El nuevo cuatrimestre iniciaba en la Universidad, y Vicente seguía teniendo un enamoramiento por Roberto, ¿Lo bueno? Lo bueno es que se propuso a conquistarlo y robarle un beso.
Todos entraron a la nueva aula, algunos compañeros eran nuevos y otros los de siempre, entre ellos se encontraban Roberto y Vicente. Pero alguien nuevo se sumaba al grupo, la novia de Roberto. Ambos chicos llegaron muy acaramelados (o bueno, solo ella).
¿Qué es eso? Ese sonido es el de dos corazones rompiéndose, y una pelinegra de anteojos lo noto, sin pensarlo mucho decidió que ese día hablaría con Vicente, tenía curiosidad.
-Deberías decirle- Vicente miro de reojo, su compañera Sara le hablaba.
- ¿Decirle qué a quién? - por supuesto que sabía de qué y de quién hablaba, pero no estaba seguro, no pensaba delatarse por sí mismo.
-Que te gusta, hasta yo puedo sentir la tensión que hay entre ustedes- el más alto se sintió avergonzado, el no creía ser tan obvio, y en realidad no lo fue, solo fue Sara y su muy observadora personalidad.
-Él tiene novia- y Sara por primera vez sintió pena por un hombre, sabía que no estaba bien el que Roberto siguiera lastimándose en esa relación casi deshecha y evitar querer a alguien quien no tiene en sus planes lastimarlo, a ella le parecía más conveniente que Roberto estuviera con Vicente que con su falsa novia Laura.
-Entonces sácala del caminó - el joven se sorprendió, él no quería lastimar a nadie y mucho menos a su pequeño, negó levemente y le mostró una sonrisa sincera, pero triste.
-No puedo hacer eso si el la ama- la chica soltó un bufido.
-Ya no hay amor por lo que sé, él solo intenta reparar algo que ella rompió, sabes, dudo que puedan repararlo si ella sigue siendo una pone cachos, Roberto no merece eso- terminando de decir esto la joven fue a tomar asiento con sus demás amigas, y a Vicente se le iluminó el rostro, ahora sabía que tenía una muy mínima oportunidad, solo debía intentarlo.
Alrededor del primer mes del cuarto cuatrimestre aparecían diferentes flores en su banca con una nota donde decía su nombre, en efecto, para él. Su novia se sentía molesta, ¿Quién se atrevía a dejarle flores a su novio? Nadie debía ni podía, ella creía que el muchacho estaba a sus pies.
Por otro lado, Roberto sonreía suavemente después de tomar cada flor.
. . .
A solas, solo necesitaba unos minutos a solas con él muchacho, solo quería decir lo que sentía así que, sin pensarlo más, durante el pequeño receso donde todos se ausentaban en el aula decidió tomar acción.
Cerró la puerta tras él en cuanto salió la novia a Roberto, solo estaban ellos dos, solos, cómo en el bosque. Roberto lo miro extrañado con una ceja alzada interrogante.
-Tengo que decirte algo- y ahí iba de nuevo, Roberto se estaba preparando para huir, pero esta vez fue detenido por Vicente, quien le acorraló en la pared y se acercó peligrosamente a su rostro. Roberto era una bola de nervios y respiraba agitadamente con disimulo. -Me gustas, y me gustas mucho- lo dijo, finalmente lo había dicho, el corazón del más bajo latía tan rápido como el del más alto, tanto que se sincronizaban ambos corazones danzantes.
Vicente se acercó más a su rostro, ambas respiraciones levemente agitadas chocaban, el pelinegro podía sentir el olor a menta que provenía de Vicente, y el más alto podía sentir el delicioso olor a fresas preveniente de la boca de Roberto, le encantaba. Ahora se sentía amar las fresas. Ambos se miraban directamente a los ojos, de nuevo negro y marrón se encontraban y conectaban de la misma manera que anteriormente, ambas miradas brillaban, la misma noche envidiaba las estrellas que se reflejaban en sus ojos cuando se veían.
Vicente avanzó más cerrando los ojos y finalmente unió sus labios con el de más baja estatura, "¿Acaso esto era tocar el cielo?" pensó, la suavidad de los labios contrarios le atraparon, quería besarlos siempre todos los días de su vida.
Y Roberto estaba en shock, no se movió ni un centímetro, aún procesaba lo que estaba pasando, pero con finalidad cedió a los carnosos y suaves belfos de Vicente, ambas bocas danzaban en una suave melodía, degustando el sabor de la contraria a la suyas.
Menta invadió a fresa. Y fresa inundo de su sabor a menta.
Roberto llevo sus manos a la nuca de Vicente para profundizar el tierno beso. Y Vicente llevo sus manos en un corto viaje a la cintura de Roberto.
. . .
Se sumergieron tanto en su dicha que no notaron a las tres pelinegras observar con deleite aquel beso, Sara se sentía orgullosa por sus amigos, finalmente se expresaban lo que sentían. Les dieron otro rato de privacidad evitando que los alumnos entrarán de inmediato al aula, costo demasiado más cuando llegó la novia de Roberto, pero cuando ella entro ambos jóvenes se encontraban en cada uno de sus lugares, estudiando, o fingiendo estudiar, porque claro, el cabello levemente desordenado, los labios hinchados y los sonrojos nadie los noto. Bueno, a excepción de las tres jóvenes cómplices de ese inocente amor.
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¿Olvidarte?
Fanfiction-¿Puedo ser tu compañía, tu delirio y tu consuelo?-preguntó el joven más alto con quietud y suma atención, el de ojos negros balbuceo un poco, el quiere pero tiene miedo. -Tú puedes- dijo en un susurró al más alto.