Capítulo 7

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Sai se adentraba una a una en las vacías habitaciones inspeccionando el perímetro. Mientras tanto, Yamato buscaba en el sótano de aquel viejo lugar algún indicio del chakra de su sempai y su alumna.

Los minutos pasaban y ya habían transcurrido tres días desde que la kunoichi y el Hokage se habían encaminado en aquella complicada misión de reconocimiento y, de ser posible, de exterminación del ninja rebelde. Pero, desde su marcha, nadie había tenido noticias de aquel par.

Como habían planeado a los dos días de viaje los ninjas ausentes se sumaron al equipo. Sin embargo, el chakra cada vez se debilitaba más y las pistas de su rastro los encaminaban a donde ahora se encontraban.

—No hay nadie —dijo el pálido joven. Yamato simplemente asintió.

Tras recorrer más a fondo aquel lugar se percataron que detrás la oficina del recepcionista había un gran librero y en el suelo junto a éste la marca de que alguien lo había corrido con regularidad.

Luego de ver eso ambos ninjas compartieron significativas miradas, más ninguna palabra. Con cuidado movieron el mueble dando paso a un estrecho y poco iluminado pasillo, con cuidado de que hubiera trampas se adentraron en busca de sus compañeros. Luego de varios minutos llegaron a una escalera que los adentró aún más en las profundidades de aquel lugar. Un poco nerviosos debido al encierro aumentaron precavidos la marcha hasta que llegaron frente a una oscura puerta de roble.

Sai intentó tomar el picaporte; sin embargo, Yamato detuvo su mano en seco. Observó durante un rato más el espacio en el que se encontraban y observando que la posibilidad de trampas era realmente baja decidieron arriesgarse. Colocó a su compañero detrás de él y luego de convocar un clon de respaldo abrió con cuidado aquella misteriosa puerta.

Allí lo que observaron los paralizó.

El sexto Hokage y su mano derecha, una de las mejores médicas de la aldea, se encontraban amarrados de manos y pies a fuertes cadenas de hierros mientras sus inmóviles cuerpos colgaban contra una pared.

La oscuridad de la habitación era solventada por el tenue brillo que salía del interior del cuerpo del joven castaño que, en ese momento, se encontraba sentado en medio de los cuerpos de sus amigos. Sin embargo, la poca iluminación no fue un percance para que los recién llegados notaran la palidez en la piel de sus compañeros, como tampoco, el adolorido gesto que los acompañaba.

Sin dar tiempo a que el enemigo recobrara la conciencia Yamato realizó un movimiento de maderas que lo inmovilizó con enormes lazos creados de aquél duro material.

Mientras tanto, Sai y el clon se encaminaron hacia sus compañeros aún retenidos.

—Yo no haría... a menos que quieran matarlos —dijo Yuuto de entre las sombras. A la vez que apareció, la imagen de él que se encontraba apresado en la silla desapareció en una nube de humo.

—Liberarlos —dijo Sai sin rodeos.

—No puedo —simplemente se limitó a decir.

—No sabes a quien te enfrentas —dijo ahora Yamato.

—Realmente sí lo sé —contestó. Sin embargo, no pudo agregar nada más debido a la inminente tos que provocó que el muchacho comenzara a escupir sangre.

—Estás muriendo —dijo Sai afirmativamente, no era una pregunta.

—Así es —afirmó él.

Sin decir nada más comenzó una batalla entre el castaño y los ninjas de la hoja. Madera aparecía de entre las paredes buscando atinar un certero golpe al rebelde. Sin embargo, el joven debilitado lograba escapar por apenas unos pocos centímetros.

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