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Desperté con el suave sonido de las olas rompiendo en la playa, el aroma fresco al mar entrando por la ventana y la suave brisa acariciando mi rostro. El sol comenzó a iluminar la habitación con tonos cálidos y dorados, creando un ambiente tranquilo y relajante. El día se presentaba lleno de posibilidades, tenía una lista con algunas cosas que podíamos hacer durante nuestra estancia en las islas.
Melanie estaba envuelta entre las mantas, con el cabello hecho un desastre. Me levanté con cuidado sin hacer mucho ruido colocándome mis pantuflas de pelaje y caminé al baño. Bostece y me estiré. Me observé en el espejo y vi que mi pelo estaba hecho un desastre. Tome mi cepillo de confianza y comencé a peinar mi pelo. Tenía un par de nudos pero no fueron tan difíciles de eliminar.
Hice mis necesidades y salí del baño. Vi la hora y no era tan tarde, eran aproximadamente las nueve de la mañana. Salí de la habitación cerrando la puerta sin hacer mucho ruido. Las demás habitaciones estaban cerradas, seguramente los chicos seguían durmiendo.
Baje a la primera planta y camine a la cocina. Comencé a preparar mi café favorito. Tome una taza que se veía muy linda por su decoración que tenía de fresas, la cual me recordaba a mi niñez. Con cuidado coloque el filtro en la cafetera que se encontraba en la cocina, mientras el agua hervía el aroma a café se intensificaba, envolviéndome en una sensación reconfortante y acogedora.
Al ver como el café se iba preparando lentamente, sabía que ese momento de tranquilidad y disfrute era el inicio perfecto para un día en las islas. Escuché unos pequeños rasguños en la planta de arriba y supe que iban a ser mis hijos felinos.
Subí rápidamente provocando algo de ruido pero no tan fuerte como para despertar alguien. Camine a la habitación en la que me estaba quedando y la abrí. De ella salieron mis tres amigos felinos. Hice una seña para que salieran rápidamente y cerré la puerta lentamente.
Iban a tener hambre. Eso lo tenía por seguro. Estos me siguieron hasta la parte de abajo y les di su plato de comida junto con leche. Estos agradecieron y comenzaron a comer.
── Veo que estás preparando café ── se acerco Enzo hasta la cocina con una sonrisa de oreja a oreja ── Huele bien, mejor de lo que esperaba ── este alzó las cejas en señal de sorpresa y suspiró el aroma a café.
── ¡Enzo! Me asustaste ── toque mi corazón en señal de exaltación pero después correspondí con una sonrisa.
── Perdón, no era mi intención, chiquita ── este se disculpó y me dio un beso en la mejilla ── Buenos días, para mí también hay café? ── preguntó sentándose en las sillas que habían en el mostrador.
