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Naruto suspiró mientras cerraba la puerta detrás de Hinata, quien se había ido después de una breve visita. Caminó lentamente por la habitación, sus ojos se posaron en la cuna de Yuri, quien dormía plácidamente. La dulce tranquilidad de su hija solo sirvió para resaltar la profunda tristeza que sentía en su corazón.

Mientras se sentaba en el borde de su cama, su mirada vagó por la habitación, deteniéndose en la cama en la que solía despertar junto a Sakura. Los recuerdos comenzaron a inundarlo, desde los días antes del nacimiento de Yuri, cuando las mañanas solían ser llenas de risas y bromas.

Recordó cómo Sakura solía quejarse de que su cabello estaba más alborotado que el de él al despertar. —¡Espera a que veas el mío!— solía contestar Naruto, entre risas, antes de hacer una competencia para ver quién tenía el cabello más revuelto. Esos momentos de ligereza y complicidad ahora parecían tan lejanos.

Recordaba vívidamente cómo Sakura solía sentarse en el borde de la cama, con una sonrisa cálida en su rostro, mientras Naruto se arrodillaba frente a ella. Su estómago estaba abultado por el crecimiento de Yuri, y Naruto colocaba su mano sobre él, sintiendo los suaves movimientos de su hija por nacer.

—¿Puedes sentirlo, Naruto? Está tan inquieta hoy— recordaba Sakura diciendo con una risita, mientras Naruto sonreía ampliamente.

—Sí, lo siento. Creo que está emocionada por salir y conocer a su papá y a su genial mamá— respondía Naruto con ternura, su mano acariciando suavemente el vientre de Sakura.

Uno de los recuerdos más vívidos era el día en que las contracciones de Sakura comenzaron. Naruto estaba completamente desesperado, corriendo de un lado a otro en pánico mientras Sakura permanecía tranquila y serena.

—¡Sakura, tenemos que ir al hospital ahora mismo!— recordaba Naruto gritando, con los ojos abiertos de par en par por la ansiedad.

Sakura, en cambio, simplemente sonrió y le dijo: —Naruto, tranquilo. Todo estará bien. Solo ayúdame a levantarme.—

El recuerdo le sacó una sonrisa a Naruto ahora, recordando lo irónico que fue que él estuviera en completo caos mientras Sakura mantenía la calma en un momento tan crucial.

—¿Tranquila?—, pensaba Naruto para sí mismo. —¡Estaba a punto de tener a nuestra hija y ella estaba tan tranquila como si fuera a tomar el té!—

Y luego estaba el momento en que finalmente llegaron al hospital. Naruto había cargado a Sakura en sus brazos, tratando de recordar todas las clases de parto que habían tomado juntos.

—¿Estoy haciendo esto bien?—, recordaba Naruto preguntando ansiosamente mientras intentaba recordar los consejos de parto que le había dado la abuela Tsunade.

Sakura, a pesar de las contracciones, simplemente le dio una mirada tranquila y afirmativa. —Lo estás haciendo perfectamente, Naruto. Solo mantenme cerca.—

Finalmente, el recuerdo de llevar a Sakura en brazos hasta la sala de parto, donde Yuri finalmente vino al mundo, inundó sus pensamientos. Recordó la sensación de alivio y alegría cuando Yuri lloró por primera vez, el sonido más hermoso que jamás había escuchado.

—¿Cómo llegamos a esto?— se preguntó Naruto en voz baja, sintiendo un nudo en la garganta mientras miraba a su hija dormir. —De estar juntos en este momento de felicidad... a estar aquí, solo...—

La habitación parecía estar llena de susurros de recuerdos, cada rincón lleno de momentos que ya no existían. Naruto se levantó de la cama y se acercó a la cuna de Yuri, su pequeña hija ahora es lo único que le quedaba.

—Sakura...— murmuró Naruto en un susurro triste, acariciando suavemente la mejilla de Yuri. —sigo sin entender como tu madre pudo irse dejandote atrás—

Con lágrimas en los ojos, Naruto se sentó en una silla cerca de la cuna. Observó a Yuri dormir, sintiendo una mezcla de tristeza y gratitud por tenerla en su vida. A pesar de todo, Yuri representaba la luz en la oscuridad, una razón para seguir adelante y ser fuerte.

El sonido de golpes en la puerta sacó a Naruto de su ensimismamiento, haciendo que se secara rápidamente las lágrimas y soltara varios suspiros para calmar su garganta apretada por la emoción. Se levantó de la silla y se dirigió a abrir, encontrándose con Ino sosteniendo una olla grande y otra más pequeña encima.

—Ino, ¿qué te trae por aquí?— preguntó Naruto, tratando de sonar lo más normal posible.

—Tranquilo, Naruto. Solo pensé en traerte un poco de curry que hice para mis padres. Hoy hice una cantidad extra y pensé que te gustaría tener algo diferente que el ramen instantáneo—, dijo ella con una sonrisa mientras le extendía las ollas.

Naruto tomó las ollas y las llevó a la cocina, agradecido por el gesto de Ino. Mientras comían el curry que Ino había preparado, el ambiente entre ellos se sintió más ligero.

Después de calentar un poco de curry, Naruto y Ino llevaron las ollas a la habitación donde Yuri dormía tranquilamente en su cuna. Colocaron una mesa pequeña junto a la cuna para tener las ollas a mano mientras vigilaban a la bebé.

Mientras comían el delicioso curry, Ino y Naruto compartieron anécdotas de misiones pasadas y bromas que habían experimentado juntos. Hablaron sobre aquella vez en la que tuvieron que infiltrarse en una base enemiga, recordando cómo Ino utilizó su jutsu de transferencia de mente para desorientar a los guardias mientras Naruto abría paso hacia el objetivo.

—¡Recuerdas cuando casi me atrapan y tú tuviste que venir a rescatarme disfrazado de guardia enemigo?—, dijo Ino con una risa, rememorando la situación.

Naruto sonrió ampliamente, recordando cómo había improvisado un disfraz con lo que encontró en el lugar y había llegado justo a tiempo para salvar a Ino de ser descubierta.

—¡Fue una misión muy divertida! Aunque pensándolo bien, nos metimos en muchos problemas esa vez—, respondió Naruto entre risas.

La conversación fluía de manera natural entre ellos, compartiendo risas y complicidad mientras disfrutaban de la comida. Naruto se sorprendió al darse cuenta de lo mucho que se estaba divirtiendo con Ino. Había olvidado lo reconfortante que podía ser tener a alguien con quien compartir momentos de alegría, incluso en medio de la tristeza que lo embargaba.

A medida que avanzaba la noche, Naruto comenzó a sentir una sensación cálida y reconfortante en su pecho. Ino, con su presencia amable y sus bromas alegres, estaba trayendo luz a su vida una vez más. Se dio cuenta de que no quería que esta noche terminara, quería seguir disfrutando de la compañía de Ino.

Al notar la mirada de Naruto, Ino sintió la conexión entre ellos. Podía ver la mezcla de emociones en los ojos de Naruto, la tristeza por lo que había perdido y la chispa de alegría que había vuelto a encenderse con su presencia.

—Naruto...—, comenzó Ino con voz suave, colocando una mano reconfortante sobre la suya. —¿Te gustaría que me quede esta noche? Puedo dormir en una bolsa para dormir, así no te sentirás solo.—

La propuesta de Ino hizo que el corazón de Naruto diera un vuelco. No quería que se fuera, quería seguir teniéndola cerca, sintiendo su presencia reconfortante en su hogar. Asintió con una sonrisa agradecida, sintiendo un nudo en su garganta.

—Me encantaría que te quedaras—, respondió Naruto con sinceridad, su voz cargada de emoción. —Gracias, Ino. Gracias por estar aquí.—

Ino sonrió suavemente y le dio un apretón reconfortante en la mano. —Estoy aquí para ti, Naruto. Siempre lo estaré.—

Con una sensación de paz y calidez en sus corazones, Naruto y Ino terminaron de cenar y se prepararon para dormir. Ino tomo la bolsa para dormir que Naruto le dio y la colocó cerca de la cuna de Yuri. Se acostaron en sus respectivos lugares, sintiendo la presencia reconfortante del otro cerca.

Antes de quedarse dormido, Naruto miró a Ino a su lado y sintió un profundo agradecimiento por tenerla allí. Sabía que, incluso en medio de la tristeza y el dolor, tenía a alguien en quien apoyarse. Y en ese momento, mientras cerraba los ojos y se dejaba llevar por el sueño, sintió una chispa de esperanza encenderse en su corazón una vez más—

HappinesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora