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 La mansión se veía hermosa, la celebración se llevaba a cabo en la casa de los señores Vann, los invitados llegaban animadamente y abrazaban a los padres de Roberto.

Entonces unos ojos marrones chocaron con unos ojos negros, los ojos marrones más hermosos y únicos que hicieron latir su corazón desenfrenadamente. Y el ambiente se sintió nostálgico y melancólico.

Samantha entraba del brazo de Vicente, ambos con una sonrisa en sus rostros. Algunas personas los miraban con admiración y envidia (de la buena).

Roberto recibió muchos regalos lujosos de buenas familias, algunas madres le presentaban al muchacho a sus hijas destacando las cualidades de estás, prácticamente ofreciéndolas al mejor postor, pero a Beto no le interesaba ninguna. A la hora de apagar la vela del pastel, Roberto le permitió al pequeño Santiago apagar las velas de su pastel, y en la mordida de éste Gabriela estampó su rostro en el pastel logrando que el muchacho terminará con la cara llena de pastel, la servidumbre se encargó de repartir para que los invitados comieran un poco de pastel mientras el limpiaba su rostro. La música inundaba a sus oídos de notas suaves y preciosas, las personas bailaban las lentas baladas y otras solo observaban.

Santiago se sentía muy cansado, el día había sido muy largo para un pequeño como él y Roberto se dio la tarea de dejarle en su habitación para que descansará cómodamente sin ruido alguno que pueda lastimarle.

Volviendo a la fiesta se encontró con Vicente en el pasillo y ambos salieron al jardín a tomar un poco de aire. Realmente Vicente se lo pidió, quería hablar y aclarar la tormenta de su corazón y mente.

-Después del accidente ¿Por qué nunca me buscaste? - soltó de pronto Vicente.

- ¿Por qué no me buscaste cuando recuperaste tus recuerdos? - preguntó Roberto. -Me olvidaste, y creí que era mejor si me alejaba, Samantha dijo que te cause muchos problemas con tus padres- dijo.

- ¿Olvidarte? ¿Cómo podría olvidar a la persona que amo? - preguntó Vicente confundido y con un nudo en la garganta. ¿Cómo podría olvidarlo? Él realmente lo amó, aún lo ama. -Samantha dijo que mi padre te dio dinero para que te alejaras de mí y que tú aceptaste - dijo con la voz un poco rota, le dolía.

-Tú padre sí me ofreció dinero, pero no lo acepté. No podría. No porque yo también tenga dinero, era porque no podría vender mis sentimientos. Porque te amaba- Ese "te amaba" dolió como mil dagas. Si seguían hablando del tema, Roberto volvería a romperse frente a él. - después de eso me reuní con Sam, y me dijo que tenías amnesia y que no me recordabas y tampoco la recordabas a ella. Me dijo que era mejor alejarme. Y tenía razón, por mi culpa tuviste ese accidente- dijo soltando un largo suspiro en un intento de deshacer aquel nudo que comenzaba a apoderarse de su garganta.

-Yo nunca tuve amnesia, Sam dijo que habías vuelto con Laura y que no te interesaba verme, ella me mostró las fotos donde te besabas con ella- dijo con silenciosas lágrimas resbalando en sus mejillas. -Después mi padre me transfirió a Estados Unidos y no supe absolutamente nada de ti, luego mis padres me comprometieron con Sam y nos casamos, porque...-

- ¿Por qué? - preguntó suavemente Beto mientras quitaba el rastro de lágrimas de su rostro con la manga de su traje.

-Porque mis padres arreglaron el matrimonio y yo cedí porque ya no te tenía a ti y Samantha era mi mejor amiga, creí que sería una buena esposa- Y finalmente abrió los ojos, Samantha, a quien creía su mejor amiga y compañera, fue la persona que lo separó de quién ama, no su padre, no su madre, fue ella, siempre fue Samantha. A su padre solo le convenía la separación.

-Yo tuve una aventura con Laura y nació mi hijo, después ella se fue, pero Santiago me sostenía y me mantenía de pie solo con su pequeña sonrisa- dijo Roberto y entonces Vicente entendió la existencia de Santiago. -Yo no volví con Laura, ese día antes de enterarme del accidente ella me contactó para reunirnos y yo cedí, me pidió que volviéramos, pero no quería hacerlo porque mi corazón y mi alma ya te pertenecía. Entonces ella me besó y me fui porque no quería saber más de ella. Si la acompañe en el embarazo, pero no tenía otro tipo de relación con ella. Fue un gran alivió cuando se fue- dio otro largo suspiro.

Ambos chicos voltearon a verse, los dos se sentían devastados, los separaron.

Y Vicente se veía tan roto, su sollozo era silencioso, todo ese tiempo creyó que Roberto se había alejado solo porque sí. Y Roberto también lloraba, él creyó que el más alto no lo recordaba. ¿Por qué lloraban si el tiempo ya había pasado? Porque aún se aman.

Y como si volvieran a ser los imanes que eran ambos se fueron acercando levemente, suave, no queriendo que acabe pronto. Entonces la menta invadió a la fresa y la fresa se dejó dominar por la menta. Y un toque salado de lágrimas de dolor le daba el toque final a esa danza observada por la luna...

Y por ellos, que desde el balcón observaban en silencio.

¿Olvidarte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora