0: Nuevo integrante

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La guardería Niño amor, no era un gran guardería, pero tenía una buena reputación. Los cachorros eran bien cuidados en ese lugar, la mayoría de los trabajadores eran omegas. Por lo que llevarse con los pequeños eran sus especialidades.

Allí era donde trabajaba Juan desde hacía un par de años. Cuando se graduó de la universidad esa fue su decisión y no se quejaba de eso, tenía un título en cuidado de cachorros y maestro.

Le gustaba mucho pasar tiempo con los pequeños de cuatro años, enseñándoles a leer y a escribir. Eran una de las cosas que más le gustaba, estar rodeado de pequeños cachorros, dulces y muy tiernos.

Tenía la esperanza de encontrar un día a un alfa, y formar una familia, pero claro, fuese más fácil si el no fuera un asocial. En parte, pues era alguien muy tímido y reservado, en sus veinticuatro años y nunca había ido a un fin de semana a fiestas.

Prefería estar en casa leyendo algún libro o viendo algunas películas románticas, ni siquiera se quedó en la fiesta de graduación de la universidad en la que estudió, solo se fue a su casa a cenar pizza con su familia a modo de celebración.

Se logró independizar después de eso, consiguió un pequeño departamento en un buen precio y el trabajo en la guardería, cuidaba de los pequeños casi como si fueran propios.

Todos sus compañeros eran amables con él, quizás era casi el más joven, pero no había problemas con eso, lo único que lo ponía un poco triste era que, es el único omega sin pareja, ni marca.

Quizás teniendo en cuenta que era el más joven no habría tantos problemas, pero, Santiago era mayor que el por solo dos años, y tenía una marca que lucir en su cuello.

Lo hacía sentir muy solo, y lo peor del caso, era que era un virgen. No podía ni pensar en la palabra "nudo" sin llenarse de vergüenza.

Vergüenza debería darse el mismo, ¡Era un adulto por todo lo santo!

Pero, no tenía toda la culpa, cuando era pequeño no tuvo experiencias muy agradables con desconocidos.

En la primaria, y en la secundaria sufrió de abusos escolares por parte de sus compañeros, eso hizo que se volviera más inseguro de lo que era antes.

Por esa misma razón siempre quería estar solo, pues si estaba solo nadie lo miraría mal, ni trataría de hacerle bromas pesadas.

Así fue como pasó su juventud, escondido en la biblioteca y en el cuarto de su casa. Pero, aunque quisiera estar siempre metido allí, la vida adulta lo sacó a rastras.

Trabajar. Si no trabajaba no tendría dinero y sin dinero solo sería una carga para su madre, y ella ya había dado gran parte de su vida cuidándolo.

Entonces, al estar en la universidad pensó mucho en lo que iba a hacer, y se fue por lo más seguro para él, cuidar a los pequeños.

Se graduó como especialista en eso, incluso tomó algunos cursos de pediatría. Y trabajar en una guardería era lo mejor, tanto para el como para los del lugar, pues si algún cachorro se enfermaba él habría que hacer.

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Un día en particular cuando llegó a su trabajo en la hora habitual, fue recibido por un gran lloriqueo, se preocupó por eso y fue hasta el origen de este.

-¿Qué ocurre?- preguntó cuando llegó, habían por lo menos tres omegas tratando de calmar a un pequeño de cabellos castaños, nunca antes lo había visto, por lo que supuso que era un nuevo integrante en la familia.

-¡Ya no se que más hacer, lleva llorando desde que su padre lo dejó, y eso fue casi una hora!- el pobre Francisco mecía a el pequeño en sus brazos, pero este seguía llorando, y pataleaba para quitarse el agarre de el mayor.

Sus pequeñas mejillas estaban rojas y llenas de lágrimas. Entendía que quizá era la primera vez que el se separaba de sus padres y por eso estaba así, había lidiado con uno de esos cachorros antes.

-Ya pequeño, ya. Tus papis vendrán después por ti, deja de llorar.- Fran estaba frustrado, al igual que los demás, parecía que el de ojos claros también se pondría a llorar en cualquier momento.

-¿Ya le dieron de comer, su pañal le incómoda?- apareció Paula de repente poniendo un dedo sobre su mentón, y los demás asintieron.

-Tratamos de darle su biberón, pero no lo quiso y su pañal está bien, ni si quiera está húmedo.- explicó el otro Omega mirando a al pequeño, a Juani le partía el corazón verlo de esa forma.

Se miraba tan triste, tal vez el pequeño no estaba acostumbrado a los extraños, y eso solo hacia las cosas peor.

-Ven préstamelo, creo que tú angustia solo lo altera más.- Juani había acabado de llegar, así que estaba más tranquilo, en cambio los demás tenían un aire de preocupación.

Fran asintió y le dió al pequeño, quien se puso a llorar con más fuerza al ver que lo estaban pasando a otra persona. Juani trato de sostenerlo con cuidado, y lo acostó sobre su hombro, cerca de su glándula de aroma.

Le empezó a dar palmaditas en la espalda tarareando una canción de cuna. Para su milagro, los lloriqueos fueron bajando de intensidad en cuestión de minutos y se volvieron sollozos.

Juani sintió como el pequeño se aferró a su ropa y acercó su carita a su cuello, aspirando de manera titubeante por sus anteriores lloriqueos. Los demás se le quedaron viendo entre asombrados y aliviados, al menos ya no había más ruidos estridentes.

-¡Bien hecho, Juani, pudiste calmarlo!- Fran fue quien habló primero y el se sonrojó con algo de vergüenza, no estaba acostumbrado a recibir halagos.

-N-no fue nada, solo quise ayudar.- respondió y los demás sonrieron más tranquilos, cada uno se fue hacer cosas con los demás pequeños que iban llegando mientras Juani se fue hasta su salón.

Él era encargado de seis cachorros, tenía que estar al pendiente de ellos y al parecer tenían que cuidar de otro más. Se llevó consigo la mochila del pequeño que dormía sobre su hombro, revisarlo con una sola mano no es tan fácil pero tampoco imposible.

Agustín, un año de edad ,alergias a las fresas. Se sorprendió un poco por eso, no había muchos pequeños de un año en esa guardería, normalmente quedaban de los años en adelante.

Los omegas eran muy protectores con sus pequeños en el primer año de vida y apenas podían despegarse un poco de ellos cuando tenían el año y medio.

Pero él no era nadie para juzgar, quizás sus padres eran muy ocupados y no podían cuidarlo como les gustaría.

-Bien pequeño Agustín, ¿Hay que llevarnos bien, te parece?- habló en un susurro mientras acariciaba con suavidad la espalda de el pequeño, Agustín solo dió un suspiro, al parecer dormiría más.

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Holaa, he llegado a hacer esta adaptación

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Holaa, he llegado a hacer esta adaptación.
Después de pensarlo mucho decidí hacerla de esta shipp pq lo amo y no hay fics de ellos tan así.

Solo les adelanto que las actualizaciones no serán demasiados continuas, tengo otros fics por escribir así que tendré que acomodar mis tiempos, pero ya pronto saldré de vacaciones en mi secu, así que si le hecho ganas actualice pronto.

¡Nos leemos pronto!

¿Mamá? - Blas polidori x Juan Caruso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora