❄️Tempestad

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Una mujer estaba desesperada, su hija era un desastre, se levantaba tarde, decía groserías, huía de casa y no sabía qué hacer. Parecía un muchacho adolescente y debía buscar una solución rápida.

Mientras compraba fruta, encontró a una de sus amigas, ella sufría del mismo caso con una de sus hijas, por alguna razón, ellas se volvieron personas refinadas, podía verse su cambio drástico, antes su vestimenta era horrible y querían lucir incluso pantalón, ahora parecían de la alta sociedad, incluso lucían como princesas. No pudo evitar hablar sobre el eso y durante la charla se atrevió a expresar su problema.

-La verdad es que estoy cansada, no quiero volver a ver a mi hija maldiciendo, parece un hombre. Es horroroso-

-Bueno, sabes que yo tenía el mismo problema, la verdad es que pedí que "arreglaran" a mis hermosas hijas-

La primera mujer podía ver cómo sus hijas mostraban su elegancia al hablar con las otras personas. -¿Las llevaste a alguna escuela? ¿O es que las internaste? -

-No quiero presumir que tengo dinero para eso, aunque si lo tengo- rió y la primera sintió molestia y envidia -Verás, mi marido...ya sabes, es uno de los guardias del principe Hans, él pudo ayudarme a educar a mis hijas...no sé cómo lo hace, no es un muchacho que necesite dinero, ¿Verdad?, pero gracias a que tengo un contacto muy directo con él, pude conseguir eso-

La contraria se sintió con aún más envidia, aparte de que esa mujer gozaba de más dinero y más hijos, podía tener a su marido y era muy conocida por la mayoría del pueblo. En cambio, ella era viuda, con una hija porque no logró concebir un varón y eso la llevó a la pobreza, por suerte salió adelante, no lo suficiente como para internar a su hija lejos de ese pueblo.

-¿Qué se supone que debo hacer? -

-Vamos ahora- la mujer la llevó hasta el palacio, las hijas regresaron a casa. Fue un camino bastante largo y sus zapatos dolían. Por fin habían llegado al castillo, los guardias del portón recibieron el mensaje de la mujer rica, ellas esperaron un poco y en un rato llegó el marido.

Este último hizo lo posible por hablar con Hans, era un hombre muy ocupado, una hora más tarde logró recibirlas.

La mujer estaba muy nerviosa, nunca había visto al príncipe tan cerca. Con mucha ansiedad expresó su malestar y Hans negó.

-Señor...yo sé que es una tontería haber venido hasta aquí...no quiero que mi hija sea lo que se esta convirtiendo-

🍒-Señora...no es problema mío, ¿A mí me afecta en algo?-

-N-no...-

🍒-¿Y a usted qué le importa si su hija se vuelve todo un hombre?-ni siquiera se molestaba en voltear a verla

-N-no es eso señor...no me importa en realidad si usa pantalón...lo que temo es que siga saliendo por las noches y me aterra el hecho de que...algún día...es probable que me la roben- sus manos tomaban con fuerza su mandil, Hans permaneció en el asiento de su escritorio, su asistente le entregaba documentos para sellar y al ver el aspecto de aquella mujer borró esa actitud ególatra.

Cerca de la tinta para escribir sobre su escritorio, estaba la foto de sus hermanas, Elsa de 11 y Ana de 7. Nunca pudo ver a Elsa después de esa edad. En un fuerte suspiro dejó ir las restricciones 🍒-Está bien...ella puede venir aquí una semana, después no quiero quejas ni de ella ni de usted ni de nadie...esta será la última vez que lo haga-

-¡Muchas gracias, señor! ¡Le agradezco tanto! ¡Seré la mejor ciudadana que haya visto!-

🍒-Sí, sí, ve a hacer lo que hacías antes...mañana a las 6 am quiero verlas a las dos aquí-

La sirena [Hanstoff] [BL/GL/AU] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora