Confrontación

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Yuuji despertó con una sonrisa al ver a su Alfa al lado suyo.

Gracias a la intervención de Uraume, Sukuna permitió (a regañadientes, por supuesto) que Satoru se quedara en la mansión.

Esa noche después de la cena, Alfa y Omega caminaron por el jardín en el cual se conocieron y, años después, se reencontraron.

Caminaron largo rato mientras Yuuji practicaba como abordaría el tema con el alfa Toji. Satoru lo escuchaba y le daba consejos de como dirigirse al mayor.

- Cariño, para hablar con un Alfa debes ir directo al grano y ser lo menos redundante posible.

- Lo sé, lo sé. Pero... - Yuuji llevó una mano a sus párpados para frotarlos con brusquedad - Estoy nervioso, no puedo evitar titubear con la sola idea de que tendré a ese tipo al frente. Es intimidante.

- Puede ser. Sin embargo... - Satoru lo acercó, tomándolo de la cintura - Tú eres fuerte, mi Yuuji, tan fuerte como nuestro amor. Sé que no podré estar a tu lado en ese momento, pero quiero que recuerdes lo mucho que nos amamos y que esto es más grande y poderoso que cualquier contrato. Tan solo haber aceptado encarar a Toji demuestra lo valiente y decidido que es tu ser. Sé que lograrás convencerlo, mi amor. Confío en tí.

Cada palabra del albino era un abrazo a su corazón. Tenerlo cerca le daba la seguridad y el valor que necesitaba para afrontar esta situación. Emocionado, rodeó el cuello de Satoru con sus brazos y se puso de puntillas para darle un tierno beso.

- Te amo, Toru. Contigo siento que lo puedo todo, que soy más fuerte. Te amo, mi Alfa...

Esta vez, fue Satoru quien le robó un beso al pelirrosa, uno lleno de pasión y deseo.

Adoraba que lo llamara Alfa, que lo reconociera como tal y a la vez, aumentaba el deseo de hacerlo suyo por completo.

Tenía tantas ganas de tomarlo y llenarlo por completo de su esencia, dejar en su vientre su semilla para en un futuro tener muchos cachorros y así formar una hermosa familia.

El beso se hizo más profundo, las caricias no se hicieron esperar. Los encías del albino picaban por encajar sus colmillos en el pulcro cuello del Omega. Quien sabe hasta cuándo podría soportar el no reclamarlo como suyo.

- Alfa... - dijo Yuuji una vez que se separaron del beso para tomar aire - Vamos a mi habitación, quiero hacerte sentir bien.

Satoru no tuvo cabeza para negarse y, como si se tratara de un hechizo, las dulces feromonas del pelirrosa lo invitaron a seguirlo.

Entraron a la habitación, y en cuanto la puerta se cerró, Satoru cargó a Yuuji hasta la cama, repartiendo besos en su cuello y pecho.

A medida que se iban desnvdando, Satoru cayó en cuenta que no tenía preservativos y Yuuji, al ver el gesto preocupado del albino, tomó su pantalón y sacó de él un par de paquetitos.

- Uraume me los dio - dijo el pelirrosa con una sonrisa traviesa - Solo me advirtió que no hagamos mucho ruido.

- No prometo nada - dijo Satoru con picardía, tomando uno de los condones para colocarlo en su miembro - Supongo que tendré que ser gentil esta vez.

- En cuanto solucionemos esto, y no estemos en mi casa, quiero que lo primero que hagas sea tomarme tan salvajemente como lo deseo, y que me llenes hasta desbordar.

Satoru quedó gratamente sorprendido por la actitud atrevida de su dulce pelirrosa y sin más que esperar se colocó sobre él para prepararlo.

Esa noche, sus cuerpos volverían a unirse envueltos en la llama de su creciente amor. Y al despertar, Satoru estaba a su lado.

Aromas del Destino: "Flores y Bosque"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora