Charlotte
Se lo que las personas piensan y dicen de mi a mis espaldas cuando me ven. Chica perfecta, con físico perfecto, vida perfecta heredera de la fortuna Evans la típica mujer aristocrática que nació en cuna de oro. Mujer inalcanzable. Cuando una persona como yo ha creado toda una imagen falsa para el público es muy fácil ser juzgada. Pero nadie sabe la verdad.
Yo soy el vivo reflejo de que las apariencias engañan. Las personas ven mi perfecto físico y mi vida llena de lujos y creen que todo en mi vida ha sido perfecto.Muchas chicas desean ser como yo y tener mi vida. Muchos chicos quisieran llevarme a la cama para poder decir que lograron acostarse con la chica más codiciadas del Reino Unido. Lo veo todo el tiempo en Twitter y en Tik Tok y también lo escucho cuando voy caminando por las calles y las personas murmuran al verme.
Pero ninguno de ellos tiene la menor idea de lo que se esconde detrás de mi rostro. Ellos creen conocerme por todas las cosas que subo en mis redes sociales, pero eso es solo una fachada, una imagen que he perfeccionado para las personas desde que comprendí lo que es mantener las apariencias. Capitana de porristas durante toda la preparatoria y oveja reina del colegio, todos me seguían como discípulos. Siempre caminando mirando a todo a mi alrededor por debajo de mis hombros.Suena pretencioso, pero es la verdad.
Mi vida podría ser perfecta hasta hace cuatro años.
Hace cuatro años, cometí un grave error. Un error que casi le cuesta la reputación a mi familia sino fuera porque mi familia cuenta con los abogados más despiadados del país y cuentan con el dinero suficiente para acallar a la prensa. Mis padres me sermonearon por horas. No podían creer que su preciosa y perfecta hija haya cometido tal error.
Ese fue el único momento en el que ambos se comportaron como mis padres. He sido criada por las sirvientas de la casa mientras mi padre se revolcaba con su amante y mi madre estaba demasiada drogada por los calmantes como para prestarme la mínima atención.
Ambos me enviaron a un internado para señoritas en Paris en donde termine mis estudios. Creyeron que era mejor mantenerme alejada por un tiempo para calmar el acoso de la prensa. A pesar de darles una buena suma de dinero que podría mantener hasta sus nietos, la prensa aún continuaba acosándome a donde sea que vaya y no queríamos arriesgarnos.
Cuatro años han pasado y finalmente he regresado a Londres con la frente en alto. No permitiré que mis errores pasados empañen mi futuro. En aquella época era muy joven y no tuve más remedio que obedecer a las órdenes de mis padres, ahora soy una mujer adulta y estoy de vuelta para tonar el lugar que me corresponde. Y ni mis padres podrán impedírmelo esta vez.
Tomo mi enorme equipaje y camino por la terminal esquivando a las personas que se me cruzan en el camino. Solo doy unos cuantos pasos hasta que logro ver a Alfred, nuestro leal mayordomo, quien me enseñó a manejar bicicleta de niña y quien me enseñó a conducir cuando cumplí los dieciséis años.
Me acerco a él y le rodeo los hombros con mis brazos en un fuerte abrazo. El me da un par de palmaditas en la espalda y me separo de el para poder observarlo mejor. Ha envejecido un poco. su cabello antes negro ahora cuenta con un par de mechones grises y hay sombras debajo de sus ojos. Eso es lo que pasa al trabajar tanto tiempo para una familia como la mía.
—Vaya que has envejecido hombre. —Lo molesto como siempre y sonrío ampliamente al verlo resoplar y poner los ojos en blanco.
—Yo también la extrañe, señorita. —Toma mis maletas y empezamos a caminar hacia la limosina de la familia.
Me muerdo el labio inferior
—¿Y cómo están los viejos?
—Como siempre, señorita. —Su gesto cambia a uno más serio. —El señor se disculpa por no poder recibirla. Tenía un asunto urgente que resolver en la oficina. —Su postura rígida me dice todo lo que necesito saber.
Mi padre esta con su amante.
Sacudo la cabeza y le quito importancia. Esta no es la primera ni será la última vez que mi padre me deje plantada por esa mujer. Entrelazo mi brazo con Alfred ya más animada.
—No importa. Solo llévanos a casa.

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Dulce Legado
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