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- "𝐸𝑠𝑝𝑒𝑟𝑎 𝑝𝑜𝑟 𝑚𝑖́. 𝑆.𝐺." ... - repetía el pequeño pelirrosa observando el regalo que aquel alfa albino le había dejado escondido en su cojín - "𝑆.𝐺."... Me pregunto ¿Cuál será su nombre?

Yuuji no podía dejar de pensar en el amigo de su hermano, ese joven alfa de hermosos e inconmensurables ojos celestes, de cabello blanco tan puro y tan suave como el algodón, con esa bella sonrisa que derretía su pequeño corazón. Pero sobre todo, el fascinante aroma a ciprés y vetiver que emanaba de él.

No entendía porqué, pero tenía el deseo de estar a su lado. Anhelaba muchísimo volverlo a ver, abrazar, oler su aroma. Quería llevarlo a su jardín y jugar con él por horas como solía hacer con su papá, prepararle postres deliciosos así como hacía con Choso-nii, pasar la tarde viendo caricaturas como lo hacía con Sukuna, leerle historias interesantes como hacía con el abuelo y tomarlo de la mano, caminando abrazado a él, tal como lo hacía con mamá.

¿Por qué? No tenía ni idea. Solo podía decir que era algo en su interior lo que le inspiraba hacerlo. Pero aunque Yuuji no lo sabía, era evidente que su instinto Omega estaba saliendo a flote al encontrar a su ansiado destinado.

Por varios días estuvo intranquilo, con la esperanza de que el Alfa volviera a su casa, le diera algún otro regalo o tan siquiera le hiciera un mimo. Pero al no haber rastro de él, el pequeño comenzó a mostrarse triste, al punto de mantenerse encerrado en su cuarto, hasta que su Omega interior lo impulsó a construir un nido para consolarse, acto que su hermano Choso notó de inmediato.

Yuuji estuvo de mejor humor, pero era evidente que algo le ocurría y ante esa inquietud, Onii-chan decidió actuar.

Y que mejor idea que traerle una prenda impregnada con las feromonas de aquel Alfa.

Cada fin de semana, Choso-nii le traía su chaqueta con el aroma a bosque de su amigo, el cuál supo su nombre gracias a un descuido del mayor.

" 𝑆 es de Satoru...", pensaba el pelirrosa mientras se cubría con la prenda y la olfateaba con delicadeza para que, según el pequeño, el aroma no se terminara tan rápido.

Y así, poco a poco, aferrado a esa prenda y al fresco aroma del ciprés y del vetiver, se quedaba dormido pensando en una sola persona.

"𝑆𝑎𝑡𝑜𝑟𝑢... 𝑆𝑎𝑡𝑜𝑟𝑢..."

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- Satoru...

Yuuji abrió los ojos con dificultad y pudo ver que había vuelto a la habitación del principio.

Esta vez, ninguno de sus amigos estaba ahí. Tampoco su hermano ni Uraume (aunque juraba que los había escuchado), mucho menos Satoru.

Un dolor en su pecho lo azotó de repente al pensar en él.

En su lugar, una enfermera se encontraba chequeando los monitores a los que estaba conectado y cuando lo vio despierto se ofreció a traerle algo de beber o de comer, pero Yuuji se negó.

-- Entiendo - dijo la enfermera con amabilidad - Si desea algo no dude en pedirmelo.

Fue entonces que una idea vino a la mente de Yuuji. No estaba seguro de si la enfermera aceptaría, pero no perdía nada con intentarlo.

- De hecho... - dijo de repente - De hecho, si hay algo que quiero hacer.

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Aromas del Destino: "Flores y Bosque"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora