Capítulo XVI

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Una bestia pantera hembra nos esperaba en la entrada de la casa en medio del campo.

—¡Mami!

A los poco metros de detenernos, Hialti saltó de la carreta y corrió hacia su madre para abrazarse a su abdomen sin dejar de mover su cola de un lado a otro.

—¿Cómo estuvo el viaje? —preguntó con una sonrisa en el rostro.

—¡Fue muy cansado! ¡Papá no me quiso cargar en el camino, pero pude seguir sin su ayuda! —apuntó hacia nosotros —¡Mira la carreta y el caballo que papá compró!

—Si, cariño, lo estoy mirando.

Ambas bestias rieron.

—Bienvenido a casa, cariño.

Quise ayudar a Moly a bajar de la carreta, pero pasó de mí y bajó por su cuenta.

—Linda, ellos son Moly y Rex. Los trajimos para acortar un poco su viaje. Los invité a quedarse esta noche para que luego puedan retomar su camino.

—Es un placer conocerlos, siéntanse como en su casa, el viaje debió ser bastante pesado. Entren, la cena está lista.

—No quisiéramos molestar —dijo Moly.

—Para nada es molestia, querida. Siempre nos ha gustado ayudar a los viajeros.

—Se los agradezco mucho.

La familia fue muy amable con nosotros, Hialti insistió en que debía sentarme a su lado quedando justo en frente de Moly. Ni siquiera en casa quedábamos tan cerca durante la cena.

Me sentía un poco incómodo porque no podía dejar de mirarla cada cierto rato, Hialti se encargó de distraerme invadiéndome con cientos de preguntas que apenas podía responder para pasar a la siguente. Hasta que llegó a una que me hizo atragantar con la comida.

—¿Cuándo tendrán un cachorro?

—¡Hialti! —dijo Gandar.

—¡Pero dijiste que las parejas...!

—Pero ellos no son parejas, hijo.

—¡Pero son un macho y una hembra! ¡¿Porqué no serían pareja?!

Vi a la madre de Hialti suspirar con una sonrisa divertida y a su padre un poco preocupado al oír mi tos mientras Moly parecía morir de risa.

A decir verdad, se veía tan hermosa riendo de esa manera, que no me quedó de otra más que bajar la mirada hacia mi plato cuando dejé de toser.

Aquella noche se desató una tormenta con truenos y relámpagos que me despertó a cada momento. Miré la cama en el otro lado de la habitación y noté que Moly dormía con toda tranquilidad.

Me tomé la libertad de caminar por la casa intentando no despertar a nadie, pero no había notado que no era el único despierto en ese momento.

—La tormenta tampoco te deja dormir, ¿eh? —vi a Gandar con Hialti dormido en sus brazos

—Lo siento, no quise...

—Tranquilo, no hay problema amigo. Hialti aun no puede acostumbrarse a los truenos y suele correr hacia nosotros para esconderse.

—Es un buen niño.

—Sí que lo es, y ¿sabes qué? —lo miró con amor —. Hace que todo valga la pena.

Un breve silencio finalizó nuestra conversación. Habría sido mentira si le decía que comprendía lo que estaba sintiendo en ese momento. No creía haber experimentado tal nivel de felicidad aun.

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