24. Fuego

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Cuando entraron en el apartamento de Violeta el silencio que había en él pronunció aun más el estado de tensión que los cuerpos de ambas mantenían.

- Voy a poner el aire –anunció Violeta pasando al interior. Ahora que se sentía a solas con Chiara empezaba a ponerse nerviosa de verdad-.

- Si, claro... hace calor –pronunció ella bajando la voz, más hablando para si misma.

El viaje en moto había refrescado su piel, pero en absoluto había apagado la llama que ardía en su interior por aquella mujer. Chiara se quedó mirando el trasero de la pelirroja mientras se movía por el salón de espaldas a ella apuntando a la consola del aire acondicionado, tragó saliva... por fin estaban solas, completamente solas.

- Voy al baño –anunció algo nerviosa y se encaminó apresuradamente hacia el baño sin mirar a la pelirroja-.

....

Violeta escuchó correr el agua y se tranquilizó al comprobar que no era sólo ella la que iba a tener la necesidad de ducharse. Como no sabía cuánto tiempo tardaría en salir, abrió la nevera y cogió un poco de queso, la tripa le dolía y quería descartar que fuera por el hambre. Nerviosa sin tener en qué ocupar su tiempo enchufó la tele sin volumen mientras esperaba a que Chiara terminara.

- ¡Vio! –la llamó desde el baño-.

- ¿Si? – pegó un salto del sofá y se dirigió hacia la puerta del aseo aún cerrada-.

- ¿Qué toalla puedo utilizar para secarme? –le preguntó Chiara-.

- Coge mi albornoz, está limpio, lo repuse esta mañana –le contestó, y la boca se le hizo agua sólo de imaginar que al otro lado de aquella puerta ella estaba desnuda en aquel momento-.

Chiara abrió en aquel instante la puerta, y ella casi dio un tras pies hacia atrás del susto.

- Uf... no... no te esperaba –exclamó Chiara y dibujó una tímida sonrisa-.

A la pelirroja se le quedó una cara de tonta inmediata. El cabello de Chiara caía ondulado y húmedo sobre el blanco albornoz, y tanto sus mejillas como la piel que el escote no cubría permanecían sonrojadas y latientes ante su mirada. La sangre empezó a hervirle de nuevo.

- Necesitaba una ducha, no soporto el olor corrompido de los locales cuando llego a casa, espero que no te haya importado –le dijo explicando el motivo de su tardanza-.

- No, claro que no... a mí me pasa igual. Yo también voy a ducharme ¿vale? –le anunció Violeta, y ahora si iba en serio que necesitaba una ducha y todo lo fría que pudiera, si no quería hacer el ridículo más espantoso perdiendo los papeles antes de tiempo-.

- Claro. Pasa –le cedió el aseo Chiara, y ambas trataron de no tocarse cuando se cruzaron-.

Cuando se cerró la puerta, ambas soltaron un prolongado suspiro. Mantener aquella compostura durante mucho más tiempo no iba a ser posible y las dos lo sabían.

...

Por fin Violeta salió del baño, y para alivio, y pronto consternación de Chiara, lo hizo vestida.  Se giró en el sofá cuando escuchó abrirse la puerta, y no pudo evitar repasar con sus ojos las piernas de Violeta que se había puesto un pantalón de pijama bastante corto de estilo brasileño. Cuando llegó a su ombligo Chiara ya tenía los nervios hechos polvo por la visión... "¿pero está mujer no puede tener pijamas normales?" se preguntó atormentada, y cuando Violeta se acercó a ella y pudo contemplar mejor el escote que la camiseta también le regalaba terminó de incendiarse por entero.  Era como una modelo de woman secret pero con formas mucho más generosas donde perderse. Aquello la hizo sentirse aún más insegura con respecto a su propio cuerpo.

That was then... // KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora