MI GRAN SECRETO

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Damian yacía en su cama, envuelto en la penumbra de su habitación, mientras el murmullo de sus pensamientos lo envolvia. La imagen de Anya, con su rostro dulce y ojos centelleantes, se grababa en su mente con melodía persistente y tan rítmica al momento del baile.

—Sí, yo puedo leer la mente —las palabras resonaban en su cabeza una y otra vez, como si Anya las hubiera susurrado directamente en su oído. 

¿Por qué me lo había dicho precisamente a mí? Damian se preguntaba, ¿Acaso era alguien en quien confiaba? La idea parecía absurda al principio, como si fuera parte de una broma elaborada. Pero ¿y si no lo era? ¿Y si había algo de verdad en sus palabras?

Los recuerdos se agolpaban en su mente. Aquel encuentro en el día de su presentación, cuando sus miradas se encontraron y por un instante pareció que ella podía escuchar sus pensamientos. ¿Fue solo su imaginación o había algo más en aquel intercambio de miradas?

Y luego estaban los juegos de cartas, donde Anya ganó sin ningún esfuerzo, como si pudiera mirar las cartas que él y sus compañeros tenían.

¿Acaso ella realmente podía leer su mente? La idea parecía descabellada, pero ¿Cómo explicar entonces sus habilidades? 

—No tiene sentido es algo imposible. Pero... Incluso en situaciones más serias, como el día del secuestro, Anya con sus palabras y sus acciones supo precisamente que decir a los delincuentes para que al fin nos dejaran libres.

Todo parecía estar sincronizado en los pensamientos de Damian. Y el día anterior, cuando casualmente mencionó detalles íntimos de su vida

—Supo de mi perro y del lago de mi casa, aquella vez que sentía que iba a morir, es imposible que lo haya escuchado de algún lugar.

Anya era diferente, eso estaba claro. Pero ¿era posible que fuera tan diferente como para leer realmente mi mente? La idea era tan extraordinaria que parecía sacada de una película, si eso debe ser esta tan metida en sus animes que piensa esas cosas.

Sin embargo, cada pieza en mis recuerdos encajaba demasiado bien para ignorarla. Tal vez, después de todo, Anya era más especial de lo que había imaginado.

Pero aún así, la pregunta persistía en mi mente, incrustada como una espina: ¿Podía realmente leer su mente, o todo era parte de algún juego elaborado que solo ella conocía?

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Ambos regresamos a la academia después de un tiempo, fue como volver a un lugar familiar pero con una atmósfera sutilmente alterada. Noté que algo estaba diferente, una especie de distancia que Anya parecía mantener conmigo.

¿Por qué lo hacía? Esa pregunta se convirtió en un eco constante en mi mente.

Mientras intentaba descifrar los motivos detrás de la actitud de Anya ya se había hecho tarde y era hora de salir, tendría que regresar a mi dormitorio, este día había sido bastante normal, pero ella... 

Anya me preocupaba un poco.

Cuando por fin nos encontramos, la situación fue algo que siempre ocurria y no cambiaba aun después de todo. Ewen y Emile como era su costumbre, lanzaron insultos hacia Anya, sin siquiera detenerse a considerar un poquito lo que decían.

—¿No está de acuerdo con nosotros Lord Damian?—Dijo Emile mirando a Damian

—Debió haber hecho una especia de trampa para superar todos los retos—Intervino Ewen.

Debía seguirles el juego es lo de siempre—Si... debió ser eso—En realidad no pensaba lo que decía simplemente salió—Quien podría creerle a una mentirosa que dice que puede...

"HEARTS IN FLIGHT"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora