12. Caminar

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Capítulo 12

Caminar

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Hermione volvió a golpear en la puerta, pero de nuevo, no obtuvo ninguna respuesta. Miró su reloj de pulsera. Tenían poco tiempo para llegar en hora a su cita con el médico, y no quería retrasarse en su primera tarea. Volvió a golpear con impaciencia, y espero, pero no hubo respuesta del otro lado. Alzó la varita, mirando discretamente para los lados y asegurándose de que no hubiera nadie en la zona, justo antes de soltar el hechizo para desbloquear la puerta.

Al entrar descubrió que estaba todo más o menos como lo había dejado, al menos a simple vista. El sofá donde él había quedado dormido estaba vacío, lo que era una buena señal. Ella dejó su cartera allí y caminó por la habitación. La cortina aún estaba corrida, lo que hacía que poca luz entrara al lugar, que se veía aún oscuro pese a ya ser más de las ocho.

Deambulando, Hermione llegó a la cocina. En el suelo había algunas migas de pan y la bolsa que había estado con los panes estaba apretujada en una esquina. Erguido una ceja, Hermione se dió cuenta que Malfoy había comido todo. En la basura había una botella de leche. Definitivamente estaba con hambre, pero eso no le importaba ni le sorprendía. Había casos en que los presos, una vez libres, gastan todo su dinero en comida. No era de extrañar.

Ella resopló con impaciencia. El rubio se había dormido. No quería ir a su habitación, no quería invadir su espacio, más de lo que ya había hecho. Se acercó a la ventana y la abrió para que la luz entrara en la sala. La casa había estado cerrada por los últimos tres meses, bien podría aprovechar un poco de luz y aire fresco.

— Malfoy — ella llamó, apenas acercándose al pasillo que daba al cuarto y al baño — Tenemos que irnos.

En realidad, si era justa, no había tenido tiempo de hablar con él sobre eso. Aprovechando la ocasión, Hermione sacó de dentro de su bolsa los horarios que había organizado y los pegó a la heladera para que él los tuviera a mano y quien sabe así no volvía a dormirse. Tenían médico hoy, la reunión en el ministerio mañana donde le darían sus documentos muggles y algo de dinero. Tendrían que ir de nuevo por otros asuntos burocráticos. Estaba todo enmarcado en el calendario que ella le había hecho. Solo esperaba que Malfoy no fuera difícil.

— ¡Malfoy! — ella llamó de nuevo, pero esperó los minutos suficientes para saber que definitivamente tendría que entrar en la habitación y llamarlo. Dudo, realmente no quería hacerlo, se sentía impropio. Ya había invadido su casa, no quería hacerlo también con su habitación y encontrarlo a saber Merlín en que estado. Pero no iba a permitir que los deslices de él la hicieran manchar su imagen impecable.

Se encaminó al pasillo una vez que dejó su grueso saco sobre el sofá. Vio el cuadro colgado en medio del lugar, de lo que parecían unos pájaros azules, se veían desde la entrada al pasillo, y lo estaba analizando tan perdidamente en la ironía de que había una pintura de pájaros libres en una habitación de alguien que no lo era, que casi se lo perdió.

Hermione se detuvo de golpe cuando lo vio. Su cabeza giró drásticamente para verlo mejor. No pudo contenerse; cuando vio por sí ya había eliminado los pocos pasos hasta el mago caído en el sueño del baño. Ella se arrodilló a su lado y tocó su rostro con suavidad. No sabía que había pasado, pero su corazón ya estaba disparado en su pecho. Miles de posibilidades pasaron en su mente pero busco y vio aliviada que no había rastros de sangre, una posibilidad horrible que se había pasado por su mente.

— Draco... — ella llamó con mucha más suavidad de la que había hecho antes y sin darse cuenta que había usado su nombre de pila — ¿Draco, puedes escucharme?

Alguien que se importe [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora