Capítulo 24: Yo sólo quiero verte feliz

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-Te va a ir increíble, mi niña.- dijo Julián dejándome un beso en la frente. Estábamos a unos minutos de llegar a Nothimee para mi primer día de clases en la institución. -¿Estás nerviosa, verdad?- asentí -Siento que quiero vomitar.- el pelinegro sonrió y continúo conduciendo -Te prometo que todo saldrá bien. ¿Confías en mi?- asentí y le sonreí de vuelta. -Te ves hermosa en tu uniforme.- me dijo subiendo ligeramente el volumen del radio -¿Vendrás por mi a la salida?- asintió y tarareó la canción que salía por las bocinas de su bonito auto deportivo -Julián... ¿qué pasará si necesito un cambio?- estaba decidida a no tomar ningún líquido para evitar el cambio, pero era algo que indudablemente algún día me sucedería -Tranquila, en Nothimee todos están capacitados para atender tus necesidades y las de los otros niños, mi vida. Igual, si necesitas algo no dudes en acercarte con la directora Dafne, hablé con ella y me prometió apoyarte en lo que necesites.- tragué saliva con dificultad -Está bien...- el jardinero aparcó a unos metros de la institución y apagó el auto -Vamos, es hora de iniciar esta nueva aventura juntos.- 

Bajamos del auto y me acompañó a la puerta tomándome de la mano y cargando mi mochila en la otra. -¡Julián!- dijo alguien detrás de nosotros. Nos giramos y encontramos a la Señorita Bravo, la directora de la escuela. -¿Cómo estás, nena?- le sonreí -Bien, señorita Bravo.- la mujer sonrió y detrás de ella llegó corriendo Ximena -Perdón mami, había olvidado mi lonchera.- dijo la joven quien se fundió rápidamente conmigo en un abrazo -¡Te extrañé mucho! ¿Vas a ir a entrenar hoy, Anna?- asentí y sonreí al imaginar que hoy nuevamente me presentaría al diamante para entrenar con mi equipo. -Amor, te tengo que dejar aquí... Sabes que si necesitas algo estoy al alcance de tu teléfono, nunca lo dudes.- dijo el pelinegro mientras me tendía la mochila y la lonchera. Asentí y sentí como una lágrima amenazaba con caer por mis mejillas -Señor, el auto ya está esperándolo.- dijo Francisco, quien recién llegaba a la escena -¿Él se va a quedar aquí?- pregunté incrédula, a lo que tanto la Señorita Bravo como Julián asintieron -Tu seguridad es lo más importante. Te prometo que ni notarás que Francisco está aquí.- me guiñó un ojo el jardinero central de los Escarlatas y me dio un rápido beso en la frente -Pórtate bien, vendré por ti a la salida.-

***

-Les presento a Anna Torres, es una nueva alumna. Espero que todos sean muy amables y buenos con ella, mis niños.- dijo la maestra Angélica, quien sería mi maestra para este grado. -¿Quieres presentarte ante la clase?- asentí y tragué saliva, pensando en que hace un mes nunca me hubiera atrevido a hablar en público,  pero la confianza que Julián hace crecer en mi no tiene precio -Hhhola... Mi nombre es Anna Torres y...- me detuve un instante ¿Hablo sobre lo de Julián? -Juego softball y estoy muy emocionada de estar aquí con ustedes.- dije, optando por callar. -¿Quieres hablar de tu familia? Aquí todos entendemos tu situación.- puntualizó la maestra -Mmmm... Bueno... Ahora vivo con Julián Amador, el jardinero de los Escarlatas, el equipo de béisbol.- dije, obviando la relación que teníamos -Nos alegra mucho que estés ahora con nosotros, peque.- me guiñó un ojo y me invitó a sentarme en mi pupitre, el cual estaba ubicado a la derecha del de Ximena, quien coincidía en el salón conmigo. -Ahora, necesito que abran sus libros en el capítulo 3 y que tengan a la mano sus colores. Van a subrayar lo que les indique y posterior tendremos un examen.- la mujer hablaba y hacía que el mundo me diera vueltas al pensar en un examen y la complejidad del día #1. -Ven, yo te ayudo.- me dijo Ximena mientras que me explicaba en qué parte del libro encontraría el capítulo y qué significaba cada uno de los colores usados para subrayar. Estábamos trabajando cuando alguien tocó la puerta, abriéndola con pena -¿Pppuedo pasar, señorita Montoya?- levanté mi mirada al escuchar esa grave voz, encontrándome con Eric, el chico rubio de la Guarde. En un instante, nuestros ojos se encontraron y observé como me sonreía con ternura -Adelante Eric, no puedes seguir llegando tarde a clase. Tendré que hablar con tu madre.- el chico asintió y caminó hasta la banca de enfrente a la mía. Tomó asiento y antes de sacar su libro se giró y me dio los buenos días. 

La pequeñita de papáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora