Capítulo 6

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Me sentía abrumada por la situación. La incertidumbre y el dolor que me invadían mientras me acurrucaba en mí cama, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con desbordarse. Me sentía perdida, como si todo lo que había experimentado con él se desvaneciera en un instante.

Así que necesitaba tomar aire fresco para despejar mi mente y calmar mí corazón agitado. Me  levantó con determinación, secó mí lágrimas y salgo de la casa en busca de un respiro.

Mientras caminaba por el tranquilo vecindario, me cruzó con Liam, quien estaba dirigiéndose hacia el parque. Sus miradas se encontraron con las mía sentí un atisbo de alivio al verlo. Liam parecía percibir mí angustia y le ofreció una sonrisa reconfortante.

-¿Estás bien, Lottie?- preguntó Liam con preocupación en su voz.

Asentí con un suspiro. -Solo necesitaba tomar un poco de aire fresco- admití, agradecida por su presencia en ese momento.

Liam asintió comprensivamente. -A veces, un paseo puede hacer maravillas para el alma- dijo con una sonrisa alentadora. -¿Quieres que te acompañe al parque?

Así que asentí, agradecida por su amabilidad. Caminamos juntos hacia el parque, compartiendo un silencios reconfortantes y pequeñas conversaciones que aligeraban el peso en mi corazón.

Esa breve escapada al aire libre con Liam me brindó un momento de calma y claridad en medio de la tormenta emocional que estaba atravesando. Y mientras observaba el sereno paisaje del parque, sintió que, aunque el camino hacia la curación sería largo y difícil, no estaba sola.

Más tarde al llegar a casa, me dirigí a la sala de estar, esperando encontrar tranquilidad en aquel cómodo sofá, pero para mí sorpresa, ya estaba ocupado por aquel hombre que estaba ganándose mi corazón poco a poco.

Al mirar con más atención su semblante concentrado no pude evitar preguntarme que era lo que mantenía su tiempo tan ocupado que ni siquiera se había percatado de mi llegada, entonces decidí acercarme.

-¿Qué estás haciendo?- pregunté.

El no me respondió, solo me miro como si el mundo se fuera a acabar si el abriera la boca.

-¿Qué estás haciendo?- repetí y el bajo la cabeza.

-Lamento... No haberme acordado de lo que pasó ayer. Lo lamento, debiste sentirte muy frustrada, fue mi error- sorprendida por sus repentinas palabras lo miré consternada ante esa larga y prácticamente innecesaria disculpa.

-¿Por qué me pides perdón? No fue tu culpa. - Le dije mientras me acercaba para acariciar su cabello color azabache y el simplemente me agarró de la cintura dejándose hacer.

Se recostó contra mi pecho como si fuera lo más cómodo del mundo y suspiro aliviado por mi respuesta, fue ahí, donde esa habitación se convirtió en algo sagrado para los dos.

El precio de un besó en la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora