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"Te extraño más que nunca y no sé qué hacer. Despierto y te recuerdo al amanecer, me espera otro día por vivir sin ti. El espejo no miente, me veo tan diferente, me haces falta tú."


Cuando Quackity y Missa se encontraron de frente con él, antes de siquiera poder tocar el timbre, sus rostros se quedaron helados al ver el estado tan deplorable de su mejor amigo.

No se había bañado, no estaba maquillado o bien vestido, y eso no era algo que les preocupara, lo único que los alteró fue verlo con esos ojos yendo a todas direcciones sin mirar a ninguno de los dos, con los párpados hinchados y los labios partidos por haberse mordido tanto.

Intentaron contenerlo para preguntar qué era lo que lo tenía tan preocupado, pero el castaño los obligó a soltarlos, con la excusa de que no podía seguir así más tiempo, que ya sabía lo que debía hacer, o podría morir de tristeza.

Roier corrió sin parar hasta donde supo que lo encontraría. Hasta donde supo que su corazón estaría completo y todo lo que veía en sus pesadillas era real.

No le había dicho a nadie que tenía sueños hiperrealistas donde parecía vivir en un lugar diferente, mirando, como en una película, lo que parecía la vida de alguien extraño. Que ahora no era más un extraño.

Eran sus recuerdos, era lo que sabía que tenía guardado muy dentro de él.


"La gente pasa y pasa, siempre tan igual, el ritmo de la vida me parece mal. Era tan diferente cuando estabas tú.

Sí que era diferente cuando estabas tú."


El mundo a su alrededor le importaba menos que poco, su única motivación era decirle a Cellbit que lo recordaba. Que se había perdido en un mar de recuerdos de momentos donde fue feliz, aunque no los haya vivido en carne propia.

Escuchaba los gritos desesperados de sus amigos, quienes intentaban alcanzarlo, hasta que los perdió de vista por meterse entre la multitud para perder su rastro, obligándolos a separarse.

Creyó reconocer algunos lugares que, aunque ya conocía, esta vez el pensamiento era motivado a algo más profundo, más intenso y vívido, imposible de dejar pasar desapercibido.

Cuando llegó al puente de piedra pudo ver a Cellbit del otro lado, mirándolo con una sonrisa preciosa que supo que era suya, y sus ojos, tan celestes como el cielo, le dijeron lo mucho que lo había extrañado.


"No hay nada más difícil que vivir sin ti, sufriendo en la espera de verte llegar.

El frío de mi cuerpo pregunta por ti y no sé dónde estás.

Si no te hubieras ido, sería tan feliz."


–¡Te recuerdo, Cellbit! — le gritó. –¡Te recuerdo! ¡Aquí estoy!

Pudo ver su sonrisa hacerse más grande, acercándose lentamente, pero quedándose a la mitad.

–¡No vengas! —gritó. –También estoy aquí, pero no podemos estar juntos.

Su tono desganado lo hizo frenar de golpe, intentando evaluar todas sus posibilidades.

–¿Por qué no? —se desesperó. –¿No es esto lo que querías?

–Guapito, no lo entiendes. —sonrió con tristeza. –No puedo estar contigo.

Roier pudo apreciar la apariencia del hombre, y del cómo los rayos del sol lo acariciaban con un aire fantasmal, casi real, pero no lo suficiente. Sus pasos se detuvieron de inmediato y entendió lo que estaba intentando advertirle.

Melómano. / Guapoduo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora