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Con el paso de los días, Ron solo podía suspirar y preocuparse al respecto.

Harry iba decayendo ante sus ojos y él era incapaz de ayudarlo, porque Harry no quería ayuda.

Ron había empezado una rutina, otra más, abandonando sus largas horas de reconfortante sueño, no por voluntad propia, sino porque Harry estaba teniendo sonoras pesadillas otra vez, asustando a Ron cada vez que empezaba a murmurar "No, no, lo lamento", esa no era la misma pesadilla de siempre, era algo más; pero cuando lo despertaba para preguntarle sobre qué soñaba, Harry, a pesar de estar tan agitado que sudaba y sus ojos no paraba de temblar llenos de lágrimas, solo decía que no era nada.

Ron estaba cansado, de todo, pero particularmente de Harry. En las comidas, tanto desayunos, almuerzos y cenas, Harry fijaba su mirada en algo atrás de él, alertando a Ron, pero Harry le suplicaba que por favor no se volteara a ver.

Noches sin dormir, comidas preocupado, y largos días viendo como Harry a cada hora se volvía un poco más loco que la hora anterior. Los únicos momentos de paz era cuando su cargo de "Mejor amigo preocupado" era relevado por Fred y George en los entrenamientos de quidditch.

Ahora mismo, él y Hermione estaban sentados en un ventanal en un pasillo cualquiera de Hogwarts.

–¿Hiciste tú tarea, Ron?

–¿Luzco como si me hubiera preocupado por mis tareas?

Hermione cerró el libro que leía, y lo miró a los ojos con algo de desesperanza.

–Yo tampoco.

Ron se sorprendió por eso, seguramente Hermione estaba en las mismas que él, con la diferencia de que ella se arreglaba todos los días, y solo con eso ya lucía como si ni siquiera estuviera al tanto de lo que estaba pasando con el mayor dolor de cabeza de ambos, Potter.

–No sé que le estará pasando.

–¿No te ha dicho nada, Ron?

–Ni siquiera trata de mirarme a los ojos últimamente. Solo niega muy fuerte con la cabeza y me dice que no es nada.

–Conmigo es igual.

Se miraron unos segundos. Hermione rectamente sentada con el libro en sus piernas, su uniforme perfectamente puesto y su cabello perfectamente peinado; mientras Ron, con sus grandes ojeras bajo sus ojos, su cabello despeinado que no desviaba la atención de su uniforme parchado y descolorido que con suerte hacía el esfuerzo de ponerse. Eran dos caras de la misma moneda ante los ojos de Ron, ya que ambos estaban demasiado cansados, y si en Ron era súper notorio, en Hermione era sutil, con esos olvidos de sus deberes o con cosas como ahora, que prefería dejar de leer su libro favorito del momento para mirar a Ron.

Hermione miró por la ventana, Ron no la imitó hasta que ella salió corriendo con cara de susto. Ron miró por la ventana, para saber por qué se había ido así, y vió una escena que nunca creyó ver. Harry Potter, iba volviendo mucho más temprano de la práctica de quidditch, con todos sus implementos en mano.

Ron corrió trás Hermione, llegó mucho más rápido que ella al ser mucho más alto, y pudo ver perfectamente como Harry empezaba a llorar cuando Hermione le preguntaba "¿Qué pasó?"

–Me expulsaron.

Ron estaba, estupefacto. Harry Potter, el miembro más joven de un equipo de quidditch en cientos de años, el mejor buscador de la historia de Gryffindor, el niño prodigio que estaba destinado a ser el nuevo capitán del equipo tan pronto Oliver se graduara este año de Hogwarts, había sido expulsado del equipo.

–¡¿Por qué?!

Harry, los miró, con tal cara de aflicción que parecía que para contarles tendría que revelarles el mayor secreto de su vida. Solo miró a los lados y luego negó con la cabeza.

–No es nada, no es nada– murmuró–. Ron, toma, yo, te la regalo.

Ron tomó la escoba de Harry, sin aceptarla como regalo, solo la tomó para que Harry se tambaleara, liberándose de Hermione, y caminara al interior del castillo. Dejándolos a ellos dos ahí.

"I can feel your heartbeat" // DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora