Pudo ser diferente

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Aldoxito, envuelto en la vorágine de sus propios deseos, se entregó por completo al encuentro con Jelazio. Cada paso que daba hacia su destino estaba impregnado de una sensación de excitación y culpa, pero estaba decidido a satisfacer sus ansias prohibidas.

Cuando finalmente se encontró con Jelazio, la atracción entre ambos fue instantánea como aquella primera vez no importa cuánto pasará la obsesión del pitufo era evidente no importa los maltratos el placer era tal que que simplemente no podía resistir. Tras un profundo beso de lengua se sumergieron en un torbellino de pasión y deseo, dejando atrás cualquier pensamiento de responsabilidad o remordimiento sin siquiera cruzar palabras realizaron los actos más aberrantes pero más placenteros de su vida.

Mientras tanto, Temach despertó en la oscuridad, sintiendo la ausencia de Aldoxito a su lado era raro pues el pigmeo celeste debería estár en casa. Una sensación de vacío se apoderó de él, mientras su mente luchaba por comprender lo que estaba sucediendo, tenía sospechas pero erróneamente eligió creer en el rasca cazuelas. Sin saberlo, su mundo estaba a punto de desmoronarse a medida que la traición de Aldoxito se llevaba acábo el hombre con alopecia quería creer en su pequeño pero sus instintos le decían que algo estaba mal. Temach decidió llamar pero no hubo respuesta, preocupado rastreo el celular hasta una gasolinera, no necesito más sabía que estaba pasando, simplemente lloro abrazando la almohada de su amado.

Mientras Aldoxito se entregaba al placer efímero con Jelazio, Temach se encontraba solo en la cama, enfrentando la traición de quien creía que era el amor de su vida. Las lágrimas inundaron sus ojos mientras el dolor y la confusión lo consumían.

La noche se desvaneció en una mezcla de pasión y angustia, mientras Aldoxito y Temach seguían caminos separados, uno hacia la satisfacción momentánea y el otro hacia la devastación de un corazón roto.

Al día siguiente por la mañana y despacio entro el enano a la casa pero temach con los ojos rojos lo esperaba furioso, en este momento sabían que las cosas no saldrían bien y todo empezó a romperse con las palabras del pigmeo celeste:

A: ¿Por qué estás llorando, Temach? ¿Acaso no entiendes que necesitaba algo más? Tú no puedes satisfacer todas mis necesidades.

T: ¿Cómo pudiste hacerme esto, Aldoxito? Te confié mi corazón y tú lo rompiste en mil pedazos.

A: No te hagas la víctima, Temach. Tú sabías que no era suficiente para mí. ¿Por qué crees que buscaba a alguien más?

T: Pero pensé que éramos felices juntos. ¿Todo lo que vivimos no significaba nada para ti?

A: Claro que significaba algo, pero no todo. Necesito más, y si no puedes darme eso, tendré que buscarlo en otros lugares.

T: ¿Cómo puedes ser tan cruel? Me has destrozado, Aldoxito. Nunca pensé que me harías algo así.

A: Deja de dramatizar, Temach. Solo estoy siendo honesto contigo. Si no puedes aceptarlo, entonces tal vez no deberíamos estar juntos.

T: No puedo creer que estés diciendo esto. ¿Realmente piensas que esto es culpa mía?

A: No es solo tu culpa, pero tú también tienes parte de responsabilidad en esto. Si fueras más atento a mis necesidades, no tendría que buscar a alguien más.

T: No puedo creer que estés dando vuelta la situación. Tú fuiste quien me engañó, quien rompió nuestra confianza. No puedes culparme por tus acciones.

A: Siempre encuentras la manera de hacerme sentir culpable, ¿verdad? Esa es una de las razones por las que buscaba consuelo en otro lugar. Nunca estás satisfecho con lo que hago.

T: No puedo seguir escuchando esto. Creí que te conocía, pero me equivoqué. No merezco este trato. Me voy, Aldoxito. No quiero volver a verte nunca más, oficial mente te mando ala verga.

A: Como quieras, Temach. Si no puedes aceptar la verdad, entonces no mereces estar a mi lado. Adiós.

Mientras Aldoxito salía de la casa, sus palabras de confrontación resonaban en su mente. Sin embargo, a medida que caminaba por las calles silenciosas, una sensación de vacío y arrepentimiento comenzó a invadirlo.

Se detuvo en una esquina, dejando que sus pensamientos lo envolvieran. Lentamente, comenzó a darse cuenta de la verdad que había estado evitando: Temach lo amaba de verdad, y su traición no tenía excusa.
Recordó los momentos de ternura y cuidado que Temach le había brindado, siempre dispuesto a darle todo su amor sin pedir nada a cambio. Se dio cuenta de que su ira no estaba dirigida hacia Temach, sino hacia sí mismo por no valorar lo que tenía.

Un sentimiento de remordimiento lo invadió mientras retrocedía hacia la casa que había dejado atrás. Sabía que tenía que enfrentar las consecuencias de sus acciones y pedir perdón a Temach. Seguramente temach no lo volvería a ver o quisiera hablar con el pedo debía hacer todo lo posible por poder contestar a su barbon.


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⏰ Última actualización: Mar 15 ⏰

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