Un año, un año se había cumplido desde aquella incómoda y necesaria charla con Carlos, y con ello, pronto se acercaba el aniversario de haber deshecho toda clase de sentimientos por él.
Charles se hallaba en el mismo estacionamiento solitario donde poco más de una decena de meses atrás su corazón se había roto, abandonado por la persona a quien decidió entregárselo sin duda alguna, confiándolo a quien creía merecedor de su amor.
Situado en el mismo lugar, sentado sobre el frío asfalto en lugar del cómodo asiento del convertible de Carlos donde aquella tarde de marzo decidieron tomar caminos separados.
Sus ojos frente al mismo atardecer, aquel que observó con lágrimas brotando de ellos, despidiéndose del mejor capítulo escrito en su historia de vida.
Sin embargo, ya no sentía lo mismo; desde ese día, nada había sido igual. La distancia se había interpuesto como un presagio sombrío que siempre había estado presente en su relación. Porque eso es lo que sucede con los asuntos ilícitos, los encuentros clandestinos y las miradas furtivas.
Ese es el lamentable destino para aquello que nace de una simple mirada, pero siempre termina muriendo y desapareciendo.
Carlos toda su vida fue el chico popular de su escuela, un tipo atractivo y varonil que conquistaba corazones y capturaba miradas mientras caminaba con seguridad por los pasillos de la preparatoria.
Charles, por el contrario, se concebía a sí mismo tímido, antisocial e introvertido, quien prefería permanecer en su casa descubriendo el fantasioso mundo a través de páginas de libros de ficción o escenas de películas visionarias en lugar de ir y explorarlo por su cuenta.
Opuestos radicales, sus vidas se encontraron en la universidad, ambos interesados por la medicina, pero que más que encontrar en ella información deslumbrante sobre el cuerpo humano y métodos de curación, hallaron un consuelo, una compañía única y distinta a cualquier otra.
En la presencia del otro, encontraban un mundo totalmente inexplorado y novedoso, Carlos amaba que Charles fuera completamente distinto a su círculo social habitual, el monegasco era reservado y tímido, pero en plena confianza le permitía ver su faceta más auténtica.
Un chico inocente y profundamente emocional, sumamente inteligente que lo apoyaba con sus labores académicas. No era el típico jugador neandertal de soccer de los cuales solía acompañarse, Charles era único y especial.
Por otro lado, Carlos era el elemento más inesperado en la vida del ojiverde, siempre mostrándole lugares nuevos que lo fascinaban increíblemente. El español era más superficial y poco experimentado en términos sentimentales, pero jamás dejaba de impresionarlo con todas las facetas que lo componían.
Amaba que fuera espóntaneo, indescifrable e impredecible, siempre había algo nuevo por descubrir del español que lo dejaba sin aliento, y esto combinado con su raro sentido del humor y misteriosa personalidad, maravillaban al de ojos verdes.
Al inicio, la mención de Carlos era equivalente a cualquier evento insignificante en la vida de Charles, pero con el tiempo y con la evolución de su relación, el moreno pasó a ser el elemento más importante de su existencia.
El monegasco jamás previno que se terminaría convirtiendo en el mejor amigo del español, simplemente eran polos opuestos, pero volverse los mejores amigos era lo menos sorprendente de su relación.
Pasar a ser el tímido mejor amigo del chico popular de preparatoria ya era demasiado cliché para Charles, pero además desarrollar sentimientos por su compañero heterosexual de aventuras ya le hacía creer que vivía en una película de tipo Rom-Com.
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What Love Is About [Charlos]
FanfictionEn 'What Love is About', las canciones son más que melodías; son hilos que conectan las vidas de un par individuos entregados a las pasiones de su corazón. A través de encuentros fortuitos y desafíos inesperados, descubren que la música no solo les...