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Roberto miro mal al más alto, mientras que este le explicaba lo que había sucedido, saltándose la parte de Samanta, no porque quisiera ocultarlo, sino porque él no lo creía importante.

-Por favor perdóname, pequeño- Vicente tomó sus manos y acarició el dorso de estás mismas de manera suave y cariñosa. -No volverá a pasar, y si no puedo ir está vez estaré más pendiente de mi celular- acercó sus manos a su rostro para dejar un beso en estas.

-Me preocupe demasiado- dijo con un tono triste Roberto.

Vicente se sentía feliz, su pequeño se preocupaba genuinamente por él.

-Lo siento mucho- el más alto dejo un beso sobre su frente y lo atrajo en un cálido abrazo, Roberto incluso podía sentir el frío desaparecer en cuanto los grandes brazos de Vicente lo atrapaban en cálidos abrazos y dulces besos en el rostro. Y al oji-marrón le gustaba abrazar a su amado.

. . .

Los inconvenientes ya no eran frecuentes, pero si la insistencia de los padres de Vicente. Se acercaban las inscripciones cuatrimestrales, las vacaciones de fin del anterior cuatrimestre habían terminado, tal parecía que la universidad había aceptado a una alumna transferida de otra universidad.

Para Vicente sus únicos momentos de tranquilidad eran cuando estaba cerca de Roberto dándole mimos o viceversa o tomando su cintura con posesividad, o simplemente tomando clases junto a él.

El primer día de inicio a su octavo cuatrimestre en universidad se encontró con Samanta, le parecía extraño porque él tenía en cuenta que la joven estudiaba en otra universidad.

- ¿Qué haces por acá? - preguntó el muchacho amistosamente.

La joven se colgó de su brazo y le sonrió con ternura.

-Yo quería estar más cerca de ti, así que le dije a mi pá que me ayudara a transferirme a esta universidad, y además es muy linda- dijo la señorita, sin embargo, Vicente casi no presto atención intentando sacar a la joven de su brazo.

-Qué bueno, pero me tengo que ir- Vicente se fue, estaba por llegar tarde a su primera clase. Al llegar al aula notó que el maestro con quién tenía clase aún no llegaba y eso era bueno, porque tenía tiempo para darle los buenos días a su novio quien ya se encontraba sentado en su nuevo lugar.

Roberto volteó al verlo acercarse y sonrió, el joven de pie beso su coronilla y le entrego una flor de papel.

-Lo siento, la florería se encontraba cerrada ayer así que busque tutoriales para hacerte una de papel- explico Vicente, no quería decepcionar a su novio. El muchacho sonrió al ver el sonrojo de Roberto, a este último le sorprendía lo detallista y cursi que era su novio, las flores nunca faltaban cada día de encuentro. Y a Vicente le encantaba ver a Roberto de esa manera, le llenaba de beatitud el corazón cuando lo veía sonrojado.

Roberto tomo la florecita con cuidado y cubrió su rostro con sus manos. -Gracias- dijo tímido.

-No coman pan frente a los pobres- las tres chismosas suspiraron y los miraron con ternura.

Las clases pasaron con éxito hasta que pudieron salir para tomar un merecido desayunó, se encontraban con una hora libre. Al salir del edificio ambos jóvenes iban platicando en su burbuja, sonriéndose mutuamente y admirándose. Hasta que una joven de cabello castaño se acercó con una lonchera hacia el más alto.

-Hola de nuevo, prepare esto para que almorcemos algo rico- dijo Samanta.

Roberto miro confundido a Vicente y este solo rasco su nuca, incómodo por la presencia de la señorita.

-Ah... Claro- los jóvenes se dirigieron a un lugar con sombra para comer cómodamente. Vicente tomó un poco de fruta con el tenedor y miro a su novio. -Abre la boca- le indico a Roberto y este obedeció. - ¿Está fresca? - preguntó y el más bajo asintió en respuesta. El oji-marrón sonrió y probó la fruta, estaba deliciosa así que decidió darle más a su pequeño para que disfrutará del manjar.

La muchacha miraba confundida y comía su fruta, al ver a Vicente casi no comer fruta decidió que le daría en la boca con su propio cubierto, Samanta acercó el tenedor a la boca de Vicente y sonrió. -Tú también deberías comer, la traje para ti- al terminar de hablar miro con desprecio a Roberto. Vicente al notarlo miro molesto a la joven e hizo a un lado su mano.

-Lo trajiste para mí, y mi decisión es compartirlo- trato de ser educado, pero le molestaba que mirara de ese modo a su novio. -Ahora si nos disculpas nosotros estamos por entrar a clase y tenemos que irnos- Vicente y Roberto se levantaron y apresuraron el paso para alejarse de Samanta.

La señorita ya no pudo decir nada, porque los muchachos ya se habían alejado.

- ¿La conoces? - preguntó Roberto.

-Es la chica que mis padres querían que conociera, por culpa de ella no pude estar en noche buena contigo- dijo Vicente y el más bajo se sintió inseguro, sus suegros querían a una linda señorita de nuera y no a un varoncito de yerno.

-Pero no tienes por qué preocuparte, no me interesa ni un poco- dijo para quitar esa triste mirada de sus preciosos ojos negros, logrando calmar un poco la inseguridad del muchacho.

¿Olvidarte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora