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No había salón para desarrollar la fiesta, pero habían colocado carpas gigantes para paliar el frío de la noche. Se extendían sobre un gran terreno a las afueras de la manada. Jungkook nunca había visto tal inmensidad, pero supuso que era justo para la unión del futuro líder.

Dentro, el personal acomodaba la vasta cantidad de mesas cubriéndolas con manteles blancos y plateados. Ellos se sentarían en aquella con más ornamentos y colores situada más elevada que las demás, arriba de una pequeña tarima. Los arreglos florales se posicionaban en lugares estratégicos, adornando el paso principal hacia el centro de la carpa, en donde no había mesas y sólo se encontraba una alfombra de considerables dimensiones cubriendo el espacio.

Tragó saliva, sabiendo que allí debería morder a Jimin. La costumbre para las familias reales era que sus hijos fueran marcados a la vista de todos, antes de retirarse a sus aposentos para terminar la unión.

Se le revolvió el estómago cuando llegaron a ella. Jungkook frenó cuando el cuerpo más pequeño lo hizo.

—Buenos días, señor Park. Señor Jeon.

La mujer se inclinó en una reverencia, y cuando volvió a levantarse el alfa la reconoció como la mujer gruñona de sus clases de etiqueta. La boca se le frunció con disgusto involuntariamente.

—Estoy aquí para enseñarles los pasos a seguir al momento de la ceremonia. Por favor. —dijo ella, señalando con su mano el centro de la alfombra.

Jimin se descalzó y fue hasta allí, así que Jungkook hizo lo mismo, posicionándose a su izquierda. La felpa suave acarició sus dedos con cada paso. ¿Tal vez la podrían llevar a la casa cuando todo esto terminara? Era muy agradable al tacto.

—La multitud estará sentada en sus mesas, listos para recibirlos. —explicó la mujer, dando pequeños pasos frente a ellos—. Ustedes entrarán por el pasillo, hasta llegar aquí. Lo harán lo más pausado posible, para que todos puedan observarlos.

Jungkook se estremeció, imaginando a todas esas cabezas giradas para examinarlo. No podría esconderse y tampoco huir. Un pánico temprano burbujeó en su estómago y subió por su garganta.

—Dejarán sus zapatos allí. —señaló una esquina del tapete—. Y se posicionarán justo en el centro. En donde están ahora. —la mujer fue hacia Jungkook, levantando su mentón y enderezando sus hombros. Él siseó cuando las uñas se clavaron en la carne—. Sin encorvarse. —se alejó asintiendo, complacida ahora. Fue hacia el borde de la alfombra y, con la gracia de un cisne, tomó una botellita que estaba en el suelo—. El encargado de traerles el brebaje no seré yo, pero finjamos que soy esa persona por ahora.

Cuando volvía a aproximarse, Jungkook sintió cómo agarraban su mano. La piel tersa se deslizó sobre la suya, enviando chispas de emoción a su centro. Miró hacia Jimin, pero él estaba concentrado en la tarea fijando la vista hacia adelante.

—Levanten las manos unidas. —llegando hasta ellos, desenredó sus dedos entrelazados y acomodó sus manos de forma que quedaran palma con palma, con el dorso de la de Jimin mirando hacia él, y con el dorso de la suya hacia el omega.

El alfa sintió una extraña y retorcida satisfacción admirando cómo los dedos de Jimin no le llegaban hasta sus últimas falanges, y su mano diminuta se veía aún más pequeña.

—Se les vertirá este líquido en cada dedo. En este caso, traje agua para demostrarles. —desenroscó la tapa, volcando unas gotas en cada dedo.

Las gotas se deslizaron por sus manos unidas, acumulándose allí donde estaban apretando sus pieles.

—Luego, se enfrentarán cara a cara, llevando el dedo índice y pulgar hacia la glándula olfativa contraria. Van a masajear allí.

Jungkook percibió sus mejillas sonrojarse. Park se mantuvo inexpresivo, sin embargo, jamás lo miró a los ojos mientras ambos seguían indicaciones.

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⏰ Última actualización: Jul 20 ⏰

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Campo De Jazmines {Kookmin/omegaverse}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora