Caer en una trampa

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"Querido amigo, ha pasado tanto este último mes que en unas pocas páginas no podría ni resumir la mitad de ella, también halló bastante deshonroso a nuestra larga camaradería que pasó a una unión de hermandad, contarte todo esto por una carta.

Sabito, mi fiel amigo. Anunció mi pronta boda, solo a ti quien creo fervientemente que comprenderías las llamas de la pasión que me consumen, solo tu mi amigo quien ha estado conmigo en las buenas y en las malas, en grandes castillos y las más horribles trincheras de la guerra contra Minerva, debe saber está noticia y más nadie.

Solo tu quien sabe bien que es el amor o al menos el ardor que está consumiendo mi corazón. Eres tú quien ha insistido por años que sucumba al deseo de un Omega, incluso si yo me he negado a tus más bondadosas ofertas de conocer a uno de tus tantos ex amantes.

He caído, a una sin igual. No ex amante tuya por supuesto, nunca me atrevería, pero si a una Omega que con solo un suspiro me quita el aliento.

Una seductora sin igual, lo juro. He sido fuerte pues tú bien sabes que mi padre ya tiene candidatas para buenas esposas, nunca habría ido contra su palabra, lo juro.

De no ser por ella.

Temen de tus andanzas amigo mío, pues si hay otra como ella, no hay escapatoria de sus ojos, ni que quisiera. Un alma tan libre como la tuya, no la vería pasando por el más delicioso sufrimiento que sufro.

Por lo tanto te suplico, ven a la casa que poseo en la aldea Hino, lejos de mi familia. Lejos del escrutinio de las ciudades donde sería fácilmente reconocido, donde hemos jurado a ser hermano del alma, aunque la sangre no nos una. Una Sacerdotisa Solar espera para que tú seas parte de mi fiel nube testigo de esta unión que solo nuestro señor el Sol va a presenciar" - Carta de Rengoku Kyojuoro, Capitán del fuerte del Alba, a su fiel amigo el Capitán Urokodaki Sabito.

El capitán casi gruñó, no podía creer que había caído en la trampa del Omega y había perdido tan estrepitosamente, pero estaba desesperado, así que acepto el trato tomando la mano de este, que no era pequeña era casi igual que las suyas.

Sabito lo recordaba a la perfección incluso si todo eso había ocurrido antes del medio día, recordaba el peso su mano, algunos cayos y algunas cicatrices, no todas y eso le molestaba de alguna manera. Incluso sus labios habían dolido por un segundo al aguantar las ganas de besar el dorso de mano y estudiar cada detalle de ella.

"Había caído en su trampa"

Se repetía una y otra vez. Pretendía que no lo hacía, que estaba todo en control y algo tan ridículo como un simple Omega no podía sacudir su mundo en pocos días.

"Había caído en su trampa"

Pues caminaba de un lado al otro en su habitación casi con desesperación, girando una daga en sus manos esperando un simple toque a su puerta mientras el sol estaba pronto a ocultarse. Pensaba en cada palabra que salieron de aquellos labios, en cada movimiento, en cada respuesta que no tenía y quería saber de él.

"Había caído en su trampa"

Pues debía ser una trampa, aunque toda la tarde hubo pequeños enfrentamientos en la frontera que probaban que El general Shinazugawa no estaba muy del lado del Omega pero igual lo quería a su lado para salvar su honor. Eso debía significar que todo eso debía ser una trampa.

Debido a que si conocía de pocos días al Omega, lo recordaba más de lo que deberia.

No era pequeño, en definitiva no era un clásico Omega de escaso tamaño y tan flaco como una rama que en cualquier segundo se partiría. Incluso, era unos centímetros más alto que el alfa que le hacía tragar saliva cada vez que alzaba su mirada y ahí estaba como una escultura del Dios de la belleza en un templo mirándole hacia abajo. Esa maldita altura que le daba sus piernas largas y para nada débiles, eran gruesas y fuertes...

Eunomia ; SabiGiyuu (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora