Charlotte
Seis meses después.
—No puedo creer que mi padre me obligue a asistir a esa aburrida reunión de negocios. Es una maldita pesadilla. —Hago una mueca de dolor y me dejo caer sobre la cama rapándome la cara con mi almohada.
—Oh, vamos, no puede ser tan malo. —La voz de Ashley está llena de diversión. Me quito la almohada de la cara y la fulmino con la mirada y la fulmino con la mirada. Está sentada frente a mi tocador retocándose el maquillaje.
—Tú no eres la que tiene que soportar a los pedófilos socios de mi padre que miran a las mujeres como pedazos de carne. —Ella arruga la nariz y se gira hacia mi quitándose un rizo de la cara.
—Los socios de mi padre son igual de asquerosos. —Hace una mueca de asco. —La otra noche que estaban en casa, uno de ellos estaba hablando sobre comprar prostitutas. ¡Y lo dijo frente a su esposa! —La furia cruza su rostro. —Por eso no me casare, nunca. Los hombres son una mierda.
Pongo los ojos en blanco sacudiendo la cabeza.
Ashley puede parecer una perra en el exterior, pero en el fondo es la mujer más romántica y sensible que conozco. La mujer lloro a mares viendo Marley y yo y suspira con melancolía cada vez que un ramo de rosas. Nunca lo ha querido admitir siempre ha soñado con el perfecto príncipe azul.
A diferencia de mí.
Yo no creo en el amor.
Yo deje de creer en el amor desde el momento en el que estúpidamente me enamore del hombre equivocado que jugo con mis sentimientos y me rompió el corazón. Yo solo creo en el sexo casual de una sola noche. Siempre ha sido de este modo y siempre lo será. Por eso me aseguro de que mis amantes sean de una sola noche.
Aprendí de mala manera que no debo confiar en los hombres. Todos son iguales. Todos son…
—Tierra llamando a Charlotte. —Ashley agita sus manos frente a mí con el ceño fruncido y me regresa al presente. —¿Ocurre algo malo?
Sacudo la cabeza y le sonrío de medio lado para tranquilizarla.
—No, no pasa nada malo. Solo estaba pensando en lo odiosa que será la reunión de negocios de esta noche. —Suelto un suspiro. —Solo espero que no sean tan odiosos como los otros.
Ashley me mira arqueando las cejas
—¿Odiosos? Eso significa que será más de uno.
—Es un socio nuevo, vendrá con su hijo. —Me encojo de hombros. —Solo se eso. Mi querido padre no me quiso decir más al respecto porque quiere que los conozca personalmente esta noche.
Una sonrisa malvada cruza por el rostro de Ashley.
—Con suerte, el hijo de aquel socio es muy guapo y tu terminas teniendo un polvo salvaje al final de la noche. —Mueve las cejas juguetonamente y no puedo evitar reírme.
Tiene razón. Si tengo suerte, mucha suerte, terminare esta noche con un buen polvo. Lo necesito. No he tenido sexo en los últimos seis meses desde aquella noche en el Mandarin Oriental Hyde Park. He salido con varios hombres, pero nunca dejo que pase más allá del coqueteo y los besos.
Por mucho que lo he intentado, no me he podido sacar a aquel delicioso hombre de la cabeza. Cada vez que intento tener sexo con algún apuesto hombre, los ojos grises de aquel hombre me atormentan. Me persiguen y no me permiten estar con otro hombre.
Por las noches me toco de la misma manera en la que él me toco aquella noche en el hotel tratando de recrear todas las sensaciones que él me provoco y me corro pensando en él, mis orgasmos tienen su rostro y esto tiene que acabar.
Tengo que sacarme a ese hombre de la cabeza sea como sea. No me hace ningún bien estar obsesionada con un hombre que más nunca veré. Es ridículo y patético que el aun siga causando esa case de efecto sobre mí.
Un sonido me saca de mi ensañamiento y me doy cuenta de que se trata del teléfono de Ashley. Ella lo tomo y mira la pantalla con el ceño fruncido. Su padre. Sé que lo es. Tiene esa mirada de aburrimiento en su rostro cada vez que el la llama o le envía un texto.
Ashley se levanta del asiento frente a mi tocador y se sienta a mi lado en la cama.
—Odio decirte esto nena, pero me tengo que ir. Mi padre me necesita en casa. —Me mira con preocupación. —¿Estarás bien?
—Sí, estaré bien, no te preocupes por mí. —La tranquilizo con una media sonrisa en los labios. Se relaja soltando un suspiro y me coloca un mechón de cabellos tras mi oreja.
—Está bien bebe, te llamare mañana para irnos de spa. —Me da un beso en la mejilla y se marcha de mi habitación cerrando la puerta tras de ella.
Me levanto de la cama y me siento en el sofá junto a la enorme ventana. Tomo mi bolso y saco mi paquete de cigarrillos. Lo enciendo y le doy una calada. Abro la ventana y expulso el humo de mis pulmones cerrando los ojos sintiendo como mi cuerpo se relaja. Abro los ojos y enfoco mi vista en el jardinero que está podando el extravagante jardín del edificio.
Le doy otra fuerte calada a mi cigarrillo. Necesito calmarme. Esta noche tengo que ir a casa de mis padres para la maldita reunión con el nuevo socio de mi padre y odio esa maldita casa. Por eso me compre este apartamento en medio de la ciudad en cuanto regrese de Paris porque de ninguna manera pienso volver a vivir en esa casa. Mi madre me rogo para que regresara, pero ni siquiera sus lágrimas me convencieron de regresar a ese lugar.
Le doy unos golpecitos al cigarrillo para expulsar la colilla y continúo fumando hasta que me lo acabo y vuelvo a cerrar la ventana. Me siento en la cama, tomo mi laptop y reviso mi correo. Los reviso uno a uno hasta que encuentro el que realmente me interesa.
Correo de la universidad de Oxford.
Lo leo una y otra vez sin poder creer lo que está frente a mis ojos y la felicidad inunda mi cuerpo. Me aceptaron. Jodidamente me aceptaron. Envié mi solicitud para tomar la maestría en negocios internacionales un poco tarde y creía que no me aceptarían, pero si lo hicieron. Tengo que ir la otra semana para una entrevista final con la decana de la carrera, pero ya estoy prácticamente dentro. Hace unos siete meses termine mi licenciatura y estaba muy determinada en tomar esta maestría.
Le confirmo mi asistencia a la reunión de la próxima semana a la decana y cierro la laptop con una sonrisa en mis labios. No puedo creer que pronto estaré tomando mi maestría. En negocios internacionales. Estudiar mi maestría ha sido siempre una de mis grandes metas profesionales. Hoy en día una licenciatura ya no es suficiente para esta jungla que llamamos mundo.
Enciendo otro cigarrillo llevándomelo a los labios. Cierro los ojos sintiendo como la nicotina me relaja todos los músculos del cuerpo. Necesitare ir de compras por nuevos conjuntos para la universidad. Quizás si yo.... Mi teléfono empieza a sonar sobre la cama. Lo tomo y pongo los ojos en blanco. No me sorprende para nada que la mujer que pario me esté llamando para confirmar mi asistencia de esta noche. me levanto de la cama y le contesto.
—Hola madre. —Le doy una calada a mi cigarrillo escuchando ruidos extraños detrás de la línea.
—¡Hola cielo! ¿Cómo estás? Hace días que no hablamos. —Su dramatismo falso me hace mucha gracia. Ella solo actúa de ese modo para que todos piensen que es una buena madre y quede como la hija malcriada y malagradecida.
Expulso el humo de mis pulmones y cuento rápidamente hasta cinco para calmarme antes de contestarle.
—Estoy muy bien, madre. Solo he estado un poco ocupada con el trabajo y otros asuntos. —Me llevo el cigarrillo a los labios. Lo que he dicho no es del todo mentira. Desde que llegue a la ciudad me he metido de lleno a trabajar en la compañía y hacerme un lugar por méritos propios y no solo por ser la heredera del emporio. Quiero demostrarles a todos de lo que soy capaz. —Además, no hace mucho que hablamos.
—Perdón por ser dramática. Es que te extraño. Pensé que, al regresar de Paris, te instalarías aquí en la mansión. —Su voz suena falsamente triste. Dejo el cigarrillo a mitad de camino de mis labios. ¿Volver a la mansión? Ella ha de estar alucinando porque de ninguna manera regresaría a vivir a esa maldita casa y ella lo sabe perfectamente bien.
—Mama, regresar a vivir allí nunca fue una opción. —Me termino el cigarrillo y tiro el resto al cenicero de mi mueble de noche. Suelto una toz que trato de disimular tapándome la boca con mi mano libre. —Mejor cuéntame cómo van las cosas en el club. —Me dejo caer sobre la cama otra vez y me acomodo lo mejor que puedo porque sé que esta será una conversación larga.
Miro mi reflejo en el espejo de cuerpo completo.
Mi vestido Valentino sencillo y elegante al mismo tiempo. Es de color negro con detalles de pedrería a forma de red para una falda con volumen y un espectacular escote que acentúa mi figura y gran altura. Lo complemento con un delicado collar de diamantes y unos tacones Louis Vuitton. Mi cabello esta suelto en delicadas ondas doradas que caen sobre mis hombros y pinto mis labios con labial rojo sangre. Mi color favorito. Me hecho un poco de mi perfume Chanel, tomo mi abrigo Cachemira junto con mi teléfono y bolso Gucci y salgo de mi apartamento.
Al salir del edificio, Patrick, mi chofer personal y uno de mis guardaespaldas me espera junto a mi Audi como era de esperar. Me acerco a el con una enorme sonrisa en los labios.
—Buenas noches, Patrick. —Le doy una palmadita en los hombros y el me sonríe con calidez.
—Buenas noches, señorita, ¿lista para partir?
—Sí, andando. Mis padres me esperan en casa.
El me abre la puerta del coche y marchamos hacia la mansión de la familia.
Tras unos veinticinco minutos de tráfico, finalmente llegamos a la mansión de mis padres. Atravesamos las enormes puertas de hierro forjado y de inmediato veo la imponente casa de tres pisos de mis padres. Seguimos el camino de gravilla rodeado por el ostentoso jardín lleno de todo tipo de flores y plantas exóticas hasta llegar frente a la puerta. Patrick sale del coche y me abre las puertas con una leve inclinación de cabeza.
—Que tenga una buena velada, señorita. La vendré a buscar dentro de tres horas para llevarla de vuelta a su apartamento.
—Quizás quieras buscarme antes…
—¡Cariño! —La estridente voz de mi madre me interrumpe y la veo salir de la casa con los brazos abiertos. Me da un fuerte abrazo que le devuelvo a medias dándole unas palmaditas en la espalda. Ella se aparta de mí y me inspecciona como no me hubiera visto en años. —Estas preciosa, como siempre.
—Tu también te vez muy bien. —La miro detenidamente y si no supiera sobre su depresión, diría que es la mujer más feliz y perfecta que existe en este mundo vestida de Valentino con su cabello rubio perfectamente peinado en una elegante cola de caballo, collar de perlas y su perfecta sonrisa en los labios.
Mi madre y yo compartimos las mismas facciones faciales, el mismo pelo rubio y contextura delgada y alta. Pero ambas no podríamos ser más distintas, aunque lo intentáramos. Mi madre es la clase de mujeres que harían lo que fuera por tener una posición social alta y una vida llena de lujos.
Yo no.
—Vamos cariño, tu padre, su socio y su hijo nos esperan en el gran comedor. —Entrelaza su brazo con el mío y entramos a la casa.
Suelto un suspiro, pero trato de dejar mi mal humor en la puerta. A pesar de no querer estar aquí, no quiero arruinar la velada por mi mal humor. Caminamos en silencio a través de los pasillos de la mansión y me veo distraída por los enormes cuadros pintados en óleo de los antepasados de la familia. A mi padre le encanta presumir que proviene de una familia de la nobleza.
Llegamos al gran comedor y me paro en seco petrificada al ver quien está sentado en la mesa junto a mi padre.
No.
Esto no puede ser verdad.
Esto no puede estar pasando.
Esto debe ser una mala broma del destino.
Debo estar soñando.
Seis meses. Han pasado seis meses desde la última vez que vi a este hombre y ahora tenerlo frente a mi después de creer que jamás lo volvería a ver es surreal. Me pellizco la palma de mi mano y el dolor me confirma que no estoy soñando o alucinando.
Sentado junto a mi padre, esta aquel hombre alto, de pelo negro y extremadamente guapo de ojos grises que me ha estado atormentando desde hace seis meses después de habernos acostado en aquel hotel. El hombre que pensé que más nunca volvería a ver después de esa noche. A su lado, está sentado un hombre que es muy parecido a él. Corrección, que es idéntico a él.
El debe ser su padre. Son como dos gotas de agua con la diferencia de que mi atormentador tiene los ojos grises y su padre los tiene verde. Él está centrado en su teléfono, pero en cuanto levanta la mirada hacia mí, noto como se queda petrificado al igual que yo.
Me mira como si no pudiera creer que yo fuera real.
No miramos a los ojos por lo que parece una eternidad. Los recuerdos de aquella noche en el hotel inundan mi mente. Con solo su mirada juro que puedo sentir su tacto sobre mi piel. Puedo sentir como me besaba, como me tocaba y como me poseía como un loco. Y sé que el también está pensando en lo mismo porque sus pupilas se dilatan notablemente.
No podemos apartar la mirada del uno del otro.
Puedo ver como sus ojos brillan de manera extraña y me recorre el cuerpo con la mirada. Como esa noche cuando tuvimos el mejor sexo del mundo. Me estremezco ligeramente ante su mirada sádica y al ver esa sonrisa en sus labios, sé que ha visto el efecto que tiene sobre mí. Guarda su teléfono en su pantalón sin poder apartar la mirada de mí.
Mi padre se levanta de su asiento y se acerca a mí con su típica sonrisa falsa y me obligo a sonreírle de vuelta saliendo de mi estado de shock.
—Bienvenida, mi niña. —Me da un beso en la mejilla y me guía hasta la mesa animadamente. —Quiero presentarte a nuestro nuevo socio, el magnate Steve Jones y su hijo, Connor.
El señor Jones se levanta de su asiento ofreciéndome su mano.
—Encantado de conocerla, señorita Charlotte.
—El placer es todo mío, señor Jones. —Le estrecho la mano con educación y una sonrisa en los labios.
El me suelta la mano y me señala a su hijo.
—Este es mi hijo Connor.
Connor. Entonces ese es su nombre. Connor Jones.
Él se levanta muy despacio de su asiento, me toma la mano y me da un beso sin apartar la mirada de mí. El suave contacto de sus labios en mi mano me ocasiona una descarga eléctrica por todo el cuerpo que me hace estremecer y él sonríe malignamente sin soltarme de la mano. Odio que tenga este efecto en mi aun después de seis meses.
—Encantado de conocerte, Charlotte. —Su voz baja y ronca ocasiona estragos en mi interior y tengo que usar todo mi autocontrol para mantenerme en calma. —Estoy muy seguro de que ambos forjaremos una gran amistad. —Sonríe ampliamente y sé que hay doble sentido tras sus palabras. Lo puedo ver en sus ojos que ahora son como posos oscuros por lo dilatados que están sus pupilas.
—El placer es mío, Connor. —Mi voz es un hilo y me odio por eso. odio escucharme tan afectada. La sonrisa de Connor se ensancha y me dan ganas de abofetearlo para quitarle esa maldita sonrisa engreída de su rostro.
—No sabía que tenías una hija tan hermosa, Michael. —Me come con la mirada y siento como la sangre me sube al rostro. Su sonrisa de tiburón me ocasiona escalofríos por todo el cuerpo.
—Ella recién llega de Paris, ha terminado sus estudios universitarios allí. Prefería presentárselas personalmente cuando ya estuviera aquí instalada.
Mi madre se aclara la garganta sonoramente recordándonos que ella también está presente y me suelto del agarre de Connor.
—Tomemos nuestros asientos, por favor, la cena está a punto de ser servida. —Mi madre señala la mesa perfectamente.
Todos nos sentamos y segundos después, las sirvientas entran en el comedor cargando con el primer plato de la noche. Pollo Tikka Masala. Se ve delicioso. No se pasa desapercibida la manera en la que la hija de la sirvienta mira a Connor. La sangre me hierve y de pronto quiera echarla de la casa.
—Gracias, ya pueden retirarse. —Le digo a las sirvientas en un tono muy severo y mis padres me miran como si me hubieran salido dos cabezas. Yo nunca, y enfatizo en nunca, les hablo a las sirvientas a menos que se trate de algo de vida o muerte. Las sirvientas se sobresaltan y salen casi corriendo del comedor. No quiero a ninguna de estas mujeres comiéndose a Connor con la mirada. Es realmente molesto.
Veo como Connor trata de disimular una sonrisa llevándose su copa de vino a los labios. Lo fulmino con la mirada. Sera engreído el hijo de puta. Me aclaro la garganta y tomo mi copa. Le doy un pequeño sorbo y me dirijo a mi padre.
—Ya veo que el trato está hecho, padre. Felicidades. —Me dirijo al señor Jones. —Felicidades señor Jones, estoy muy segura de que quedara muy satisfecho con esta nueva alianza.
El levanta su copa de vino.
—Por una alianza llena de beneficios.
—Por un futuro muy prometedor y… excitante entre ambas familias.
—Por los negocios y…
—L'aventure la plus passionnante. —Connor levanta su copa inclinándola ligeramente hacia mi dirección y me quiña el ojo llevándose la copa a los labios sin apartar la mirada de mí.
Siento como el calor me sube por el cuello hasta el rostro y sé que estoy muy sonrojada. Mi padre frunce el ceño y mira entre Connor y yo. Tomo un sorbo de mi vino y trato de fingir que las palabras de Connor no tienen doble significado.
—¿Y cómo se encuentra la señora Jones? —Interviene mi madre tratando de aligerar la pequeña tensión del momento. —He visto que el próximo mes lanzara su próximo libro. No puedo esperar para leerlo.
Miro al señor Jones y noto como sus ojos brillan como luces de árbol de navidad ante la mención de su esposa llenos de orgullo.
—Mi amada esposa se encuentra muy bien. —Se le hincha el pecho lleno de orgullo. —Está trabajando muy duro en su nuevo libro. —Su orgullo por su mujer me hace sonrojar. Es más que orgullo, es devoción.
—Ya ansío leer su nuevo libro. Ella es una escritora muy buena.
—Es la mejor. —El señor Jones se lleva la copa de vino a los labios con una sonrisa pícara.
—Este lunes te enviare los contratos y todo el papeleo para que tú y tus abogados lo lean y…—Interviene mi padre, pero el señor Jones lo corta.
—Por supuesto. Yo nunca firmo absolutamente nada sin antes haberlo leído al menos unas diez veces junto con mis abogados. —Lo corta el señor Jones.
Sacudo la cabeza y decido concentrarme en la comida. He perdido todo apetito, pero me obligo a comer. La cena prosigue sin ningún incidente. Mi padre y el señor Jones hablan sobre negocios entre ellos completamente ajenos a todo y cada vez que Connor interviene juro que pego un ligero brinco sobre mi asiento. No lo miro, pero sé que él no ha apartado la mirada de mí.
De vez en cuando alzo la mirada y mis ojos se encuentran con los suyos y empezamos una guerra de miradas. Todos están tan absortos en sus asuntos que no notan la guerra que se está desatando entre Connor y yo.
En cada momento siento sus ojos grises sobre mí y eso me pone más nerviosa de lo que me gustaría admitir. De vez en cuando abro conversación con mi madre para mantenerme distraída y no pensar tanto en el delicioso hombre que tengo frente a mí.
—Cariño, prométeme que el otro fin de semana iremos de compras. —La voz suplicante de mi madre me saca de mi pequeña ensoñación y me giro hacia ella.
—¿La otra semana? Ya te diré algo. —Me llevo un bocado de comida a la boca observándola hacer pucheros.
—Extraño mucho ir de compras contigo así que no aceptare un no por respuesta. —Ahora su tono es más severo y sé que habla muy enserio. No hay manera de librarme de esa salida con ella.
Me limito a asentir con la cabeza y continúo comiendo en silencio escuchando a mi padre hablar sobre negocios con Connor y el señor Jones. El postre llega y comemos un delicioso pastel de limón casero que nuestra cocinera preparo especialmente para esta cena.
—Este pastel de limón es sublime, señora Evans —Connor interrumpe en la mesa llevándose un trozo de pastel a la boca.
—Oh, es un pastel casero que nuestra cocinera preparo para esta noche.
—Siempre he creído que el postre es algo que se debe disfrutar muy lentamente hasta el último bocado. —Connor me mira directamente a mí y sé que ya no está hablando de la comida.
Trago con dificultad y tomo un poco de mi vino. Joder. Estamos en presencia de nuestros padres, ¿acaso este hombre no tiene pudor? Hasta un ciego podría ver el doble significado de sus palabras. Sobre todo, cuando él no ha dejado de mirarme desde que entre en el comedor. Me remuevo con inquietud en mi asiento ganándome una mirada de advertencia de mi madre para que me calme y deje de actuar tan extraño al frente de nuestros invitados.
Estoy a punto de preguntarle algo a mi padre cuando de pronto mi teléfono suena y al ver la pantalla veo que se trata de Pierre, mi amigo de Francia.
—Lo siento, tengo que contestar esta llamada. —Me excuso con una mirada de disculpas y salgo a toda prisa del comedor y llego al pequeño jardín trasero. Me siento en una de las bancas blancas y le contesto a mi amigo.
—Salut Pierre, comment vas-tu mon ami?
—Bonjour Charlotte, comment es-tu folle? Je suis triste parce qu'il semble que tu m'as déjà oublié
Sacudo la cabeza con una sonrisa en los labios. Pierre es demasiado dramático. No es de extrañar que estudie teatro. Me paso una mano por el pelo soltando un suspiro.
—Ne sois pas si dramatique mon ami. J'ai été très occupé par des affaires et c'est pourquoi je n'ai pas pu t'appeler.
—Désolé si je dramatise mais Paris vous manque déjà beaucoup
Yo también estoy empezando a extrañar a Paris. Todo era mucho más sencillo estando allá muy lejos viviendo sin la sombra de mi familia. Me hubiera encantado quedarme más tiempo en ese bello país.
—Paris me manque aussi. J'aimerais être avec toi et Ramona en ce moment.
En serio los extraño mucho. Paris fue mucho mejor en compañía de ese par de locos. A través de la línea escucho como Pierre suelta una carcajada y de fondo una voz femenina lo llama con urgencia. Lo escucho suspirar con melancolía tras la línea.
—Belle, je dois aller à un rendez-vous, s'il vous plaît promettez-moi que nous resterons en contact.
Eso no me lo tiene que pedir dos veces.
—Je promets que nous serons en contact. Je envoie un baiser.
Cierro la llamada y me paso una mano por el pelo. Sonrío ampliamente. Amo hablar con mis amigos franceses y los hecho mucho de menos y nuestras aventuras. Me levanto de la banca y cuando me giro hacia la puerta me quedo petrificada donde estoy.
Connor está apoyado sobre el marco de la puerta con los brazos cruzados sobre su pecho y una mirada de pocos amigos en su rostro. Al ver que no me muevo, el da un paso hacia mí de manera amenazante.
—¿Hablando con tu novio? —Su tono de voz es más amarga cuando dice la palabra novio y noto como sus ojos se oscurecen notablemente.
¿Quién demonios se cree que es este hombre?
—No es asunto tuyo con quien hablo o con quien no. —Paso a su lado pero me toma del codo con fuerza y me jala hacia él.
—Responde a la maldita pregunta. —Gruñe con los dientes apretados y la furia invade mi cuerpo.
Me suelto de su agarre de un solo jalo.
—No tengo porque darte explicaciones ni a ti ni a nadie. —Le gruño a cambio, pero su mirada se llena de determinación.
—Todo lo que tenga que ver contigo es de mi incumbencia entonces si, me tienes que dar explicaciones cuando te las pido.
¿Pero que carajos…?
—Escúchame una cosa Connor, solo porque nos hayamos acostado una vez, no significa que eres dueño de mi vida. Nadie es mi dueño entonces…
Sin verlo venir, el golpea sus labios contra los míos con mucha furia. El contacto de sus labios sobre los míos me provoca un delicioso escalofrío que me hace estremecer. Es como si mi cuerpo cobrara vida después de haber estar dormido durante los pasados seis meses.
Le golpeo el pecho con mis manos tratando de alejarlo, pero eso solo lo provoca a un más tomándome de la cintura y me pega contra su pecho. Le devuelvo el beso perdiéndome en el y en su contacto por unos segundos. Mi mente se nubla perdiendo todo pensamiento coherente hasta que recuerdo que nuestros padres nos podrían sorprender y me separo de él.
—Tú has sido mía desde el momento en el que te reclame. No se te ocurra volver decir que no soy dueño de tu vida porque si lo soy. —Entra con furia a la casa.
Me paso una mano por el respirando con dificultad aun estremeciéndome por el beso. Me relajo un poco y regreso al comedor en donde veo al señor Jones levantándose de la mesa.
—Ya es muy tarde. Debemos marcharnos. Mis esposa e hija nos esperan en casa.
Suspiro aliviada al ver que la cena ya ha acabado. Todos nos levantamos y acompañamos a los invitados. Llegamos hasta la puerta de la entrada y veo a dos hombres esperando al señor Jones y a Connor.
—Mis abogados se pondrán en contacto contigo
—Por supuesto.
—La cena estuvo deliciosa, …….. —Se gira hacia mí y me extiende su mano. —Un gusto en conocerte, Charlotte. —Le estrecho la mano con una amable sonrisa y en seguida Connor se coloca frente a mí.
—Fue un placer conocerte, Connor. —Le tiendo la mano, pero él se inclina hacia mí y me da un ligero beso en la mejilla.
—Ahora que te he vuelto a encontrar, jamás te libraras de mí, princesa de hielo.
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Dulce Legado
RomansaNO admito: 1. Plagio 2. fotocopia 3. adaptación 4. cambios 5. similitudes con otras obras en esta plataforma o cualquier otra plataforma 6: Transcripción 7: Reproducciones ilegales sin mi autorización. Esta obra es...