Competencia

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- Hola, Yuuji ¿Puedo acompañarte a nadar?

- E-Eh, y-yo...

Simplemente no tenía palabras. Estar frente a ese hermoso ser de preciosos ojos celeste cielo y cuerpo de ensueño lo había dejado totalmente anonadado. No podía dejar de admirarlo, todo él era perfecto. Cuando su omega interior lo reconoció, sintió como unas ganas frenéticas de lanzarse sobre ese hermoso alfa poco a poco se querían apoderar de él. Pero no se lo permitió, tenía que controlarse y guardar compostura, aunque parecía una tarea imposible teniendo a ese ejemplar de dios griego tan cerca. Al menos, hasta ahora no había liberado sus feromonas con aroma a ciprés y vetiver, lo que podía indicar que se estaba conteniendo o, tal vez, estaba usando supresores o inhibidores.

- La piscina es libre y amplia - se animó por fin a responder el pelirrosa - Hay suficiente espacio para que puedas nadar sin problemas.

El albino sonrió y sin perder mucho tiempo se lanzó al carril junto al pelirrosa. Se sumergió por completo para luego salir a la superficie totalmente mojado, sacudiendo un poco su cabellera. Ese movimiento lo hizo ver aún más sexy de lo que ya era, dejando a Yuuji embelesado.

"Alfa, alfa, es nuestro", reclamaba en su interior el omega. Sin embargo, decidió ignorar sus instintos, volvió a sumergirse para continuar su entrenamiento y, de paso, dejar que el agua fría de la piscina calmara un poco el calor que se estaba formando en su cuerpo.

Por su parte, Satoru no hacía más que nadar un poco y, por momentos, tan solo flotaba, admirando al precioso omega pelirrosa. Su forma de nadar era magnífica, no había bromeado al decirle que era un profesional. Era muy veloz pero a la vez tan delicado, como si se tratase de una sirena nadando. Su alfa interior estaba fascinado con la imagen, moría de ganas por tenerlo en sus brazos y admirarlo más de cerca, poder besarlo, acariciarlo y morder cada parte de ese hermoso cuerpo aperlado. Pero tenía que ser paciente, no quería cometer el mismo error, y para ello tenía una idea excelente.

Sin duda, había valido la pena esmerarse tanto en conocer cada aspecto de su destinado.

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- ¡Vamos, Choso! ¡La última y ya! te prometo que no te molesto más...

- Satoru...

- Por favor...

El alfa albino había puesto ojos de cachorro tratando de convencer al alfa pelinegro (quien ya estaba más que cansado del 'interrogatorio') para que éste le responda una última pregunta sobre su querido destinado.

- ¡Está bien! - dijo Choso, hastiado - Dime de una vez por todas tu pregunta. Pero te advierto que si vuelves a hacer otra juro que te golpearé.

- Ok, ok, lo prometo, es la última. Solo me falta saber si le gusta algún deporte.

- Pues... - el pelinegro llevó una mano a su barbilla mientras pensaba - Ahora que lo dices, no he visto que a Yuuji le llamara la atención algún deporte. Aunque le gusta mucho nadar, pero más como pasatiempo que como disciplina.

- ¡Perfecto! - exclamó el albino para luego anotar en su libreta - "Natación", lo tomaré en cuenta para más adelante.

El alfa se esmeraba al máximo, e incluso después de la abrupta separación, mantuvo contacto con Choso, quien le contaba absolutamente todo sobre Yuuji, no quería perderse ni un solo detalle del crecimiento de su amado omega.

Cuando el patriarca de los Itadori falleció, Choso se convirtió en el líder de la familia con tan solo 20 años. Jin Itadori sufría de una anomalía cardíaca que siempre pasó por alto, y para cuando fue diagnosticado ya era muy tarde. Sin embargo, el dolor no terminó ahí, pues un año después, Wasuke Itadori falleció del mismo padecimiento. Esto puso en alerta al hermano mayor, por lo que de inmediato ordenó una revisión médica para los tres hermanos.

Aromas del Destino: "Flores y Bosque"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora