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Price te miro un poco confundido, lo había desconcertado tu confesión sobre tu gusto por él.
Price: A ver, pequeña... ¿Estás jugando, verdad?
- No, John, yo no juego con esas cosas... ¡me gustas y mucho!
Price: ¿Cómo te puede gustar un viejo como yo? Debes estar muy confundida.
- ¿Confundida? Para nada, eres un hombre muy atractivo a la vista de cualquier mujer.
Price: Gracias por esos halagos, pero no es correcto. Eres muy joven para mí además.
- Además, ¿qué tanto son unos añitos, eh?
Price: Tú eres muy hermosa, creo que mi amabilidad y atención te están confundiendo.
- Te juro que no estoy confundida, he querido esto desde hace tiempo atrás, solo que no sabía cómo acercarme a ti, cómo poder hablarte.
Price: No quisiera meterme en problemas con tu padre.
- Dejemos todo eso a un lado, además soy mayor y lo suficientemente consciente para saber que quiero esto y que lo necesito.
Price: ¿Necesitas? Lo que necesitas es un baño con agua helada para bajar esa calentura *rie*
- Contigo bastaría para quitarme esa calentura, te he visto.
Price: ¿Qué es lo que has visto, pequeña?
- He visto cómo follas con cada una de esas mujeres que vienen a verte.
Price: ¿Cómo? ¿Espera, qué? ¿Y tú cómo es que me has visto? ¿Acaso me espías?
- Bueno, no eres muy discreto que digamos, tu ventana siempre está abierta y se puede ver absolutamente todo.
Price: ¿Y tú, tontita, estás de chismosita, no?
- Un poco, por la manera en que las tomabas, me era imposible no querer ver más y más.
Poco a poco él estaba cayendo en tu juego, le gustabas también, pero lo detenía la diferencia de edades, ya que no quería meterse en problemas, pero por culpa de tus provocaciones eso se le estaba olvidando.
Price: No sigas con esto, porque es algo que no podrás detener.
- Solo quiero que me tomes, así como a la rubia, a la pelinegra, a la pelirroja. Así como a todas ellas, quiero que me tomes esta noche.
Te acercaste a él para besarlo, al principio se quedó inmóvil. No sabía si corresponderte el beso, dudaba, pero cedió y te correspondió de la misma manera. Dios, ese hombre besaba riquísimo.
