Capitulo 1

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Connor


Me llevo la copa a los labios y me bebo el Wiski de un solo trago. Cierro los ojos unos segundos deleitándome con el dulce escozor del licor que quema el interior de mi garganta. Closer de Ne-yo suena a todo volumen por todo el Pub. Al menos el lugar tiene buenas bebidas y buena música. No planeaba venir aquí esta noche, pero lo cierto es que me venía bien un respiro. Tuve un día realmente pesado en la universidad y en la compañía.

Necesitaba desbagarme un poco.
Abro los ojos y veo a las personas a mi alrededor. Es refrescante estar en un lugar en donde nadie me reconozca. Ser el hijo del gran empresario y magnate Steve Jones y la escritora best seller mundial Bethany Jones, me ha puesto en el radar del público desde el momento en el que nací.

A donde sea que vaya, las personas me observan y murmuran a mis espaldas. No es que me moleste, ya estoy acostumbrado a esa mierda. pero es agradable ir a un sitio en donde a nadie le importa una mierda tu apellido.

Alzo la mano haciéndole señas al barista para que me prepare otro trago. El asiente con la cabeza y prepara mi trago de inmediato. Lo coloca frente a mí y me lo bebo de un solo trago. El barista frunce el ceño tomando la copa bacía.

—Amigo, ve más despacio. El Wiski no se toma a la ligera.

—No estoy aquí para escucharte. Estoy aquí para beber. —Le lanzo una mirada mordaz. —Así que ahórrate tus consejos que no te he pedido y mejor sírveme otro trago.

El sacude la cabeza, pero no dice nada y me sirve otra copa. Si este imbécil cree que me emborrachare con solo un par de copas entonces se llevara una sorpresa. Tengo una muy buena tolerancia al alcohol.

—¿Debería de llamar a un Uber por ti? Está claro que seguirás bebiendo hasta que te desmayes.

Lo miro como si le hubieran salido dos cabezas. ¿Este imbécil de verdad cree que yo, Connor Jones viajara en algo en banal como un Uber? La pregunta me ofende mucho. Mi coche es un maldito McLaren exclusivo y personalizado que fue diseñado solo para mí. Yo jamás me subiría a un maldito Uber.

Solo la mera sugerencia es una completa falta de respeto hacia mi persona.

—Manejo un maldito McLaren exclusivo, ¿de verdad crees que necesito un vulgar Uber? —Su expresión cambia por una fracción de segundos, pero lo disimula bien tomando mi copa y limpiándola.

—Entonces, ¿tienes algún chofer? Necesitaras llamarlo cuando todo ese Wiski tome factura.

Tengo al menos quince choferes a mi disposición y otros quince guardaespaldas. Una llamada telefónica bastaría para tener a este Pub lleno de ellos. Seria todo un maldito circo. Pero no quiero que nadie en este lugar se entere quien soy yo. No quiero que la noche de estas personas se vea alterada por mi culpa.

—Tu solo encárgate de tener mi copa llena cuando te lo pido. No te preocupes por mí, estaré bien. —El chico no parece estar completamente convencido. Pongo los ojos en blanco y me paso una mano por el pelo exasperado.

Carajo.

El chico empieza a protestar, pero entonces el tiempo se detiene y dejo de prestarle atención y de escucharlo cuando de pronto el maldito órgano en mi pecho empieza a latir ferozmente al ver a una hermosa bomba rubia entrar por la puerta. Es alta, muy alta, ojos azules, piernas largas y un cuerpo increíble. un cuerpo que pide a gritos ser marcado y reclamado por mí. Su vestido dorado hace juego con su largo pelo rubio que le llega hasta la cintura se amolda a cada curva de su esbelto cuerpo.

Es hermosa. Muy hermosa.

Ella camina meneando sus caderas como si fuera dueña de este Pub y no puedo evitar sonreír. No hay nada más sexy que una mujer segura de sí misma. Y no soy el único que lo cree. Muchos de los hombres que están aquí han dejado de hacer lo que estaban haciendo solo para verla. Ella es una auténtica belleza. Y lo sabe. Veo en su rostro que le encanta la atención que está teniendo.

La sexy mujer toma asiento cerca de mí y un dulce aroma a lilas inundan mis fosas nasales. Se coloca el pelo tras los hombros y le hace una seña al barista. El pobre imbécil también ha quedado mudo ante la impresionante mujer. El sacude la cabeza y se apresura a atenderla.

—Bu-buenas noches, ¿Qué te puedo servir? —El chico tartamudea y se nota algo nervioso. Me tapo la boca disimuladamente para evitar soltar una carcajada. Ese chico no está acostumbrado a lidiar con mujeres como esta y se nota. La mujer se apiada de él y le ofrece una amigable sonrisa capas de derretir todos los malditos polos de este planeta.

—Quiero un Russo-Baltique Vodka, por favor. —Muestra sus blancos dientes perfectos y creo que el chico se va a orinar en sus pantalones. —Si lo tienen, claro está. —Su dulce y delicada voz es como el canto de una sirena.

—Sí, lo tenemos. En seguida se lo preparo. —El chico sale corriendo a preparar la cara bebida como si su vida dependiera de ello. Y probablemente lo es.

Me giro completamente hacia la exquisita mujer. A juzgar por su físico y su costoso gusto por la bebida, esta mujer deber ser alguien importante. De eso no me cabe la menor duda, aunque no logro reconocerá. De haberla visto antes, la habría reconocido de inmediato. Una mujer como esta no se olvida nunca.

¿De dónde diablos salistes, princesa de hielo?

¿Quizás sea la hija desconocida de algún socio de mi padre? Es lo más probable. pero eso me importa un carajo. Sea quien sea, esta mujer estará en mi cama al final de esta noche. No importa lo que tenga que hacer, pero al final de esta noche tendré a esta deliciosa mujer debajo de mi gritando mi nombre.

—Buena elección. Aunque yo me inclino más por el Wiski.

Dulce LegadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora