Capítulo 1

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Ya casi no quedaban rastros de la cuarta guerra ninja y tampoco de las posteriores rebeliones de los ninjas renegados. Varios años habían pasado y la aldea de la hoja vivía en una tranquila monotonía. Ya sólo quedaban pocos ninjas lo suficientemente locos o estúpidos para desafiar a la alianza entre kages.

Mientras tanto, en la torre del Hokage el sexto se encontraba bajo una enorme pilas de papeles de pequeñas misiones, evaluando con aburrimiento a quién se las asignaría.

—Buenos días —entró con una radiante sonrisa Sakura mientras dejaba sobre el perchero la bata de hospital —¿Cómo se encuentra hoy sensei?

—Divirtiéndome a lo grande —comentó fingidamente, logrando hacer reír a su mano derecha —¿Cómo te fue hoy en el hospital? —preguntó con genuino interés mientras observaba como ella se acomodaba en el escritorio junto a él.

—Hoy fue un día tranquilo; muchos pacientes iban a las revisiones. Nada muy complicado —comentó mientras tomaba su propia pila de papeles para empezar a trabajar —Lo divertido fue ver como un enfermero que venía de la aldea de la arena, ya sabes, para las prácticas —él simplemente asintió —Bueno, el pobre intentó invitar a salir a Tsunade —una carcajada salió de la boca de la pelirosa.

—¿Y ella qué hizo? — preguntó curioso frente al jugoso chisme.

—Lo envió a realizar un examen urológico a uno de los ancianos de la aldea —terminó por reír mientras pequeñas lagrimas escapaban de sus ojos —Deberías haber visto al pobre —siguió diciendo mientras quitaba las transparentes perlas de sus mejillas y recobraba el aliento.

Kakashi simplemente rió tras la máscara mientras curvaba sus ojos en señal de alegría.

Luego de un par de conversaciones banales más ambos se pusieron con su trabajo. De vez en cuando Sakura se dirigía hacia donde Kakashi para preguntarle acerca de ciertos documentos pero luego regresaba y nuevamente se enfrascaba en lo suyo. Sin embargo, el pequeño mundo del ninja se pausaba por breves instantes al sentir el dulce aroma que su compañera desprendía cada vez que se acercaba.

—¿Nuevo perfume? —preguntó él interesado mientras fingía leer un importante expediente.

—Sí ¿Cómo lo notaste? —preguntó ella un poco sonrojada —¿Acaso es muy fuerte? —intentó oler si acaso la nueva fragancia le quedaba mal.

Al ver la cara de desconcierto él simplemente rió.

—Tranquila, te queda bien... es dulce —simplemente agregó. Ella le sonrió tímida por aquél pequeño cumplido.

De entre todas las personas, Kakashi estaba agradecido de haberla elegido a ella como su mano derecha; reconocía a simple vista su pasión y empeño por el trabajo y más, acerca de la lealtad y cariño mutuo que ambos tenían por el otro.

Al principio dudó, no iba a mentir. Cuando le dijeron que tenía que buscar a alguien que lo ayudara se negó.

En ese momento Sakura estaba hecha un despojo de tristeza. Sasuke se había ido a su misión de redención y la había dejado sola con una pequeña bebé de apenas meses.

Con la amable "sugerencia" de Tsunade la acogió como asistente y ambos maestros pudieron notar como el trabajo del hospital y el de la torre lograban mejorar el ánimo de la ninja. Y, a pesar de las iniciales dudas, Sakura demostró de lo que estaba hecha; logrando equilibrar la maternidad con sus labores.

Su vida amorosa por otro lado era un cuento diferente. Durante los primeros años de Sarada el corazón de Sakura se mantuvo inamovible por su esposo; no era extraño verla en las mañanas con los ojos rojos por lo mucho que habría llorado la noche anterior.

Cruzando CaminosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora