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Nadie sabía exactamente cómo, pero Charlie había logrado encontrar la guitarra de Adam. Lo había estado guardando por un tiempo, sólo para comprobar cómo funcionaba. (Ella no mencionó sus intentos de tocarlo, lo que provocó que se estrellara contra el suelo).
Sin embargo, Adam estaba emocionado cuando finalmente se la entrego. Lo agarró con entusiasmo, acariciando con una mano el cuerpo dorado. "¡Mierda! ¡Enserio la encontraste, eso es tan bien!"
Presionó un beso en el clavijero, abrazando el instrumento contra su pecho, y Charlie tuvo que contener la risa. ¿Quién habría pensado que Adam, entre todas las personas, sería tan cariñoso con una guitarra entre todas las cosas?
"Bueno. Eh." Adam miró al suelo, con los brazos todavía alrededor de su preciosa guitarra. "...¿Gracias, supongo?"
Los ojos de Charlie se abrieron como platos. ¿Un gracias? ¿ De Adam ?
Antes de que pudiera empezar a exclamar palabras de pura alegría, Adam ya había dado media vuelta. "Hasta luego, princesa. ¡Espero que no te importe un poco de ruido!" Él se rió para sí mismo. "¿Y si lo haces? Me importa una mierda."
Charlie lo vio irse, moviendo las manos frenéticamente. ¡¡Esto fue una gran mejora!! ¡¡Necesitaba decírselo a Vaggie!!
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Las manzanas siempre habían sido las favoritas de Lucifer.
Ni siquiera quiso decir que la Fruta Prohibida fuera una manzana, pero la tentación siempre tiene sus formas de mostrarte lo que más deseas. Lucifer era un demonio de las manzanas, siempre lo había sido, y el árbol lo reflejaba.
Sorprendentemente, a Adam le gustaban las manzanas tanto como a Lucifer. Realmente no se esperaba, dada la... historia... con las manzanas y los primeros humanos, pero, bueno, Adam siguió sorprendiendo.
Pero joder.
No tenía que hacerlo tan jodidamente sexy.
Adam ocupaba todo el sofá cuando Lucifer tropezó con él, estirado como un gato. Su guitarra yacía sobre su cuerpo mientras tocaba cuerdas ociosamente, y en su otra mano sostenía una manzana de color amarillo dorado.
Lucifer levantó una ceja y se sentó en el sofá frente a él. "¿Recuperaste tu guitarra?"
"No, en realidad, este es mi puto piano". Adam levantó la vista de las cuerdas. "¡Por supuesto que recuperé a mi chica!"
