Epílogo: Día 1 [Idia & Azul]

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La vida de Azul Ashengrotto dio un giro inesperado, un hecho que obviamente no debía lidiar por su cuenta, por la simple razón que ese bebé que crecía en su interior no lo había "hecho" solo. Idia Shroud después de asimilar el hecho que se convertiría en padre siendo tan joven, no tuvo más opción que aceptar esta realidad que también le cambiaría la vida. Después de que la pareja recibió los regaños del Director y sus profesores, a la vez las burlas y comentarios mal intencionados de sus compañeros, decidieron que debían contarlo a sus respectivas familias.

Por parte de la familia de Azul hubo sorpresa que se convirtió enseguida en alegría, su madre y abuela lo llenaron de dulces consejos maternales por horas en la videollamada que mantuvieron unos días atrás. Azul en un suspiro se resignó a escucharlas, no tenía más opción, supuso que era una especie de castigo por su imprudencia. Por otro lado, por sugerencia de Ortho decidieron que era buena idea dar esta importante noticia directamente a la familia Shroud.

—¿Por qué usted si pudo hacer una videollamada con su familia y yo no puedo hacer lo mismo? —Era el refunfuño de Idia a su novio cuando viajaban en una sofisticada nave aérea en dirección a la Isla de los Lamentos, muy temprano una mañana de fin de semana.

—Bueno, en mi estado no podía arriesgarme a convertirme en sirena, además mi madre y abuela no vendrían a tierra firme. Deje de quejarse, el que tiene mareos por viajar soy yo.

—Si, si... ¿No estaba ayer muy feliz por viajar?

—Cállese.

—¿Y por qué vino vestido tan formal? Acordamos que sería algo informal, yo vine con el uniforme de la escuela.

—La primera impresión siempre es importante, no pretendo decepcionar a sus padres.

—Si, si... Quiere venderse a ellos, ¿no?

—¡¿Qué insinúa!?

—Ohh, dejen de pelearse. El bebé se pondrá triste. —Decía Ortho escuchando a la pareja discutir, la verdad era que desde la noticia del embarazo hace casi un mes los dos peleaban por cualquier tontería.

—Entonces dígale a su hermano que no me moleste, Ortho san.

—¿Yo? Si usted es el que ha estado irritable en estas semanas.

—Si, son cambios que suceden cuando uno está embarazado, ¿cuál es su excusa para estar también irritable?

Idia dio un suspiro al ver como Azul se le llenaron los ojos de lágrimas, y Ortho enseguida le dedicó una severa mirada por hacer llorar al padre que llevaba en su interior a su pequeño sobrino. Volviendo a su asiento pensaba en cómo podía estar con alguien tan manipulador, y si, debía admitir que estaba algo irritable aunque no tuviera un bebé creciendo en sus entrañas. Sin embargo, habían motivos para su malhumor, en realidad solo uno, sus sospechas de que su querido señor Azul había planeado embarazarse a propósito para su propia conveniencia.

Ahora se reprochaba el hecho de no haber usado protección en sus entregas llenas de pasión, pero cómo iba a imaginar que sus espermatozoides eran tan potentes para embarazar incluso a un chico. Ciertamente era un logro quizás no conseguido por otro hombre en el mundo, y del que se suponía debía enorgullecerse, mas ahora que iba a visitar a sus padres para darles la noticia lo único que sentía era una presión muy grande sobre su más miserable existencia.

—Hermano, ¿estás bien? —Cuestionó Ortho acercándose a Idia unos minutos después.

—Si, perfecto... No soy el embarazado así que estoy muy bien.

—Ahh hermano, no lo digas así. Yo también me preocupo por ti... Pero...

—Si, ya sé... El señor Azul la está pasando peor, ¿verdad?... —Idia respondía con desánimo— ¿Los padres no embarazados no deberíamos tener los mismos derechos que los embarazados?

La magia del Mpreg en Twisted WonderlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora