01: Enlazados.

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Un beso tan frío, ruin, despiadado y desagradable de recibir. Así Adán podría describir el sabor de los labios de la muerte llevándose su alma a ¿A dónde? Ya había recibido ese beso alguna vez, acompañado de una dulce miel al final  cuando ambas lenguas se separaron por fin. La primera vez que murió, recibió ese dulzor con gusto, incluso lo había esperado, pero esta vez...

Era tan diferente.

Falleció otra vez, su alma estaba siendo arrancada de su nuevo cuerpo físico una vez más. Alguna vez murió rodeado de sus hijos, hijas, esposa, flores y lágrimas y en esta ocasión se vió en medio de la masacre de sus chicas, pecadores y en los brazos de su mayor enemigo, Lucifer, aquel que le arrebató su primera propiedad y jugó vulgarmente con la segunda, aquel que lo había seducido más de una vez vestido en pieles de una mujer hermosa, alta y bella. Aquel que portaba una gargantilla de oro adornado su cuello pálido como marca de propiedad y sumisión.

Maldita sea, Lucifer. Lo encadenó para nada, porque ahora estaba muriendo. Muriendo en sus brazos, aquellos delgados protectores que lo apretaban con recelo y odio. Lucifer lo estaba protegiendo de Lute, pero al mismo tiempo lo estaba lastimando más de lo que ya estaba, lo envolvía entre sus pares de alas y lo insultaba con los dientes apretados, conocedor de la mirada penetrante de su hija preocupada.

—¡Señor, Adán! — Escuchó a la única mujer fiel de su vida llamarlo, con la voz cortada y seguramente lágrimas. Su niña estaba llorando. — ¡Suéltalo, traidor!

Pero el dolor a causa de la fuerza de Lucifer no cedió.

—¡¿No ve que se está muriendo?! ¡Déjelo en paz! ¿¡Dejará morir a su- a su esposo!?

Oh, que jodido sonaba eso.

Abrió los ojos con lentitud, aferrándose a un hilo de vida para poner entender del todo lo que estaba ocurriendo a su alrededor, encontrándose con la cabeza puesta sobre los muslos de Lucifer, quien estaba con las rodillas contra el suelo, acariciando su melena con sus garras, provocando heridas profundas en el cuero cabelludo que desprendían aún más sangre dorada, más de la que ya brotaba de su boca entreabierta. No le vio los ojos al rubio, solo podía ver su mentón al él tener la mirada alzada.

Lucifer, con sus ojos rojos fijos en Lute, respondió a la acusación. — Morirá en mis brazos, despedirlo de esta vida ahora es mi obligación.

Su voz aterciopelada le revolvió el estómago.

— Así que, sí no es mucha molestia, llama a tus angelitos ¡Y sácalos de mi reino!

Fué lo último que escuchó antes de la muerte le enterrarla la lengua por la garganta y le chupara su vida.

Fué tan amargo. Tan asqueroso.

.

El portal al cielo ya se había cerrado al los angeles exterminadores retirarse, dando tienda suelta a los caníbales de comer y embolsar tanto cadáver y cuerpos de angeles les provocará. Charlie se acercó a su padre que aún estaba en el suelo atendiendo distraído el cuerpo del primer hombre, preocupada, no supo cómo preguntar qué había ocurrido¡Pero era tan claro! Frustrada por lo que escuchó colocó una mano en el hombro de su papá, llamando la atención del mismo que observaba absorto los restos de su anillo de compromiso con Lilith en el suelo.

El oro tan radiante que destacaba contra sus manos negras se habían vuelto tan solo una roca sin valor ni forma, ahora tan solo era un eslabón roto en la débil cadena de cordura de Lucifer.

— Papá, yo... Lo lamento.

¿Qué más podría decir? No lo sabía, pero el oro en el cuello de su padre la espantó aún más que el símbolo de unión entre sus padres roto. Cuando Lucifer volteó a verla, el caro material brilló, tan potente que parecía quemar y formar una marca rojiza en la piel pálida.

Matrimonio de Mierda. (AdamsApple)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora