Capítulo 18: Bueno, es momento de la despedida

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Desperté con el chupón en la boca y abrazando al Señor Elefante. Los enormes barrotes de la cuna se levantaban a mis costados, dejando pasar suavemente los rayos de sol por la ventana. Me senté sobre mis rodillas y me levanté con la intención de llamar a Julián. Antes de que pudiera hacerlo, el pelinegro entró por la puerta de mi habitación como un torbellino cargando entre sus brazos un elefante igual de grande que el que estaba ayer en la Guarde. -¡Buenos días, mi niña!- dejó caer el peluche sobre la mesa y se acercó para sacarme cargando de la cuna. Con delicadeza me sentó sobre la mullida alfombra y me sonrió. -Vi que te enamoraste de él cuando lo viste... Creo que es un bonito regalo para que no te quedes triste hoy que me voy con el equipo.- sonreí con tristeza y abracé al elefante como si tuviera vida propia. -Te voy a extrañar.- dije con sinceridad mientras mi corazón latía con tristeza. En verdad, con fiereza, extrañaría al pelinegro estos 3 días que estaría fuera. -Tranquila, te prometo que voy a volver...- me cargó entre sus brazos y me acunó dejando un beso en mi frente -¿Confías en mi?- asentí con rapidez y le sonreí -Entonces no tienes nada de qué preocuparte, mi niña. Estarás bien cuidada en la Guarde y podrás pasar tiempo con J.C... Sé que se han hecho buenos amigos.- asentí nuevamente y noté como caía una lágrima por la mejilla del pelotero -¿Por qué lloras, Julián?- el jardinero se sentó a mi lado y respiró hondo antes de hablar -Es que aún no puedo creer que eres real, mi amor. Esperé mucho por una pequeña como tu y llegaste sin esperarlo... Saliste de donde menos lo esperé y quiero que te quedes siempre, siempre, siempre.- me sonrió y me dio un rápido beso en la mejilla -Quiero darte todo, mi amor. Te mereces el mundo.- sus profundos ojos negros denotaban un verdadero amor, cariño, calidez. -Julián, me estás dando el mundo... Me has dado todo... Eres un gran hombre.- dije, desde el fondo de mi corazón. -Tu me haces ser un gran hombre, Anna. ¿Puedes prometerme que nunca te irás de mi lado?- asentí y no lo dudé ni un segundo -Te lo prometo, Julián.-

Sus ojos se iluminaron como nunca había visto que unos ojos lo hicieran. Me sonrió y, por instinto, le sequé una lágrima que caía por su mejilla. -Ahora, vamos a apresurarnos, que tengo que llevarte por algo antes de ir a la Guarde.- me sonrió y me llevó cargando entre sus brazos al baño. Dejó correr el agua y llenó la tina, ahora con un dulce aroma a vainilla saliendo de ella. -Déjame quitarte esto.- me desnudó y me sumergió en la deliciosa agua caliente. Comenzó a ducharme y, como era rutina, cantó su dulce canción sobre la arena y el mar. -Julián... ¿qué debo llevar a la Guarde?- la pregunta lo tomó por sorpresa y conseguí sacarle una sonrisa. -Te prepararé una mochila con cambios de ropa, con tus cubiertos y todo lo que necesitas para estar cómoda. Tu prepara una mochila con juguetes, pero recuerda que tendrás que compartirlos si hay más bebés contigo.- asentí y me estremecí de pensar en convivir con más "bebés" como yo. El único bebé con quien he convivido es con J.C... ¿Estoy lista para eso? Julián me llevó en sus brazos al cambiador y me vistió con ternura. Cepilló mi cabello y me puso un bonito moño en mi cabeza. -Te ves hermosa, mi niña.- me dejó un beso en la mejilla y me indicó que preparara la mochila con mis juguetes y salió a su habitación para alistarse. Tomé una pequeña mochila rosa y metí en ella libros para colorear, crayones, bloques de construcción y al Señor Elefante. Cerré la mochila y caminé a la habitación de Julián y entré, encontrándomelo frente al espejo. Se estaba arreglando la camiseta, colgándose en el cuello un bonito dije que tenía una pelota de béisbol en color dorado. Al observarlo, pude notar que se veía feliz, pero cansado a la vez. Lo vi con detenimiento, perdiéndome en su sonrisa al mirarse al espejo. Cuando cruzamos miradas en el reflejo, me sonrió y giró sobre sus talones. -Te ves hermosa, mi niña.- me abrazó y rápidamente cargó una maleta sobre un hombro y otra sobre el otro. -¿Tienes tus cosas listas?- asentí y sentí como tomaba mi mano. -Bueno, en ese caso, vámonos ya. No quiero que se me haga tarde para tu sorpresa.-

***

Llegamos a un enorme centro comercial donde la gente se arremolinaba sobre las tiendas para ver todo lo que se ofertaba en los escaparates. -¿A qué vinimos, Julián?- pregunté sin entender realmente qué hacíamos en ese lugar. Ya tengo todo lo que necesito o quisiera tener... Este hombre me ha dado todo... ¿qué más puede darme? Caminamos un par de metros hasta que entramos a una tienda de electrónica. -Antes de irme, te quiero comprar un teléfono para que estemos en contacto.- al escuchar la palabra "teléfono", sentí que me desmayaba -Julián, esas cosas son muy caras...- Además de que no se usarlo. -No lo son, mi amor. Podemos permitírnoslo. Y no quiero dejarte incomunicada... Aunque sé que estarás perfectamente bien con Sweet y Marco en la Guarde, quiero que sepas que estoy al alcance de una llamada o un mensaje, siempre.- me sonrió y pidió a uno de los chicos que nos mostraran todos los modelos que manejaban. Cautivada por la tecnología que ofrecían, me perdí entre las tecnológicas palabras que utilizaba el ejecutivo, tratando de entender todos los conceptos y funciones de un teléfono inteligente. Lo tomé entre mis manos y sentí que lo rompería en mil pedazos con tan solo tocarlo. -¿Te gusta este, amor?- tragué saliva y asentí viendo el bonito dispositivo electrónico con una pantalla enorme. -Nos llevamos este. Y necesitaremos una funda... escoge la que quieras.- el pelotero me sonrió y me llevó hasta un estante donde había miles de recubrimientos para el teléfono. 

La pequeñita de papáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora