21. Sueño

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Capítulo 21

Sueño

Draco caminaba de lado a lado en su nuevo apartamento. Ya eran las tres de la madrugada, la noche había caído por completo sobre la ciudad, y era muy poco el tráfico que quedaba a esa hora. Había perdido la cuenta de cuantas veces se había bañado ese día, pero nada parecía sacarle la sensación a su cuerpo de suciedad, de la inmundicia de Azkaban que seguía adherida a él, como una segunda piel.

Había tomado tres tragos de la poción para dormir sin sueño, pero esta no le había hecho el más mínimo efecto. No había reducido sus movimientos cardiacos, no había vuelto su respiración lenta y no había hecho absolutamente nada por calmar su mente, que seguía dando vueltas en el mismo asunto.

Mañana tendría que regresar; tendría que hablar de nuevo y exponerse, iban a entrar en su mente de nuevo, y no sabía cuanto tiempo le quedaba para que lo descubrieran. No sabía cuánto tiempo podía aguantar más antes de decir la verdad, toda la verdad.

Granger lo había estado visitando, golpeaba su puerta y esperaba, sin decir mucho más que llamarlo. Theo también había ido. El mago se quedaba del otro lado, llamándole, contándole cosas que no quería oír, de su restaurante, de su vida, una vida que él no tenía. Y le dolía mantener el secreto, le dolía tener que mirarlo porque veía a Henry. Theo había crecido, nada quedaba en él del joven e inocente muchacho que había sido algún día. En lugar de eso tenía un cuerpo grande, una mirada firme y una postura elegante, tan parecido a Henry.

Él había sido cobarde y había cedido a sus amenazas, mientras que Theo, su propio hijo, había sabido salir de eso. No podía mirarlo porque recordaba cómo había fracasado, como había bajado la cabeza y aceptado que jugara con él, y había estado de acuerdo en hacerlo que él le mandara con tal de que cesara el dolor, por una vez.

Había sido un cobarde, como siempre, y como seguía siendo.

Camino más un poco por la casa. A cada paso le parecía más chica, más sofocante, más capaz de aplastarlo. Fue hasta la habitación y bebió otro poco de la poción. No había hecho efecto, ¿qué caso tenía mantener los parámetros? No había funcionado.

Esperó sentado en la cama, pensando que podría empezar a sentir los efectos en cualquier momento, y rogó en silencio por eso, pero nada pasó: su mente seguía activa, su corazón disparado y en lo único en lo que conseguía pensar era que no quería ir mañana nuevamente al ministerio, enfrentarse a aquellas personas, fingir calma, y hacerlo todo de nuevo.

Sintió una punzada en el pecho y se puso en pie. Caminó hasta la cocina, hasta la ventana, hasta el baño, dio una vuelta en el cuarto, entró en el baño, lleno la bañera de agua y se metió dentro. Esperó hasta que el agua se enfrió, pero sentía su cuerpo saltando sin siquiera moverse. La comisura de sus dedos estaban sangrados, ya no había donde rascar sin que más sangre apareciera.

Quitó el tapón de la bañera y dejó que el agua se fuera. Vio como esta se iba lentamente, la sintió correrse hacia el olvido, hasta desaparecer y volverse nada. Consultó el reloj. Eran casi las cinco de la mañana. Estaba cerca de tener que regresar y no lo quería hacer. Camino hasta la cocina y sobrio un vaso de agua. Quizá debería tomar más de tres tragos. Quizá tres tragos no eran suficientes.

Se acercó a la mesita de la noche donde tenía la poción y sorbió cinco tragos. Esperé unos segundos, pero de nuevo, nada sucedió. Probó con tres más.

No había efecto, no había nada. Sólo quería dormir. Estaba tan desesperado por dormir. Por cerrar los ojos y por hacer de cuenta que nada sucedía. Quería cerrar los ojos y olvidarse de todo, por lo menos por un rato, quizá con un poco de suerte y de energía lograba convencer a Granger de no llevarlo al ministerio, o llevarlo a ver a su madre, de nuevo, antes de ir allí, o a una cafetería. Se moría de ganas de ir a una cafetería, de pedir una torta de vainilla con cobertura de limón, solo... cualquier cosa que no fuera ir a encerrarse entre cuatro paredes con magos dispuestos a sacarle la verdad. La verdad que tan arduamente se esforzaba en mantenerse en sí.

Alguien que se importe [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora