matías sabia muy bien lo que estaba haciendo. terriblemente bien, y le gustaba. le encantaba ver el rostro aturdido de su profesor ante sus provocaciones, la forma en la que su frente formaba sudor y su pantalón hacía demasiado evidente la situación en su entrepierna.
pensaba en su voz, su ojos oscuros, su cabello ondulado. pensaba en sus brazos, lo mucho que le encantaría tenerlos aprisionándolo debajo de él. imaginó los músculos de su espalda moviéndose encima de su cuerpo pequeño, la diferencia de tamaños matándolo de emoción. su fantasía llegó a su clímax cuando imaginó la voz áspera y varonil de enzo diciéndole cosas al oído que se moría por escuchar. la mano en su ropa interior aumentó en velocidad. quería sentirlo, sentirlo encima suyo, detrás suyo, en donde quiera. quería saber cómo se sentiría tenerlo dentro, saboreando su piel y usándolo para él.
...
estaba empezando a odiar el sonido del timbre, si no fuese por quien sabía estaba detrás de la puerta.
– profesor –. su cansancio era evidente, estaba sudado y jadeando. a duras penas pudo lavarse las manos antes de bajar.
enzo estaba ahí, al otro lado de la puerta mirando su figura agotada. a este punto estaba bien familiarizado con la tentación que lo consumía al ver al chiquillo. esta vez vestía una camiseta similar, solo que mucho más holgada por los hombros, y unos shorts jean que apenas le rozaban las rodillas.
– matías –. el chico se estremeció al escuchar esa voz, sus mejillas ardiendo y un dolor inevitable entre sus piernas.
– pase –.
se había memorizado el camino hasta la biblioteca desde el viernes. la casa estaba ligeramente más oscura por el cielo nublado.
– dejaremos lógica para la siguiente clase, vamos con ecuaciones, ¿va? –. dice el profesor, colocando su montón de papeles en la mesa.
– lo que usted diga –.
enzo alzó la mirada inmediatamente.
– te había dado permiso de tutearme –. mati se sintió derretirse al escuchar la autoridad en la voz del pelinegro.
– ya le dije el viernes, le quita lo divertido –. el chico se inclinó hacia adelante, dejando la tela sobre sus hombros caer, revelando parte de su pecho desnudo. enzo tragó con fuerza.
– es una clase, matías, no debe ser divertido –
– ¿ah sí? –. la pequeña risa de enzo había hecho sentir al castaño como si fuese de gelatina, como si el profesor supiera el efecto que su voz tiene en él.
❧
los minutos se pasaban con la misma tensión que enzo se esmeraba por ignorar. aun así, el nene parecía saber cómo sacarlo de sus casillas; subiéndose los shorts, suspirando suave, soplando su flequillo haciendo una "o" con esos labios rosados, mirándolo con esos ojos...
llevaba un cinturón de cuero sencillo, pero nuevamente las observaciones de matías dejaron en evidencia de que era otro accesorio caro que el profesor llevaba.
enzo se apretaba el cinturón en un agarre nervioso, jugando con partes pequeñas de la hebilla para distraerse de lo que provocaba el chiquillo en él.
de tanto jugueteo nervioso, una pequeña pieza se desprendió del accesorio.
mati alzó las cejas al escuchar el ruido en el suelo. se apresuró en recogerla. al parecer había empezado un nuevo plan.
– mi amigo tiene el mismo cinturón, siempre pasa lo mismo –.
se acerca al profesor con severa paciencia, riendo por dentro cuando le profesor se exaltó al tenerlo tan cerca. sus manos pequeñas jugaron un rato con la hebilla del cinturón, tanteando para arreglar el problema.
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‧₊˚profesor particular ༄ ‧₊˚enzo x matías
Fiksi Penggemarmatías era pésimo en matemáticas, en absolutamente todo lo que tenga que ver con ello. gracias a enzo la cosa podría hacerse más divertida, ¿no?