y sonrió al ver a Valentina despierta.

—¿Cómo te sientes?—

—Bien, gracias por venir—

—¿Y tú que?— me volteó a ver —¿Te operaste los ojos o qué? Los tienes muy hinchados— le saqué el dedo medio y se empezaron a reír.

—Voy por café ¿Quieres uno?—

—Sí. Toma, antes de que espantes a alguien— me dio sus lentes oscuros.

Me reí y los tomé. Le agradecí internamente.

Los dejé solos y me dirigí a la cafetería pero antes me encontre a Celeste.

—Le traje el desayuno— esta mujer era un ángel.

—Justo a tiempo, iba a la cafetería— le di un abrazo.

—¿Ya despertó Vale?— asentí tomando las cosas.

—Sí, dijo que está bien, no le duele nada—

—Que alegre escuchar eso, vaya a comer y yo voy a verla—

—¿Ya comiste?— asintió —Bueno, aunque no está sola— me vio confundida —Leo vino a verla, él se quedó con ella—

—¿Él está aquí?— asentí y ella se puso seria.

—¿Qué pasa?—

—Leo está interesado en Vale— me dio risa y negué.

—No, él sola le tiene cariño. Pero nada más o tal vez la quiere como una hermana, quítate esa idea de la cabeza—

—Bien, vaya a comer y yo voy a verla— asentí.

—Gracias otra vez— me dirigí a la cafetería y ella a la habitación de Valentina.



Leonardo

Salí de la casa lo antes posible, necesitaba ver a Valentina. Jamás pensé  tragarme a este nivel de no importarme nada, de importarme la edad o las consecuencias que podría traer el estar con ella.

Vuelvo a Diciembre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora